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Los próximos 14 y 15 de enero se representará en el Teatro Central (Sevilla), Archipiélago de los Desastres, de la mano de Isabel Vázquez. Una pieza que en otoño pasado fue estrenada en el Teatro la Alhambra (Granada), y que ha recibido una muy buena recepción, así que no perdamos esta oportunidad de seguirle la pista a este creadora, docente y bailarina andaluza, quien ha cosechado una trayectoria que pocos han alcanzado a nivel nacional, en el campo de las artes escénicas contemporáneas.

 

Tras ver, recientemente, las piezas Laika y La Maldición de los Hombres de Malboro de Isabel Vázquez, percibo al menos con estos trabajos, que se nos abre un campo a nosotros los espectadores, a repensar el qué entendemos por vulnerabilidad. Esto es: desde hace años llevo defendiendo que el mostrarse vulnerable ante los demás, no es común que sea entendido como un síntoma de que somos seres frágiles e inestables. En pocas ocasiones se concede a un ser humano sincerarse, mostrándose tal cual es, cuando está en un momento de plena exposición.

En Laika, el personaje del astronauta se mantiene al margen de la fiesta que se está representando a través del resto del elenco de esta pieza de calle, hace de las veces de espejo, de algo con que nosotros los espectadores nos podemos sentir interpelados, en tanto y cuanto, porque todos nosotros hemos interpretado ese papel: un ser que ve desde la distancia reproducirse una serie de dinámicas sociales y demás, en las que éste no se termina de sentirse invitado, como si ello fuese propio de los habitantes de un planeta que no le es propio. Mientras en el caso de la La Maldición de los Hombres de Malboro, se podría extraer (entre otras cuantas cosas), que existe una tensión entre los personajes de la misma, porque nadie se atrevería a salirse de las normas propias de las masculinidades hegemónicas que se les adjudica a todos aquellos que se les ha asignado el género masculino al nacer, y ello supone tener que asumir una suerte roles de género. De esta manera, ambas piezas se complementan al plantearnos que nosotros los seres humanos, nos desenvolvemos en contextos en los que tiene más peso reproducir ciertos comportamientos para ganar la credibilidad y aceptación del grupo, que el mostrarse tal cual uno es en medio de un estado que aunque sea pasajero, no quita que muchos no tarden de tomarlo como pretexto para deshumanizar a gente, que se les ha presentado como  seres que se han acercado a la cierta “insuficiencia”.

Lo anterior me remite a la presentación que se ha hecho de Archipiélago de los Desastres, la cual versa así:

Tras el éxito de La maldición de los hombres Malboro, la coreógrafa y bailarina Isabel Vázquez afronta una nueva producción para 7 intérpretes con la que sigue consolidando una trayectoria reconocida a nivel nacional.

A Isabel Vázquez le gusta contar historias, por eso, detrás de sus trabajos siempre hay una dramaturgia. Los temas que trata, habitualmente, son reflexiones e inquietudes sobre la sociedad en la que vivimos. Considera que, con la danza, al igual que con el teatro, tenemos una responsabilidad social.

Isabel, por tanto, necesita las palabras para apoyar al movimiento, para que la comunicación con el espectador sea muy directa, y para eso las palabras son imprescindibles. En este caso los autores creativos de los textos son Javier Berger, David Montero y Silvia Nanclares. El humor surrealista de Javier, la acidez y la poesía de los textos de David y la visión femenina de Silvia y su relación entre la vida íntima y la creativa.

La idea creativa de Archipiélago de los Desastres comenzó con la reflexión sobre el poder de la vulnerabilidad. Un intérprete, para ser creíble, auténtico y original, ante todo debe ser vulnerable. Y con la vulnerabilidad como herramienta se puede llegar a lugares a los que jamás llegaríamos desde la seguridad, ¿por qué un tesoro como ese no lo usamos en nuestra vida diaria? 

 

 

Archipiélago de los Desastres de Isabel Vázquez nos permite escoger con qué sensaciones salir del teatro

 

 

 

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