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Que la poesía se acerque a la música o viceversa debería ser un hecho que debería darse más a menudo debido a las obvias razones que las unen. Sin embargo no se da tanto como desearíamos. Aún seguimos degustando La Máquina Del Mundo, la osada grabación de canciones de Roger Wolfe y Diego Vasallo, ambos con sus letras de decadencia y vida… o si nos vamos más lejos en el espaciotiempo, la póstuma obra de The Doors, An American Prayer, donde los músicos dieron perfecta harmonía a los poemas que Jim Morrison dejó grabados en antiguas cintas.

Ahora, un poeta, pronto novelista, natural de Málaga, y un rostro conocido, la madrileña Christina Rosenvinge, se unen con un mismo empeño en una actuación a la que por nombre le han dado Antagonistas. No quedaría más que sentarse y disfrutar, sin embargo, previamente ambos han tenido la oportunidad de discutir con ACHTUNG!  ciertos aspectos relevantes de esta brillante idea.

Revista ACHTUNG: ¿Cómo surgió la idea de Antagonistas?

Christina Rosenvinge: De una manera muy natural. Nos encontramos en Ojén, en un festival, y empezamos a hablar y nos dimos cuenta de que teníamos mucho en común en nuestros textos. A partir de entonces, Alejandro me dejó escribir el prólogo de Nódulo Noir (Renacimiento, 2012). Cuando se presentó este poemario en Estepona intercalamos canciones y poemas y nos gustó mucho el resultado. Ahora lo que estamos haciendo es ir un paso más allá de eso, es decir, poner los textos al lado de las canciones de manera que haya una relación más íntima entre ambas.

¿Qué tienen en común ambas creaciones?

Hay unas referencias muy claras, miramos hacia los mismos sitios, nos influyen las mismas cosas. No sólo eso. Ponerte en una situación de subordinación al trabajo de otro siempre te hace crecer. Para mí poner mis letras al lado de sus poemas tan bien escritos me obliga a medirme con él. Por otro lado, la poesía tiene gran parte de música. Si lo intercalas entre canciones tiene otro sentido. Es casi como un experimento, donde dos generaciones, hombre y mujer, música y poesía confluyen en el mismo sitio. Mi conclusión es que hay que mezclarse más. Esto ya no es tocar con tus amigos del colegio o de tu edad, sino aventurarte en otros sitios sin red. En España las disciplinas se mezclan poco.

¿Cómo se articula Antagonistas?

La cuestión es utilizar la palabra como instrumento, casi sustituir el arreglo musical por palabras. Todo eso produce una especie de efecto hipnótico. He tomado como referencia cosas así que hace años vi en Nueva York. Allí es muy normal que un músico escriba o que un poeta también toque. No sé por qué en la sociedad americana se encuentra mucha gente que hace las dos cosas. También en Europa, claro. Hay toda una estirpe. En realidad es reivindicar una tradición que aunque ahora parezca muy moderna ha existido durante todo el siglo XX.

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La actuación promete novedades en muchos sentidos. Por un lado el poemario Nódulo Noir, presentando “a la Enfermedad como método corrosivo, como medio eficaz para forzar la cerradura de la imperturbabilidad”, y las canciones de siempre, y otras nuevas, compuestas “con la idea de Antagonistas ya en mente”  de Christina. Además de haber publicado una antología llamada Un Caso Sin Resolver, con cuatro CDs y un DVD, Antagonistas es casi una continuación de la gira de La Joven Dolores, y no es casualidad.

Christina Rosenvinge:  La Joven Dolores es mi trabajo más literario. Hay muchos relatos, textos muy poéticos. En este sentido es el más ambicioso.

La historia es simple. Los representantes del Teatro Quintero de Sevilla vieron la actuación de Christina y Alejandro en el Fnac de Madrid, y fueron invitados a presentarlo.

Christina Rosenvinge: Lo normal es empezar por sitios más pequeños. Fue estupendo que el Teatro Quintero viera la presentación en la Fnac, un adelanto de esto, y les interesara.

Christina es uno de esas artistas que no quiere aburrir. Empezó interpretando pop sin concesiones de los años ochenta, sacó las guitarras al empezar en solitario en los noventa. Su etapa en Nueva York dejó su sonido más áspero y suave a la vez en el idioma de Shakespeare, y ahora, de vuelta a la música en castellano, parece ser una especie de combinación de todo. En su empeño en no aburrir, no es de extrañar que tenga la vista y los oídos en todo.

Christina Rosenvinge: “Últimamente escucho artistas nuevos como Lorena Álvarez. Me encanta. Me parece un soplo de aire fresco en el pop nacional. Un disco de siempre, puede ser el primero de Colin Blunstone, One Year”.

La obra de Alejandro Simón es tan breve como prometedora, porque “no hay un rumbo determinado”. Publicando desde 2001, con El Guiño De La Chatarra (2010) y Nódulo Noir el poeta empieza a darse a conocer a una audiencia más amplia.

Alejandro Simón: “Ambos surgieron de forma natural y no siguen una línea continuista. Es una evolución. No sé hacia dónde”.

