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Bent Horizons es la exposición individual que el artista checo Jan Kaláb inaugira en la galería Plastic Murs y estará abierta al público del 20 de septiembre al 8 de noviembre.

 

Por Ricardo Forriols – Universitat Politècnica de València

 

Hace poco más de un siglo, el biólogo y matemático D’Arcy W. Thompson escribía que la forma de un objeto es un diagrama de fuerzas (On Growth and Form, 1917), de fuerzas internas y externas que actúan sobre el objeto en sí modelando su forma, el núcleo que permite que la cosa —el animal decía Thompson— pueda sobrevivir en el mundo exterior, pues está formado tanto desde fuera como desde dentro. Me parece que es un buen mirador para acercarnos a las pinturas del checo Jan Kaláb (1978) y, especialmente, a algunas de sus obras más recientes que muestra por primera vez en Valencia.

Bent Carmin 60 cm 2019

Kaláb, formado en la Academia de Bellas Artes de Praga, fue fundador de la DSK Crew en los años noventa, cuando el grafiti comenzó a irrumpir en el callejero y los trenes de la recién creada República Checa, desarrollando una trayectoria clásica de writer bajo la firma Cakes para después, y durante una estancia en Nueva York, incorporar lo tridimensional en su pintura urbana al esculpir letras abstractas y enormes que instalaba en los muros —en esa etapa firmará como Point. Desde 2007 combina la realización de intervenciones y murales con la pintura sobre lienzo, insistiendo en unas formas geometrizantes influenciadas por su compatriota František Kupka, pionero de la abstracción, que van de la estratificación de planos solapados y líneas rectas a las curvas más sutiles y dinámicas, órficas, con las que subraya un eco amorfo y brillante como de gotas de un líquido irisado.

Dark Grey Meduza 105 x 180 cm. 2019

Este trabajo con la forma puede resultar sencillo y obsesivo en las variaciones, pero siempre es en Kaláb muy elegante y fino, insistiendo en el juego entre la profundidad cromática, el tiempo de contemplación y el movimiento de la mirada cómplice del espectador que debe recorrer desde distintos puntos de vista cada pieza, dejándose arrastrar entre las capas para sumergirse en el interior de sus campos de color. El círculo (o la forma circular) es quizás la forma más compleja, la que por su carácter orgánico subraya tanto lo de dentro como lo de afuera ejemplificando aquel diagrama de fuerzas de Thompson. Sus pinturas circulares, tanto en 2D como las piezas en 3D, se estructuran sobre una cuidada construcción de soportes shaped canvas que condicionan al tiempo que recogen lo pintado hacia los bordes, incluso en los cantos, y que en ocasiones se articulan graciosamente en conjuntos de dos o tres piezas de distintos tamaños.

Bent Violet (lateral) 40 cm. 2019

El nombre de los colores empleados o términos como gradiente, medusa, vacío, nube, planeta, ojo… aparecen en los títulos de sus obras y dirigen el sentido de lo pintado hacia lo natural, lo líquido, asumiendo un dinamismo óptico que refuerzan la elección de los tonos, sus gradientes y degradados, y la composición, la estructura diagramática de estos cuadros construidos como formas biomórficas no cartesianas —en su superficie pero también tridimensionalmente— que parecen dibujar el resultado evolutivo de las fuerzas internas y externas que han modelado el mismo soporte y su núcleo plástico.

Dark Blue Meduza 165 x 135 cm. 2019

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