Durante décadas, los artistas afrodescendientes han soñado con futuros alternativos que celebren las culturas de la diáspora africana para labrarse un porvenir mejor, creer que soñar es posible. Bien sea a través de sus letras, sus sonidos o su estética, los artistas de la diáspora que leeréis a continuación, han hecho enormes aportaciones al tejido afrofuturista tras la mitología creada por George Clinton y compañía.
Los temarios afrofuturistas fueron retomados y reciclados en los años 80, aunque como género sin nombre hasta que el crítico Mark Dery lo bautizó formalmente (acuñó el término) en su ensayo de 1993 «Black to the Future». Los 90 vieron un renacimiento y una reinvención del afrofuturismo en el hip-hop (OutKast, Dr. Octagon alias de Kool Keith y RZA), el neo-soul (Erykah Badu) y la música techno (específicamente productores de Detroit como Drexciya); todos abrazando la filosofía de la Nación del Cinco por Ciento. A continuación, algunos artistas ilustres y su aportación a este movimiento.
Afrika Baambataa
Lance Taylor alias Kevin Donovan es Afrika Bambaataa, un DJ de South Bronx, Nueva York que fue decisivo en el primer desarrollo de la cultura hip hop de los 80. Bambaataa es uno de los tres inventores de la forma de «pinchar» mediante break beats: Es el «abuelo», el «padrino», «el Amen Ra del Hip Hop Universal» y «El Padre del Sonido Electro Funk». Ahí es nada.
Su nombre artístico lo tomó del jefe zulú que lideró una rebelión armada contra prácticas económicas injustas del siglo XX en Sudáfrica. Bambaataa creía en la utilización de la música, el baile (locking, breakdance) y el grafiti como vehículo para apartar a los chicos de las bandas criminales. Esto le llevó a formar en 1976 la Universal Zulu Nation, la primera acción que unió en una misma organización las cuatro principales ramas de lo que no tardó en conocerse como Hip Hop.
«Planet Rock» es funk eléctrico, hecho con la caja de ritmos Roland TR-808, un pilar del hip hop, voces robóticas y el estribillo del Trans Europe Express de Kraftwerk. Bambaataa ayudó a abrir la puerta al rap, al techno y a cualquier otra forma de música electrónica que haya venido después. La guinda del pastel ya fue el vídeo musical hiper-molón en el que él y su Soulsonic Force aparecen con tocados extravagantes, como monstruos en un episodio muy funky de Doctor Who. Más afrofuturismo, imposible.
Herbie Hancock
Dando la nota desde principios de los sesenta con su jazz astral, su álbum número 35 (publicado en 1983) fue ya la bomba que lo encumbró en el panteón afrofuturista. “Rockit” fue sencillo de su álbum Future Shock y, quizá el primer hit de radio en el que sonaron el scratching y otras técnicas de turntablism. El encargado de llevar a cabo esos «trucos» fue GrandMixer DXT, un influyente DJ en los primeros años del turntablism. Los paisajes sónicos urbanos y robóticos eran un paracosmos y refugio para la comunidad afroamericana.
Grace Jones
Nacida en Jamaica, Grace y su familia se mudaron a Syracuse, Nueva York, cuando era una adolescente. Trabajó con fotógrafos como Jean-Paul Goude, Helmut Newton, Guy Bourdin y Hans Feurer, y se hizo conocida por su distintiva apariencia andrógina y rasgos audaces. Su música dance y sobre todo, sus colaboraciones con grafiteros como Keith Haring, cubierta con pintura blanca, dibujos y rayas de estilo africano, destacan el legado de las raíces africanas.
Jones influyó en el movimiento género fluido de los 80 y ha sido citada como inspiración para múltiples artistas, (Annie Lennox, Lady Gaga, Rihanna, Solange, Lorde, Róisín Murphy, Brazilian Girls, Nile Rodgers, Santigold y Basement Jaxx). Su sorprendente estética la llevó a convertirse en una musa para artistas como Issey Miyake y Thierry Mugler, a quienes introdujo en el panafricanismo Jones es «neocubista» y “afrofuturista” en el sentido de que su homenaje a las deidades y la mitología africanas (Kemeth, en su mayoría) abrió la puerta a fantasías futuristas tanto de creadores como de gente de a pie.
