Es fascinante cómo nuestras impresiones sobre una pieza pueden evolucionar si la misma es vista seguida de otra en una misma noche, o bien uno la presencia en un momento determinado de su propia vida. Lo cual se acentúa, si se programan con la intensión de que las piezas en juego se complementen entre sí en temática, lenguaje y demás cosas por el estilo. El caso es que Doble Murder: Clowns/ The Fix llevó todo esto tan lejos, que aunque no se puede decir que una es la continuación de la otra, si que afirmaría que entre ambas contribuyen a que uno vaya adquiriendo la inteligencia suficiente como para relacionarlas. Tal y como si uno estuviese leyendo un ensayo que nos remite a otros textos, lo cual sería un signo de que nuestras cabezas realmente están dialogando con el mismo.
De tal forma que, ambas obras nos demostrarían la amplitud de posibilidades de interpretación que tenemos a nuestro acceso, cuando vemos una pieza. Es decir: toda obra escénica procura comunicar un mensaje concreto de una forma determinada, en un contexto determinado, etc.… Ahora bien, muchas veces no se hace la suficiente incidencia en presentar a un trabajo como algo que interpela a la realidad que lo ha hecho posible, siendo que todo lo que se emite nos debería valer como un vestigio de un modo de pensar y de entender el mundo. O dicho de otra manera: toda emisión es un testimonio de un momentos histórico. Por tanto, hay emisiones que se las ha de diagnosticar como aquello que es más propio de la biografía de un individuo que de un momento histórico, pero otras nos servirían de “muestra” para desarrollar una ontología.
Si sólo nos quedamos con Clowns (pieza que dicho sea de paso, forma parte del repertorio de las Nederlads dans Theatre) hubiésemos vuelto a nuestros lugares de residencia con una feroz crítica a la normalización de la violencia, ya que ejercitarla no sería más que un modo de relacionarnos con los otros, mientras hacemos entender que basta estar situado una posición privilegiada con respecto a otro para ejercerla. Y las graduaciones nos ayudarían, entre otras cosas, para que nuestras consciencias no arremetan contra nosotros mismos, más que para reducir el impacto al agredido, partiendo de la base de que ello es dificilísimo de cuantificar. Asimismo, si uno sólo ve The Fix presencia el funcionamiento de espacios seguros, en el que el individuo que precisa ciertos cuidados, es acompañado por sus semejantes. Tal vez esas atenciones no amortigüen sustancialmente las consecuencias de lo que se ha desencadenado, pero al menos a este individuo se le está humanizando, se le está demostrando que tiene sentido que siga con su vida, más allá de dar respuesta a los instintos de supervivencia que compartimos con otros seres vivos.
Entonces, ¿Qué lectura se puede extraer de poner a Clowns y The Fix en común? Pues, que merece luchar por nuestra dignidad. Eso sí, si uno en ese proceso se decanta por agredir a otro que, digamos, se nos “cruzó en el camino”, uno es un cobarde; o por el contrario, carece de las herramientas para darle una mejor solución, apostando por el “mal menor” que, en varias ocasiones se traduce en: “si alguien aquí termina en el suelo, no voy a ser yo”. Estos son los momentos en el que celebro el que las artes escénicas, el cine, la literatura, los videojuegos, etc…, desarrollen los imaginarios que nos emplazan a abordar ciertas problemáticas desde lugar u otro, ya que a través de estas disciplinas nos ilustramos sobre el alcance de nuestros actos en lo colectivo y en lo individual.
Al mismo tiempo, al ser ficción lo que se representa no tenemos por qué sentirnos como seres carentes de empatía al “divertirnos”, mientras presenciamos innumerables maneras de “asesinar” a una persona (tal y como se nos muestra en Clowns); sino en realidad, que los integrantes de Hofesh Shechter Company lo que están intentando trasmitir es que si no nos plantean de un forma descarada y desencarnada estos contenidos, en más complicado que nos fijemos de la multitud de modelos de ejercer violencias, aunque algunos parezcan “inofensivos” o una simple “impertinencia”. Asimismo, en The Fix se pone en valor el que todo ser humano requiere de cuidados, y por pedirlos o recibirlos uno no es “menos adulto”, o un “cursi”, … Si es que el cuidar de alguien supone “revitalizarle”: una forma de de demostrarle a este individuo de que no debería abandonar su empresa, porque varios tramos de su camino se han tornado más inhabitables de lo previsto.
Desde luego que, el tono y la forma en cómo son interpretadas estas piezas por este grupo de profesionales, contrasta de sobre manera; sin embargo, ello no nos ha de distraer cuando analicemos qué dinámicas merecen más la pena instaurar a la hora de gestionar diversas problemáticas. Piénsese que, para llegar a ejercer violencia o cuidados hacia un individuo con “fluidez”, uno habrá integrado una serie de discursos y prácticas, al no ser ambas cosas netamente “instintivas”.
De cualquier modo, les estoy hablando de dos trabajos hechos con tal precisión, entrega, elegancia…, que es muy tentador que nos volvamos a casa sin pensar a fondo los contenidos que abordan: De verdad que es una locura lo que hacen estos profesionales sobre el escenario: de esas cosas que uno vive muy pocas en veces en la vida, por el grado de excelencia. Por ello y muchas más cosas, me siento un absoluto afortunado de haber visto estas dos representaciones, por los pensamientos que me han suscitado y por la calidad artística del cómo las materializaron.