Estos profesionales asentados en Madrid, se focalizan de su lectura Esferas de la Insurrección de la filósofa brasileña Suely Rolnik, en la idea de que profundizar en algo también pasa por trascender las “reglas” que dieron lugar a su punto de partida, para que a través de tener una base sólida, la caída no sea al vacío. Así, el “fallar” no irá más allá de un contratiempo, y el acertar será el producto de un ejercicio de emancipación.
Elisa Forcano, María Cantero y Marci Debreczenyi interpretaron un trabajo en el que, nosotros los espectadores, hemos de dar de nuestra parte de cara a descifrar cuál es la lógica interna que, da lugar a que escenas aparentemente inconexas, hayan conseguido estar conectadas a través de “portales” que aparecen y desaparecen, gracias a un diseño de iluminación (a cargo de Pilar Valdelvira) que nos “teletransporta” a tantas dimensiones como los integrantes de Colectivo Germen han explorado para con la configuración de Caminando. En esta línea, las pautas de interpretación y movimiento son el puente extra cotidiano entre el “mundo de Caminando” al acto escénico. Puesto que, si ellos no se hubiesen dispuesto las condiciones materiales y formales para compartirlo con nosotros, esto se hubiera quedado en un acto privado e incomunicable.
Por tanto, los integrantes de Colectivo Germen dieron con la fórmula que hizo que cada una de las escenas sean imprescindibles, y a la vez cupiesen otras cinco o veinte más. En Caminando hay lugar a lo trágico, a lo lúdico, a lo bizarro…, con una plasticidad que se sublimó, con su danza con aquellos rollos de papel en la parte final de la pieza. En donde emergieron esculturas de gran escala, “ríos” cuyos cauces no se revelaron. De lo contrario, ellos no hubiesen sido consecuentes con lo que han planteado a lo largo del desarrollo de la pieza. O dicho de otro modo: En Caminando nada sale de la nada, y la Totalidad está deambulando en la nada. Ya que, al fin al cabo, estos profesionales no rinden cuentas a nadie, pero tampoco es que hayan desatado una “rebelión” contra los fundamentos de las artes escénicas contemporáneas.
Lo cual supone que, en el caso de que ellos hayan recogido “desafectos” de parte de sus espectadores, hubiera sido por falta de afinidad y de comprensión. Y justo ese es el espíritu que permite que una investigación escénica contemporánea aflore. Porque si uno no justifica y no se atreve a “salirse de la pista”, uno termina interpretando el rol de “ejecutor” de lo que unos “pioneros” en “tiempos ancestrales” introdujeron con éxito en nuestro imaginario colectivo.
En paralelo, Caminando me parece una pieza muy gustosa de visionar y analizar. No sólo porque hay momentos en el se te sale la sonrisa por lo loco que es a veces es todo; sino que además, a uno le apetece sumarse a ellos en escena, tras tener claro cuáles son las “pautas que toca” interpretar. Si es que Elisa Forcano, María Cantero y Marci Debreczenyi han reproducido en el escenario del Teatro TNT, un espacio de juego y de convivencia el que sería ideal que todos nos reservásemos un tiempo a la semana a visitar, independientemente de cuál sea nuestro oficio. Así, el haber adquirido conocimientos y experiencia en danza contemporánea y teatro físico se dota de mayor contenido político, en tanto y cuanto que uno amplía los contextos en los que podemos conocer a los otros y a nosotros mismos, a través de nuestras interacciones con los otros. Eso sí, sin caer en trivializar a estas nobles disciplinas, que están destinadas, entre otras cosas, a hacer filosofía y poesía del ser humano, y de lo que lo excede.
En definitiva, Caminando me ha sorprendido y cautivado. Sinceramente, esta es una de esas piezas a las que podemos consultar a la hora de dar sentido y consistencia a una creación rabiosamente abstracta, cuyo contenido no remite a nada en concreto, dado que se significa por sí misma.