Sylvester James
Cantantes de música disco como Donna Summer o Gloria Gaynor serán siempre recordadas como las «Reinas del Disco”, lo que oscurece el impacto de Sylvester James, alias Ruby Blue, en la cultura popular. Nacido en 1947 en la comunidad de Watts en Los Ángeles, su influencia en el disco y la dance electrónica actual es incalculable. Sylvester surgió a raíz de una confluencia de fuerzas que darían forma a la música y la cultura pop el resto del siglo XX.
En 1982 Sylvester apareció como una princesa egipcia en la portada de su álbum de 1982 All I Need. Este/esta divo/divo abrazó la música disco y su liminalidad tecnológica, futurista, sus rituales de identidad imaginada y conexión con la danza. Sylvester se apropió de la tecnología musical contemporánea y las técnicas de producción teatral, inicialmente reinventando su personalidad a través del jazz y el blues bajo el pseudónimo Ruby Blue con el grupo de vanguardia Cockettes, y más tarde adoptando parodias de personalidades notables como Coretta Scott King.
Su estilo de vida andrógino, y su identidad gay contribuyeron a la idea y formación de lo que se ha dado a conocer como «The Black Fantastic» o las «sensibilidades generadas a partir de las experiencias del underground, los vagabundos y todos aquellos grupos etiquetados como “los desviados… (que están) inevitablemente alineados dentro, en conversación con, contra, y articulados más allá de los límites de lo moderno. A pesar del aparente colapso de la música disco y su transmutación en otras formas (el house y el tecno del noreste de los Estados Unidos, con sus temas futuristas distópicos), fue durante este período (70s y 80s) cuando emergieron las semillas del afrofuturismo contemporáneo y su perspectiva estética acompañante en relación con un giro digital en la cultura.
En el marco del Black Fantastic es necesario un mayor análisis de la relación entre raza, sexualidad, género, tecnología y los impulsos utópicos de «los desviados» en lo que concierne a artefactos culturales o representaciones de lo que hoy se entiende como afrofuturismo. Sin embargo, lo que se ha estudiado menos es cómo el afrofuturismo se relaciona con la producción cultural de uno de los géneros musicales con los que se involucra: la música disco. Hay carencia de análisis sobre la performance queer afro aunque si hay algún análisis de la ficción especulativa de Samuel R. Delany, hay una escasez de erudición en relación con la performance queer negra en la cultura de la música disco o electrónica de baile, de la que Sylvester es reina.
Prince
Si ha habido un artista punk en el funk o el pop, ese ha sido Prince. Harto de lo que él consideraba un trato abusivo por parte de su discográfica Warner Bros., decidió cambiar su nombre por un símbolo de influencias Kemeth: una estilización que representa el símbolo femenino, el masculino y el ojo protector de Horus. Como “Símbolo” creó un alter ego llamado Tora Tora, por la peli bélica japonesa. Y Tora Tora junto a su banda, la New Power Generation, publicó un álbum conceptual, Éxodus, que cuenta la historia de unos pirados que atacan una nave espacial en la que un científico loco ha planeado secuestrar las mentes más brillantes del planeta. Muy al estilo de Parliament-Funkadelic.
¿Qué tengamos piedad con vosotros, abusadores y explotadores?
¡Ja! El éxodo ha comenzado ya, cabrones. Nosotros no morimos, no lloramos, nosotros nos multiplicamos.
Prince
Tora Tora se declara uno de los hijos del sol (Ra), al igual que su banda. En el plano, digamos, de la realidad, su ejemplo marcó a toda una generación de músicos ahora más conscientes de la necesidad de encontrar formas de distribuir su obra en canales alternativos independientes. Prince fue el primer artista en vender música a través del método fans-direct, y libró una campaña turbulenta para recuperar los derechos de propiedad intelectual y royalties, lo que logró 2 años antes de fallecer. En su último álbum imaginó una ciudad futura, donde él y su comunidad encuentran el regocijo para el cuerpo, el alma y la música.
