Rocío Márquez y Bronquio, este tándem de creadores andaluces del sonido contemporáneo desde el flamenco, presentaron en el Teatro Maestranza su proyecto conjunto Tercer Cielo.
Era de las primeras tardes de toros en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Por todo: el sol quemaba, las sombras eran azuladas, las gentes paseaban elegantes y la brisa era afrutada. Pero a los que yo vi salir al ruedo fueron estos dos artistas, Rocío Márquez y Santiago Gonzalo, alias Bronquio, con algo que, en este escenario, bien podía sentirse arriesgado, aunque para mí sabía que iba a ser un gustazo.
Tenían la pose, el estilo, lo altanero, la cabeza bien alta y el nivel para coronarse. Qué gusto escuchar tantas capas y sutilezas sintetizadas. Aprovecharon el espacio en el que iban a sonar en una fantasía sonora que resultaba casi onírica y lucía fina, sutil y, ya de paso, como un videoclip. La puesta en escena era sencilla, moderna, y se iluminaba apenas. Por momentos. Muy elegante, muy en sintonía con las sutilezas y calidad rotunda del sonido electrónico.
La voz de Rocío Márquez nos traería a tierra si no fuera porque no falla. Es sencilla, la reconoceré, será indudable, desde ahora, porque se desplegó dentro su nuevo registro una y otra vez y se quedó. La he escuchado hace tiempo con voz añeja, jonda, pero ahora es nueva, más suya, pero con la técnica depuradísima. Hay otra voz en este proyecto conjunto, la de Livia Marín, alias 41V1L, una habitual de las grabaciones del joven jerezano y que grabó junto a la cantaora la rumba “De mí”, pero en esta ocasión la recitó el propio Bronquio.
Todo fue como lo pensaron, eso se nota, creo que les salió muy bien. Pero, aunque fuera de lo habitual para estas lindes, no incomodaba, en el buen sentido escénico. Y quizás no en conciertos, pero sí me gusta que me den empujones desde una escena más teatral. Será la globalización, pero esta puesta en escena es muy de este mundo y sin duda viene bien que lo traigan a colación y nos sirva para estar en el candelero. Ante todo, ole saber lo que se quiere y tener el arte para lograrlo.
Poniéndome a mí primero
Y haciendo mi voluntad
Por ser reina en mi agujero
Perdí yo mi libertad
La sensación al verlos juntos en escena fue de gran complicidad, de una Rocío Márquez segura de sí misma, honesta y disfrutona que estaba haciendo su voluntad gracias a haberse encontrado con este otro talento. Ella hace tiempo que marcó su estilo saliéndose de la línea flamenca tradicional y con este encuentro juega y retoza creando paisajes bellísimos con sus letras, que fluyen a la perfección con la elegancia de este músico electrónico.
Por cierto, no era sólo primavera y había corrida en la plaza, era el día del trabajador. El proyecto de estos dos es una gran faena, un trabajazo, de los buenos. Fueron ellos los que nos pidieron las orejas y esa ausencia de toses nerviosas, que admito esperaba en los momentos más inoportunos, hizo de la tarde un templo, de la Maestranza un aliado y de nuestras orejas una ofrenda.
Movimiento escénico y coreográfico: Antonio Ruz
Vestuario y espacio escénico: Roberto Martínez
Diseño de iluminación: Benito Jiménez
Espacio sonoro: Javi Mora
Concepto y dirección artística: Emilio Rodríguez Cascajosa y Juan Diego Martín Cabeza
Letras: Carmen Camacho, Rocío Márquez, Macky Chuca, Luis García Montero, Antonio Manuel, Livia Marín, Santiago Gonzalo, San Agustín, Federico García Lorca, Miguel de Unamuno y Antonio Mairena