El poeta tiene como aliados tanto a Góngora “en su musicalidad”, como a Cernuda o a Bob Dylan, Nick Cave, Frank Zappa…

Alejandro: Formaron parte de mi educación musical, sentimental, emocional y vital. La música ha sido tan importante como la literatura. Hay gente que considera la música como algo por debajo de la literatura. Yo tengo tanta influencia de David Bowie como de Juan Ramón Jiménez.

El de Málaga resucita de repente a Alejandro Sawa, olvidado de las letras, un hecho sintomático de nuestro antagonista, que no para de señalar y nombrar referencias en su obra y fuera de ella autores de lo más variado, llenando sus palabras de nombres propios archiconocidos o rescatando a otros del olvido.

Alejandro: De pequeño leí su biografía de David Bowie y decidí que era la vida que yo quería tener… y hay otro bohemio de Sevilla, Alejandro Sawa… era un tío muy maldito… ese tipo de vida de canalla me influyeron; la idea de llevar la vida a un grado más. Esto estimula. También Nick Cave y Leonard Cohen. Son gente que está en mi cabecera musical. Estoy escribiendo un ensayo acerca de un autor de Salamanca, Juan Antonio González Iglesias. También Robert Lowell o Gil de Biedma están bien presentes en mi cabeza. Roger Wolfe en su etapa menos convencional. Diego Vasallo es uno de los grandes compositores actuales que hay en este país.

ACHTUNG!: Enfermedad y belleza son los ejes de Nódulo Noir…

Alejandro Simón: Enfermedad y belleza en el sentido romántico. La posición no conformista con lo que hay, como síntomas de una convulsión de que yo existo aquí y ahora. La enfermedad como posicionarse en un sitio distinto, no aceptar las cosas como son. Esto es lo que me acerca a Christina, no dejarse llevar por la corriente.

Alejandro Simón, está en una etapa bien activa, que intenta llevar con calma, y prepara novela.

La estoy dejando reposar. Le cambio el título cada día. Ya tengo editorial y todo. Saldrá el año que viene. No estoy de acuerdo en la idea de tener prisa por publicar. El año que viene me gustaría sacar tanto la novela como otro poemario.

¿Impulso o ingenio?

La cuestión es combinar las dos. Si tuviera que elegir una, sería el ingenio, consolidar el impulso.

¿Cómo será Antagonista?

Queremos interactuar muchísimo, no quedarnos cada uno es su parcela. Yo estoy arrancando en la música de Christina y ella toca durante mis textos. La idea es llevarlo hasta confundir los géneros.

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“Yo también desde pequeño

Soñé con ser el poeta que explicase a los niños

La historia de los pájaros”

Así de contundente, en homenaje a Alfonso Costafreda, a modo casi de patersnotrum del poeta, comienza Antagonista. El Teatro Quintero sólo iluminado por estrellas eléctricas está mudo ante el poeta de negro y la cantante “disfrazada de él”, como afirmó cuando mediante unas breves palabras, hicieron del sitio y del momento un entorno más distendido. La poesía en los poemas de Alejandro llama a la solemnidad de bajos fondos, de desafíos de decir adiós a la juventud, de guerreros, chamanes y travestis. Y Christina entona una novedad, “Pobre Nicolás”, que comienza con «Látigo de luz / suma precisión«. Conforme avanza la actuación, nos damos cuenta de que son las canciones con más aristas, dentro de lo que cabe, las que más casan la poesía de Alejandro y las canciones de Christina. Luego, temas como “Jorge Y Yo” o la hermosísima “Animales vertebrados” o (un tema de Christina con unos versos por los que  Alejandro “daría un brazo”) Canción Del Eco le dan el contrapunto total a los versos del escritor. Es en este momento en el que entendemos lo que el malagueño llamaba “enfermedad y belleza”, a diferencia de otras que se oyeron, como “Tok, Tok” o “Alta Tensión”.

Los versos y las canciones se suceden, se solapan, se entremezclan, y Christina canta, toca, Alejandro recita, y luego hace coros y después recita Christina, y Alejandro toca el stylophone. La actuación no sigue una línea. Los poemas de Alejandro son ágiles, sinuosos, oscuros, evocan y transmiten tanto que algunos te provocan quedarte en ellos y perderte los demás, buena señal e inconveniente para no perder detalle. Es el caso de versos como:

Para guiar mi prendimiento

He derramado litros de cera sobre tu cuerpo

Esperando que así creciera una llama,

Pero tu piel siempre responde con una 

Miserable quemadura que parece el mapa

De un país arrasado en el que sin quererlo

Sobrevives, y en el que hasta pareces feliz.

Christina interpretó al teclado y a la guitarra acústica y eléctrica, llegando a dar ambiente eléctrico a los versos de Alejandro con dosis certeras de feedback. La interacción en “Eclipse” y “White Hole” pudieron bien ser de lo mejor de la noche.

Parecía que todo acabaría con “Anoche (El puñal y la memoria)”, pero aún nos quedaría escuchar y disfrutar de la ironía de la  ranchera de tonos réquiem que es “Muertos O Algo Mejor”.

Dos artistas en busca de lo que ya tienen, no aburrirse, no anquilosarse, seguir adelante, siendo antagonistas de versos entre ellos, y de ellos mismos, para no volver a repetirse. No es de extrañar que ya haya dos fechas confirmadas para Antagonistas. Y la escena acaba con el cronista, que se retira con las manos manchadas “en la faena de hacer memoria”.

 

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