OutKast
El grupo OutKast es uno de los “Hijos de la Producción” del Dr. Funkenstein (o la mitología P-funk de George Clinton). Antes de su asalto a las listas de éxitos, OutKast ya había lanzado un tríptico que les ayudó a reposicionar el hip hop sureño como un caso atípico con visión de futuro, caracterizándose como alienígenas de Atlanta, los llamados “ATLiens”. Este álbum presenta sonidos inspirados en el espacio exterior, con Outkast y los productores Organized Noize incorporando elementos de dub y góspel en las composiciones. Líricamente, el grupo discute una amplia gama de temas, incluida la vida urbana, la introspección existencial y la vida extraterrestre. El título, un acrónimo de «ATL» (Atlanta + aliens), ha sido interpretado como una crítica ácida de la sensación de estar aislado de la cultura estadounidense blanca dominante. OutKast actualizó el modelo de álbum conceptual de la P-Funk (Mothership Connection, Funkelechy Vs. The Placebo Syndrome, The Motor Booty Affair) para explorar el afrofuturismo. Sus aventuras musicales están tan firmemente ancladas a los principios vernáculos de la vieja escuela como Jimi Hendrix y sus inflexiones blues a la estratosfera.
Missy Elliott
El chamanismo robótico de Missy Elliot en el vídeo de “She’s a Bitch” dio a conocer, para un amplio público de la MTV la historia de las guerreras Agojie, sobre las que veintitrés años después Black Panther y The Woman King construyeron su estética. Las Amazonas de Dahomey eran un regimiento militar femenino del Reino de Dahomey que existió hasta 1904, formado por mujeres capturadas de otras tribus. Missy Elliott se hizo muy popular desde finales de los 90 y utilizó en vídeos y en su ropa variados elementos de la iconografía khemet, como hizo Erykah Badu. El aspecto robótico futurista de los sets en que Elliot ambienta sus narraciones visuales representa una sociedad inclusiva para el público afrodescendiente.
Erykah Badu
Es bien sabido que el nombre artístico de Badu viene del scat (du, du,du), y que la ortografía de su primer nombre se basa en el concepto egipcio/khemet «ka» o «kah», o la esencia de la vida. Badu lanzó su álbum mítico Baduizm justo cuando las teorías del crítico de la tecno cultura Mark Dery comenzaban a afianzarse. Su álbum debut está plagado de simbología y esoterismo afro, orgullo y sabiduría. La Nación del Cinco por Ciento era su escuela entonces.
En “Didn’t Cha Know” la vemos enfundada en un traje de aluminio en un planeta extraño, como una visitante alienígena en un desierto. Uno de los principios de los artistas neosoul es la narrativa de conciencia y emoción afroamericana como contrapeso a la obsesión mediática con los gángsters y el bling. Y, al interpretar a un alienígena con sentimientos humanos, Erykah elude las expectativas muy dignamente. Equiparando la vida al amor, Badu canta: Libera tu mente… y encontrarás tu camino, lo que invoca la máxima de Funkadelic Libera tu mente… y tu culo le seguirá (1970). Al final de vídeo, Badu emerge desnuda de las profundidades de un pozo de agua, lo que sugiere un parto.
En “The Healer”, Badu alude a una diáspora del futuro que vivirá en armonía gracias al poder del gran sanador: el hip hop. Más grande que todas las religiones, sistemas políticos del mundo entero. La portada del álbum New Amerykah Part Two presenta una imagen futurista de Badu con varios tipos de flores conectadas a su cuerpo, invocando su autodescripción de «niña de las flores». Su cráneo está abierto, y parte de su cerebro es un árbol. Más que ninguna otra mujer en la música, Badu exhibe en su estética toda la parafernalia, la riqueza de las raíces africanas (ankhs, serpientes, escarabajos, turbantes). Y el orgullo de ser descendiente de la tribu Bamileke de Camerún.
Miss Badula Oblongata alude a «la nave nodriza», la versión moderna de la rueda o círculo que Ezequiel vio y que la P-funk estilizó para Mothership Connection. Sin embargo, Badu canta que no puede salvarte. El arte, la religión, la sororidad, la moralidad, la maternidad, el afrocentrismo, la ecología, la historia afroamericana, la ficción especulativa y la fantasía están interconectados en el futuro. Una Nefertiti del siglo XXI.
Drexciya
El grupo/colectivo Drexciya combinó una identidad misteriosa, underground y contraria a los medios de masas con una narrativa mitológica y de ciencia ficción que aumentó el dramatismo de su música. Su interpretación del afrofuturismo ha sido quizás la más oscura: un mundo imaginario, una Atlántida afro, como una colonia para esclavizados africanos que habían sido arrojados por la borda durante su viaje transatlántico. Los niños y niñas se habrían adaptado a respirar bajo el agua gracias a la experiencia en los úteros de sus madres.
