La literatura, como cualquier otro arte, suele ser producto de la creación. Pero no en España, donde la creación artística puede ser hecho punible. También puede haber arte por imitación, salvo que determinados modelos a imitar puedan llevar directamente al calabozo. Asimismo pueden aparecer obras artísticas por oposición, como crítica o sátira de determinados modelos o conductas, y eso ya en España puede significar la pena de galeras, a remar por el Mediterráneo durante varios lustros, dado que ya no se hacen autos de fe. En España, como de costumbre, el método es diferente. La literatura se forma por condensación… poco a poco… sin que se entere demasiada gente… en el silencio de la noche.
Título: “Manual para el correcto uso de la libertad de expresión”.
Género: Manual, pese a que en ocasiones es bastante pedestre, por no mencionar lo bilioso.
Autor: Ministerio del Interior y sagrados númenes y milagrosas vírgenes a él orgánicamente adscritos.
Contenido: los autores nos explican en la primera parte de este indispensable manual el frecuentemente equívoco concepto que la ciudadanía en general tiene de la libertad de expresión, llegando en algunos casos al delirante convencimiento de que serviría para proteger a individuos carentes de cualquier importancia económica de las posibles (y desde luego necesarias) represalias por las opiniones manifestadas. En realidad, como bien explican los técnicos en sistemas de seguridad del Ministerio, se trata de libertad de ex-presión. Esto es, que el ciudadano puede tener cierta seguridad de que no seguirá siendo presionado en tanto en cuanto no se le ocurra escribir, decir, hacer, gesticular o expresar mediante guiños, silbidos, banderas de señales o código morse nada que incomode a los poderosos.
La segunda parte del manual está reservada a las aplicaciones y casos prácticos sobre esta equívoca libertad y su peligroso uso, incluyendo las penas de cárcel que correspondieron en la mayoría de los casos, así como el frecuente error de considerar que existe en España algún tipo de derecho que proteja, por ejemplo, a quienes cuentan chistes de Carrero Blanco, por más que ya hubieran sido contados en su día en televisión (pero mucho antes de que el Ministerio dispusiera del magnífico equipo de técnicos en seguridad de que dispone hoy). Recoge asimismo reconstrucciones didácticas de situaciones en que se aplicaron las normas reguladoras de tal libertad, con indicación del momento preciso en que la opinión manifestada pasó a ser directamente punible en virtud de dichas normas, inspiradas en el humanismo cristiano. En este sentido resulta interesante comprobar que para que los trabajadores de un teatrillo de títeres entren de lleno en el terreno de lo castigable con saña (también en la cárcel) no necesitan realmente pronunciar “¡Viva Al-Kaeta!”, sino que basta con que la expresión sea ligeramente perceptible en los labios de quien cometió la terrible y delictiva impiedad de pensarla antes.
Editorial: La obra ha aparecido en la editorial cristiana Vamos todos con grilletes a María, en la colección Cuadernos Marianos.