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Cimafunk en Noches del Botánico: el huevo duro y bien pega’ito. El huevo es elemento esencial en la archifamosa receta del arroz a la cubana. El plátano se come pelao’, claro.

Foto: Víctor Moreno

Foto: Víctor Moreno

 

Cimafunk, una de las nuevas estrellas de la gloriosa herencia musical cubana, encendió la capital del reino con su tumbao, su flow y su funk afrocubano en las Noches del Botánico que, de por sí, ya venían calientes, aunque por cuestiones más meteorológicas que hormonales. Su repertorio brilló repleto de metáforas, analogías y todo tipo de figuras literarias que remiten a las comidas que se preparan en las cocinas del mundo y las que se rematan en los colchones (en su mayoría, vamos) del mismo.

Erik Alejandro Rodríguez (Pinar del Río, Cuba, 7 de abril de 1989), es cantante, compositor y productor discográfico autodidacta. Alias Cimafunk se presentó en Madrid en medio de la gira promocional El Alimento World Tour de su último trabajo discográfico, El alimento (Terapia Productions-CIMA01-CD Records, 2021). Coherentemente, el cimarrón del funk se mostró como el hombre-objeto de deseo, el que se ofrece sin complejo alguno. El que, como sabiamente dice una videobloguera de su tierra, repite “me siento bueno, me siento chupable y hasta el palito masticable”.

Su nombre artístico hace referencia a los esclavos que se escapaban y se refugiaban en los montes y palenques más calientes del caribe, ahí donde ya nadie les iba a ir a buscar, pues tal era el calor. El sacrificio valía la pena porque la idea era ganarse su libertad. Cimafunk reivindica sus orígenes africanos y reúne diferentes herencias melódicas – el funk, el blues, la rumba, la salsa – que vienen de la misma raíz, pero han tomado trayectorias diferentes.

Con solo dos álbumes y un EP, su carrera ya era meteórica, hasta que en 2021 obtuvo la bendición del gran Papa del funk: George Clinton aka Dr. Funkenstein. Ahí es nada. Y anoche, su estampa fue la de un músico ganador. La photo-finish de su calenturienta actuación habla por sí sola: un hombre joven multi talentoso y ninfo tropical de piel canela, rodeado de casi treinta féminas -del público- perreando como si no hubiera un mañana. Mueve tu cuerrrpa (sic) en el piso de una manera intelectual, cantaba el muy. Y nadie se quejó de cosificación de la mujer, machismo, lenguaje inclusivo, sexismo, bla bla bla. Al contrario, se espera un repunte de nacimientos de bebés para marzo o abril de 2023.

Yemayá y Oshun, las semidiosas orisha de la fertilidad, el amor y la sensualidad deben ser familiares suyas porque de otra forma no se puede entender tanto carisma y tanta hormona desbocá.

La noche arrancaba con «Caramelo», ocho músicos en escena y el cantante en su mejor look James Brown. Y, de entrada, el tío anunciándose como un gigoló: lo que te pone ¡uy uy!, ¡arrrrrrrh! lo tengo yo. Y la melcochera, como no iba a ser de otra manera, se formó.

Foto: Víctor Moreno

Foto: Víctor Moreno

 

Después pasó a cantarle al respetable público eso de que «Yo lo que quiero es cocinarte», que estaba obsesionado con las cuerrpas que veía por ahí, las que veía a través de unas gafas de sol de marco cuadrado rodeado de brilli, brilli. ¡Hola, Madrid! Suelta, como si nada. La gente encantada ante una letra de tal canibalismo. Tercera estocada: recordarnos que una prenda imprescindible en el cosmos Cimafunk es la lycra. «Caliente», gritaba el señor ese. Ponte la licra esa y goza, mami.

El sonido y las luces eran espectaculares, resultado de un equipo técnico en harmonía.

«Rómpelo», su dúo con Lupe Fiasco, rompió los amplificadores del recinto. Y se escuchó bien claro ese mensaje de resiliencia y autoestima: aquí cada uno a lo suyo, no te me vaya’ a acomplejá. La madrugada es tuya, haz lo que te dé la gana. Y, por arte de magia, sus dos coristas (alias Lady Cacao y Sierra Cacao) se convirtieron en saxofonista y trompetista, meneando los instrumentos (que para entonces ya no distinguía una cosa de la otra) con una naturalidad pasmosa.

Cimafunk y su segundo percusionista (más adelante habría striptease de este último) cantaron «Te quema la bemba» como si fueran Starsky and Hutch. Si la carne no ablanda, machuca. Machuca los ajo’ pa’ el mojo e’ la yuca. Sopla la salsita caliente. No entendía este servidor por qué nadie llamaba a las autoridades, esa Sex Gestapo siempre dispuesta a censurar lo bueno. Como si fuera poco, prosigue el repertorio tras la pregunta, ¿A ti te gusta la papa? ¡Síi! Gritan todas, embrujadas. Pues, coje papa. Responde.