El trabajo posterior de Drexciya tuvo algunos toques más ligeros, pero su techno distópico habló al mundo de la oscura verdad, de la historia reciente de los afroamericanos e imaginaba una fantástica alternativa subacuática. Los miembros de Drexciya nunca han sido fotografiados, aunque sí han dado entrevistas, en una de ellas portaron máscaras de Star Trek para ocultar su identidad. Parte de la imaginería del grupo bebe de la rica herencia panafricana
Flying Lotus
¿Una versión actualizada del free jazz? ¿o un montón de ruidos electrónicos que suenan como si un niño hubiera tirado su teclado por las escaleras? Definitivamente divisivo, el buque insignia de los beats de Los Ángeles se apoyó en la filosofía de free jazz de su tía Alice Coltrane para su álbum debut, y también logró forjar un plan distintivo para el hip-hop instrumental que ha continuado en su sello Brainfeeder.
La ciencia ficción siempre refleja la realidad en la que nace, y a Flying Lotus, la tecnología le ha servido hasta para procesar un duelo muy personal con el que pintó el cosmos. Su madre tenía una enfermedad terminal, el artista puso micrófonos junto a su cama, grabó los sonidos provenientes de los monitores y el respirador que mantenían viva a su madre. Más tarde los usó en la canción «Galaxy en Janaki” entre una agitada fusión de ritmos, pitidos y bajos. Un álbum mareante y hermoso, una especie de ópera espacial, un mapa impresionista del universo.
Ras G. & the Afrika Space Program
Estamos ante el Sun Ra de su generación, señores y señoras. Este loco os dejará muy buen sabor de boca. En su obra se intercalan portadas de discos de Sun Ra y Alice Coltrane con imágenes de la peli Do the Right Thing de Spike Lee y un artículo sobre belleza y la importancia del tocado africano. Su propuesta de futuro implica una maravillosa mezcla de imágenes afro, ciencia ficción, free jazz y retórica afroamericana post-derechos civiles. Su música teletransporta a planos extraños, no terrestres, pero seguros, alejados de la zona de cero funkactividad.
Janelle Monáe
El mensaje de autoconciencia, libertad de expresión y empoderamiento persiste en el afrofuturismo moderno, y esta máxima ha producido a una artista que los críticos señalan como la mujer que ha llevado el concepto de afrofuturismo a la música soul más mainstream: Janelle Monáe.
Monáe está en el mundo del pop y su obra llega a mucha gente. Por eso, cuando usó el término en sus entrevistas, realmente llamó la atención.
Ytasha Womack.
Su dúo con Erykah Badu, «Q.U.E.E.N.» es crucial para entender su visión transversal del afrofuturismo. El título es un acrónimo personas queer, intocables, emigrantes, excomulgados, negroides. El arte de Monáe es capaz de trascender las fronteras raciales, alejando el afrofuturismo de ser un concepto meramente afro. A mucha gente le encanta Monáe porque habla de “ese androide”, “ese otro”. El simbolismo se entiende, mucha gente puede verse identificada con este concepto de “lo otro” por una gran cantidad de razones, muchas de las cuales no son raciales.
A Janelle Monáe le flipa un robot, su favorita es María, la robot de la película de Fritz Lang de 1927 Metrópolis. Usando a los androides como metáfora de las minorías (de todas las tendencias), Janelle concibió una suite de tres partes que lleva el nombre de la obra maestra de Lang, que inspiró su primer EP y álbum debut. Esta es la historia de Cindy Mayweather (año 2719), una robot enviada desde el futuro para liberar a Metrópolis de una sociedad secreta y opresiva llamada The Great Divide, cuyo plan macabro es destruir el amor y la libertad. La política queer de Monáe y su brillante uso de las películas de sci-fi como piedra angular la distinguen de otros afrofuturistas. Monáe abre nuevos ámbitos de representación y posibilidades artísticas con sus «emotion pictures/pelis emocionales» (álbumes visuales, en realidad). La otra protagonista de sus historias es la paciente #57821 de un asilo, secuestrada, «genoviolada» y «vendida ilegalmente al mejor postor en una granja de cuerpos»; su ADN fue robado (la metieron en un túnel del tiempo y fue enviada de vuelta a nuestra era) para crear a Mayweather. Cindy crea una nueva forma de música llamada cybersoul, se convierte en estrella de rock y líder de un movimiento rebelde y androide. Monnae escribe una astuta historia de amor prohibido lésbico entre una androide y una humana como referencia a la xenofobia y la homofobia norteamericanas. Las mujeres bisexuales afroamericanas tienen ya su heroína cyborg.
