Los próximos 21, 22 y 23 de mayo Danza Mobile estrenará en el Teatro la Fundición de Sevilla, Castigo de Dios. Una obra que promete desvelarnos que con las amplísimas posibilidades que tienen las artes escénicas, uno puede conocer a los protagonistas que han marcado un antes y un después en la historia, sin que parezca que se está en el colegio preparándose para aprobar una asignatura más.
Es fascinante lo lejos que puede llegar la labor pedagógica que lleva desarrollando Danza Mobile con todos su proyectos, y desde luego cuando salen a escena a presentarnos un nuevo montaje, no es una excepción. Lo que he visto hasta ahora de esta compañía andaluza, de algún modo u otro se incluye en los contenidos de sus piezas, la realidad de las personas con diversidad, o bien vemos a personas con diversidad como uno más. Y no necesariamente nos encontramos que se explicita que hay personas de dicha condición involucradas en los montajes, sólo están allí interpretando.
Lo anterior puede parecer trivial, pero desde luego a mí no se me ocurre una mejor manera de visibilizar la realidad de las personas con diversidad, a la vez que se dignifica su condición. Lo digo porque tengo la impresión de que no podemos caer en el juego de actuar como si las personas con diversidad no existiesen (por más que se tenga la buena intención, de que con ello se contribuye a una mayor inclusión de las mismas), siendo que lo primero es conocer su realidad para así saber en qué terreno ellos se mueven, y bajo qué presupuestos nos hemos relacionado con dichas personas. Lo cual demuestra que lo más fructífero es ponerse manos a la obra, y empezar reconducir las cosas para que todos los seres humanos seamos vistos y tratados como seres humanos; tomando en cuenta que la definición de ser humano, integra una pluralidad amplísima.
Desde luego, si uno se acerca a la sinopsis de Castigo de Dios nos encontramos con que Danza Mobile ha estado explorando formas creativas de dar a conocer, una parte de la historia de las personas con Síndrome de Down. Al tener como protagonista de esta pieza al Doctor John Langdon Down (quien entre otras cosas, se origina el nombre de las personas de esta condición, dados sus estudios al respecto); así se revela que si no fuera porque las personas que componen a esta compañía quizás el público general que acudimos a los teatros, no nos llegaría esta información, a menos que estemos familiarizados en nuestras vidas particulares con ello. Lo digo basando el hecho de que aunque se sabe que las personas con diversidad existen, apenas se habla de ellos, la mayoría de las personas que componemos esta sociedad pocas veces habremos tenido contacto directo con estas personas. Cosa que los invisibiliza, y a la vez nos ha privado de herramientas para saber estar desde el respeto y la convivencia entre nuestros semejante, y con el tiempo, dejemos de referirnos a las personas de este colectivo con un “ellos”.
Sin más dilaciones, les dejo con la sinopsis de esta pieza:
“El espectáculo nos presenta el imaginario y sugerente instante justo después de la muerte y antes de la subida al paraíso o bajada a los infiernos del Doctor John Langdon Down, médico británico que estudió durante más de tres décadas el síndrome que lleva su apellido, fallecido en 1896.
El Dr. Down llega a una especie de ‘limbo celestial’, donde le recibe el mismísimo Dios en persona, acompañado de un Angelito y un Diablillo. Dios, que no resulta ser otro que una joven muchacha que un día de tormenta ayudó al pequeño John a resguardarse de los truenos, refugiándose de la lluvia y el miedo bajo un cobertizo.
A través de varias canciones y anécdotas de la vida del doctor, éste va descubriendo que realmente ha muerto y de él depende lo que le ocurrirá a su alma los próximos milenios de eternidad.
Obviamente pasa del descrédito al asombro, de allí a la negación, la rebeldía y la depresión… hasta aceptar su destino y entregarse de lleno a este ser tan especial que resulta ser su único Dios personal e intransferible.
El espectáculo termina con un bello epílogo que el doctor realiza en forma de disertación ante un nutrido grupo de colegas médicos, durante un congreso internacional, donde resalta y afirma sus descubrimientos y conclusiones acerca de lo singulares que son aquellas personas ‘distintas pero únicas’ por su capacidad de ver la esencia de los humanos”.