Después de la disolución de Camper Van Beethoven, David Lowery decidió crear nuevas composiciones con un amigo de la infancia Johnny Hickman, el resultado fue Cracker. Tras estos veinticinco años demuestran estar a pleno rendimiento con su último doble LP cuya puesta en directo es compacta y se engarza perfectamente con el resto de su discografía: Cracker (1992), Kerosene Hat (1993), The Golden Age (1996), Gentleman’s Blues (1998), Garage d’or (2000), Forever (2002), Sunrise in the Land of Milk and Honey (2009).
Johnny Hickman exhibe una amplia sonrisa en su cara y disfruta cada nota de su Les Paul, mientras tanto David Lowery huidizo, atrincherado bajo su gorra Brooklin y unas gafas de sol, alterna Ibanez y acústica. Ambos crean dúos vocales con voces profundas acompañando notas de guitarra que llegan aún más adentro, para poner los pelos de punta y el aplauso monumental del público.
Los temas de Berkeley to Bakersfield (2014) suenan maravillosamente como base principal del concierto y conviven en perfecta armonía con el resto de álbumes anteriores, enlazando canciones con una rabia contenida para redimir pesares existentes, cerrar heridas o al menos pasar página después del daño causado.
El público en un estado de arrebato místico se deja extasiar por las notas que emanan del quinteto, con ambos vocalistas intercambiando el liderazgo frente al micro, haciendo solos o coros con total fluidez. Desde la triste melancolía del perdedor viendo lo que le rodea en Almond Grove con un estremecedor sonido de pedal steel, hasta el apasionado coro de sus seguidores cuando llega el turno de Low.
No envidio para nada a la gente del Azkena, Cracker hipnotizan más aún en las distancias cortas, pormenorizando sus punteos con fraseos iniciados con suavidad y rematados con el brío caustico de la pedalera, acoplando los finales de cada tema junto a los amplificadores. Esto es más que un concierto, es una unión entre los asistentes con camisetas de Johnny Cash o Hellacopters coreando al unísono y la banda. Unos van solicitando temas, sean o no atendidas estas peticiones, y Cracker encandilan nota a nota.
Como guinda se despiden con una cuasi esperanzadora I See The Light para dejarnos un recuerdo imborrable.