Fhloston Paradigm
Este concepto musical toma su nombre de una mala pronunciación del planeta fiestero Floston Paradise de la peli de culto El Quinto Elemento (Luc Besson). Su música se ha convertido en el líder de facto de la nueva ola de afrofuturistas, actuando como conector entre artistas en su ciudad natal -Filadelfia- (The Roots), Nueva York (Hank Shocklee, Anti-Pop Consortium), Seattle (Shabazz Palaces), Detroit (Carl Craig) y Los Ángeles (Ras G, Flying Lotus).
Conocidos por su estética retrofutura, que bebe en buena medida de leyendas de la madre tierra, Africa, Fhloston Paradigm es una manifestación de ideales afro-futuristas basados en un paisaje de música electrónica. Su propósito es transmitir el mensaje omniversal de las abstracciones divinas en tonos auditivos agradables. El aclamado productor King Britt muestra un lado más vulnerable del futuro afro, colaborando con Moor Mother, Nosaj Thing y otros. Pues bien, este tío ha ayudado a llevar el afrofuturismo musical a museos importantes de los Estados Unidos e Inglaterra; ha organizado seminarios, conciertos y noches locas para enseñar al mundo la bello que es imaginar otras posibilidades, y creer que en ellas todos y todas tenemos cabida.
Creo que la mejor forma de entrar en los libros de historia es que los museos se interesen por lo que tú y tus colegas estáis defendiendo.
Shabazz Palaces (Quarzaz)
En 2017, Ishmael Butler formó Shabazz Palaces, un concepto sci-fi con dos álbumes en los que un viajero espacial llamado Quarzaz llega a América (Amurderica) justo cuando Donald Trump es elegido presidente. Quazarz intenta comprender el mundo moderno. Su primer álbum Quarzaz vs. The Jealous Machine trata sobre la obsesión de la sociedad con las redes sociales y los teléfonos móviles. El segundo, Quarzaz: Born on a Gangster Star, analiza el papel de la raza en la determinación de las actitudes sociales:
¿Realmente me siento bien aquí en los Estados Unidos y en el mundo, siendo una persona negra (sic)?
Observando mi alrededor, comencé a sentirme un poco alienado respecto a las redes sociales y la política. La forma en que podría expresarlo era imaginarme siendo una persona de otro lugar, un forastero de otros mundos.
Estos dos discos van acompañados de un cortometraje dirigido por Nep Sidhu, y un cómic de tirada limitada ilustrado por Joshua Ray Stephens. Este dúo de hip hop cuasi marciano atribuye el uso de percusión africana y matices de jazz a las preferencias musicales de su familia. Los cuásares somo metáfora de la explosión cósmica y fuerza creadora de nuevos planetas, galaxias, universos. Al crear música, creamos mundos nuevos. El nacimiento de nuevos comienzos.
La idea es recordar el futuro.
Candice Hoyes
DJ Spooky y Meshell Ndegeocello, que surgieron en la década de 1990, también han hecho importantes contribuciones al afrofuturismo desde sus letras, estética o sonidos. Más recientemente, artistas como Flying Lotus, Future, RZA, Thundercat, Moor Mother o la cantante y compositora Candice Hoyes, han aportado su granito de arena.
Graduada en Harvard y con un título de la Universidad de Columbia, Candice es una artista intelectual cuyo EP Blue Lagoon Woman de 2021 ejemplifica varias características afrofuturistas. Su erudición sobre personajes clave de la cultura afroamericana representa una desviación notable de la práctica habitual de aislar la creatividad y el análisis crítico, y las texturas de su sonido también ejemplifican el afrofuturismo. Uno de sus temas incluye el poema ‘Tired‘ (Cansado, de 1930) del poeta renacentista de Harlem Langston Hughes ambientado en un paisaje sonoro afrofuturista lírico.