«La Papa», de su EP Cun Cun Prá, redunda una vez en más los beneficios de meterse cosas a la boca. Traigo la dieta que tu cuerrpa necesita. Ya está condimentá, prueba y tu verá’ que rica. No vaya’ por ahí pasando hambre. Sensualidad, picardía y musicalidad a borbotones. Fue entonces cuando deduje que a Maluma nunca le permitirán cantar lo mismo porque es guapo. ¿O por ser el producto de una radio fórmula que vende, pero no sorprende?

Las luces bajaron y llegó el momento de la love ballad del nuevo álbum. Cimafunk dedicó «Salvaje» a la gente de su tierra. «Sal de lo malo», en cambio, resalta la sabiduría de las abuelas: cuando ellas hablan uno se calla. También aquí, el consejo tiene que ver con el eros: no jugar con la mujer ajena, que al final sale caro. O la escena ya clásica del error que ha dejado a más de un tío en bolas colgando de la cornisa, perdiendo dignidades y ropas por igual.

Foto: Víctor Moreno

Foto: Víctor Moreno

 

«Beat con flow» el single del 2020 con Mista Savona, devolvió al auditorio el tono funk electrónico. Esto está súper pegado, relaja la cuerrrpa, mami. Llevar la vida con calma, bienvenida la inteligencia emocional, invocar la alegría. Dar candela a los problemas. A lo malo no hago caso. No estoy pa’ lios, siempre conectado con mi tribu.

«El reparto», es la oda hiper molona al funk verdadero: sudoroso y oloroso. O no es funk. Porque el funk es libertad, como dice Miguel A. Sutil, gurú del género en España. Apretá la carne esa que tienes al lao’.

En «Paciente», del primer álbum (Terapia, 2017), Cimafunk se transformó en alias Doctor Sex. ¿En qué tu andas, muchacha? Lo que necesitas no es una pastilla. Tengo un par de técnicas nuevas. Te tengo chicharrones, ven pa’ que adobes esta carne. Diagnosticó el señor del micrófono: hay que abrirte consulta to’ los días. ¡Qué mal tú estás! Aguaaaaa. Y cerró el concierto con «Me voy», muy astuto el gigoló: Me voy pa mi casa, pero si tú quieres me voy pa’ la tuya. Dejando así tamaña responsabilidad a la otra – o al otro, que ca’uno sabe bien lo que hace en su casa. Mamá, ¿Qué será lo que quiere el negro? Sonaba en sample esa gran canción del trópico.

Sin embargo, pareció que más de una se negaba a permitirle al mozo su merecido descanso, porque una estampida de mujeres fuera de sí, irreconocibles para sus perplejos maridos, por poco lo asfixian. Me voy pa mi casa, ¿quién quiere subir aquí conmigo?  Si tú lo quieres te lo doy: el chucu, chucu, chucu mami.  Yatusae.

El primer bis, «Funk Aspirin», fue el primer single de El alimento. Y mejor aún, el dúo hiper guay con George Clinton, un enamorado de la música cubana. Te veo tensa, pon la cuerrpa bajo presión. Deja que el bum del beat se cuele y te revuelque, y te ponga sinvergüenza. Esa actitud no te conviene, tanta finura te da dolores de cabeza. Un muy sentido saludo en diferido a Doña María Dolores de Cospedal y Dolientes.  El segundo bis, «Alabao», un slow dedicado a los hermanos y hermanos de su hermosa isla (La furia que brilla en tus ojos, arde en mi llama). Cimafunk lo dio todo hasta el final. Saludó a su gente de Pinar del Rio y nos dejó a todos, todas y todes sin saber muy bien qué fue lo que había pasado, pero con la sangre plena de funk. Así se quedaron la chica del gorro rosa, los tres tíos barbudos de camisas leñadoras, la señora de bikini y pamela, el profe de secundaria, el director de cine progre, las adolescentes que entendieron que Cimafunk no es Bruno Mars, el luminotécnico recién graduado y el prestigioso publicista pelirrojo emporrao: con ganas de más.

Bendito sean Cuba, el Cimafunk, sus carnes y la madre que los parió.

 

La tribu, como llama Cimafunk a su banda, está conformada por:

  • Batería – Raúl Zapata Suri
  • Percusión – Mario Gabriel Mesa Meriño
  • Bajo – Ibanez Hermida Marrero
  • Guitarra – Diego Barrera Hernández
  • Teclado / Piano – Arthur Luis Álvarez Torres
  • Trombón / voz – Ilarivis Garcia Despaigne
  • Saxofón / voz – Katerin Llerena
  • Percusión / voz – Miguel Enrique Piquero Villavicencio

 

 

 

 

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