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El que se haya programado Mínimal Singular junto a Samsara en la misma jornada del ciclo Ahora Danza!, denota que sus responsables aciertan al entender que todo lo que se programe es percibido de un modo u otro, según cuál sea “combinación” de piezas por la que se apueste.

 

En este caso, les animo a ponerlas en diálogo en tanto y cuanto que, ambas nos ilustran como sus respectivos creadores han hecho filosofía y literatura a través de sus composiciones.

 

Foto: Rafa Núñez Ollero

Foto: Rafa Núñez Ollero

Cía. MANUELA NOGALES (Sevilla)

MÍNIMAL  SINGULAR
Estreno – versión para espacios no convencionales

El valerse de una disciplina tan abstracta como lo es la danza contemporánea, nos proporciona la capacidad de trasladar todas las variables que estén en juego a un lenguaje formal, facilitándonos la tarea de pensar y analizar sin “distraernos” con cuestiones que, digamos, serían de lo más circunstanciales y contingentes. He allí que esta pieza de Manuela Nogales haga un despliegue de danza sin caer en artificios ni “melodramas”, mientras abre el paso a abordar qué es el afirmar a través de esta disciplina tan efímera.

Así, las suspensiones; los movimientos corales; las salidas del grupo para luego reengancharse, por parte de alguna de las intérpretes; etc.…, representaban a la perfección el contexto en el que un sujeto piensa sobre el mundo en que el que interactúa en su día a día. Siendo que el bailar es lo que es gracias al quedarse quieto, a las aceleraciones, a los desplazamientos, a los cambios de peso, al habilitar espacios dentro y fuera de nuestros cuerpos… Tómese en cuenta que si esto no fuera así, no habría manera de distinguir al movimiento.

Foto: Rafa Núñez Ollero

Foto: Rafa Núñez Ollero

 

Y justo este tipo cosas son las que me hacen tener la convicción de que, “bailar es otra forma de pensar” (frase que, por otra parte, se le ha atribuido a Anne Teresa de Keersmaeker). Y que conste que el pensar no nos obliga a sacar conclusiones, como mucho, implica explorar exhaustivamente todos los elementos que está operando. En esta línea, Lucía Vázquez, Leticia Gude y María Moguer se apropiaron de todo el espacio escénico, hasta tales puntos que le fueron dando forma mientras lo transitaban. Eso sí, una vez que lo dejaron, éste se recompuso como si allí sólo hubiera pasado una ráfaga de viento. No obstante, si aplicamos este planteamiento a la danza, en el fondo estaríamos diciendo que cuando hemos bailado/pensado mientras sentíamos que había algo que nos estaba atravesando, ello no sería una garantía de que vaya a quedar algún vestigio de que habíamos estado por allí.

Sea como sea, estas tres profesionales andaluzas interpretaron su papel con entrega, elegancia y solvencia, dotándole de credibilidad a esta pieza. Ya que Mínimal Singular corría el riesgo de ser percibida como una concatenación de movimientos bien ejecutados y bien dispuestos por el espacio. No me extrañaría que las personas que no se hayan aproximado la sinopsis de la misma, le haya llegado tal cosa; por eso, precisamente, defiendo que se ha de leer las sinopsis de los espectáculos. Lo cual fomenta que haya un auténtico diálogo con los profesionales implicados y los espectadores, siendo que a toda exposición se le han de preceder de un contexto, y toda recepción de una disposición a la escucha.

 

Foto: Rafa Núñez Ollero

Foto: Rafa Núñez Ollero

CHEY JURADO y JAVITO MARIO (Badajoz /Granada)

SAMSARA

Samsara escenifica, entre otras cosas, el por qué no se ha de infravalorar la compañía y la amistad del otro, prestando atención a cuestiones que, sin ningún problema, las podríamos posponer para otro momento. Y a continuación, se pone en valor el atrevernos a confiar en el otro, porque afrontar uno solo todo lo que sucede en este mundo, es llevar una carga demasiado pesada.

Ha sido tan hermoso presenciar cómo Chey Jurado y Javito Mario presentaba la vulnerabilidad humana como algo digno y respetable. Tal y como si ellos hubieron encontrado en el acto escénico, un espacio para hacer literatura con todo lo que han estado recogiendo a lo largo de sus vidas. Si bien es cierto que uno puede afanarse en realizar escritos, discursos y gestos con gran retórica; sin embargo, piezas como esta son mucho más efectivas para hacer llegar contenidos a las mentes y a los corazones de los espectadores. Sí es que presenciar buenos trabajos es los que me reafirma en la idea de que, el camino sigue pasando por instruirse a través de diversos medios, para luego aprender desarrollarlos en la vida diaria y en contextos artísticos: ámbitos en los que uno se expresa como sujeto consciente de su singularidad y su pertenencia a la comunidad humana. El acto escénico tiene eso, sea de la disciplina que se venga. Entonces, si uno quiere comunicar hay que buscar la fórmula para que todo lo que se ha ido formando tenga un sentido y un significado, más allá de “divertirse” o el superar retos por el mero hecho de superarlos.

Foto: Rafa Núñez Ollero

Foto: Rafa Núñez Ollero

 

Quizás algunas personas en su lugar hubieran canalizado todos sus sentimientos y conclusiones por vías más “destructivas”, exhibiendo el dolor y la frustración con la que lidiamos en nuestro cotidiano. No obstante, Chey Jurado y Javito Mario prefirieron “bailar” a nuestra condición humana, dejando abiertas las puertas para reconducir lo que dio lugar a tan emotiva pieza. Aún con todo, me he quedado con ganas de volver a verla, al tener la certeza de que muchas cosas se me habrán “escapado”. Ya sabéis, esa sensación que a uno le queda cuando quiere volver a leer el mismo libro que acaba de terminar.

 

 

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