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Steve Wynn, la cabeza pensante en The Dream Syndicate, deja la Telecaster y se enfunda una Guild acústica para repasar sus grandes temas sólo en el escenario. Completa esta noche memorable en la Sala X de Sevilla: Germán Salto y los mancunianos Fruit Tones. Delicatesen Total.

 

A la hora en la que se supone que no ha comenzado nada, Germán Salto apareció en el escenario. El madrileño es conocido por su enfoque artesanal y atemporal en la creación de canciones, de ahí que entre sus influencias estén Burt Bacharach, Tom Petty y Brian Wilson. Tiene aún sólo tres discos en los que despliega un Pop de siempre (del que no harta) en castellano con elegantes arreglos de cuerda y melodías cautivadoras. Sin duda iríamos a verle en un concierto sin el reclamo de otros artistas.

 

Steve Wynn. Foto: Juan Antonio Gámez

 

Luego apareció sobre las tablas el californiano Steve Wynn, embarcado en su gira acústica europea. En octubre le tocó el turno a Sevilla, una de las diez ciudades peninsulares donde actuó, y fue en la Sala X, ¿Dónde si no? Se trataba de una gira con canciones de toda su carrera en solitario y de sus diversas bandas. Dado que el programa de la velada era extenso (y más breve se nos hizo), las actuaciones no pudieron ser muy extensas.

El recorrido musical de Steve Wynn es amplio. Su carrera musical diversa abarca varias décadas. Comenzó con The Dream Syndicate en 1982 y su álbum debut The Days of Wine and Roses, que marcó un hito en la escena indie rock. Se trataba de un trabajo que ayudó a definir una era musical, capturó el espíritu de una generación y se convirtió en un referente de la música de la época pese a estar influido en por el grunge de Crazy Horse, la energía de Velvet Underground y la intensidad de Dylan. También su variedad de estilos, desde rock enérgico hasta psicodelia atrevida. Gran banda, gran álbum y (casi) un solo e imparable compositor. Wynn tiene en su haber más de diez álbumes en solitario e infinidad de proyectos con otras bandas, destacando Australian Blonde (que sí, que sí) y The Baseball Project (en el que está Peter Buck, guitarrista de R.E.M.). Destaquemos su álbum en solitario Crossing Dragon Bridge (2008), por buscar cierta unanimidad, que es un abanico de estilos que va del elaborado pop orquestado hasta lo experimental con un toque USA, pasando por psicodelia y oscuro rock barroco. Demasiadas palabras para decir discazo. Además, el álbum presenta emotivas canciones de cantautor, que es lo que vimos y vivimos aquella noche de octubre.

 

Steve Wynn y Germán Salto. Foto: Juan Antonio Gámez

 

El repertorio de aquella noche fue esto, ni más un menos, aderezadas de algo de humor e ironía. Las letras de Wynn se destacan por su sofisticación (y lo opuesto), y así logra un equilibrio entre lo épico y lo íntimo, con un sentido poético que es a la vez robusto, como su forma de tocar la acústica, y conmovedor. Wynn demostró que necesita poco o menos para crear un espectáculo emocionante. Comenzó repasando piezas icónicas del repertorio de Dream Syndicate, amagando como final con The Days of Wine and Roses y pasando por Journeyman y Fernando de The Baseball Project. El final estuvo a cargo de The One I love de R.E.M. con Germán Salto, y finalizando con Amphetamine que publicó con Miracle 3.

 

Podríamos resumir diciendo que Wynn en su extenso legado es un músico en evolución, que explora nuevos sonidos y estilos, que es lo que no vimos aquella noche, porque aquello fue una velada tranquila, sencilla e intensa, llena de emociones… Es curioso decirlo así de manera tan trillada, porque la actuación fue de todo menos prosaica.

 

Tom Harrison – Fruit Tones. Foto: Juan Antonio Gámez

 

Y luego, llegaron para gran sorpresa de los desinformados, Fruit Tones. Esta banda de Manchester es de esas que encuentran su fuerza en la sencillez, algo que suele acabar sonando a trivial. Pero con estos tres locuelos todo es vivo y auténtico, palabra muy seria teniendo en cuenta que hablamos de una banda de Garage, aunque quizá suenen a, más bien, un borrón donde confluyen desde el rock n’ roll primitivo hasta el country, blues, punk y glam, con un enfoque directo y descarado, y mínimos artificios para un máximo disfrute. Toda una experiencia vibrante y contagiosa para el público, que no estuvo muy a la altura de la actuación; los Fruit Tones merecían un desenfreno de los grandes. La formación compuesta por Tom Harrison (voz y guitarra), Tomas Walmsley (batería y coros) y CJ Wood (bajo y coros) está activa desde 2013, y su tercer y último álbum hasta el momento es Pink Wafer Factory. Y son increíbles, e incapaces de aburrir.

 

En conjunto, aquella noche en la Sala X fue una muestra de la diversidad y la riqueza de la música en vivo; tuvimos la frescura de nuevos talentos, la inmortalidad de las leyendas y la efervescencia de una de esas bandas de Rock sin tapujos. Un auténtico festín musical, intenso y variado.

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