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En los próximos 26 y 27 de enero se estrenará en el Teatro Central (Sevilla), Luz sobre las cosas, de la mano de Guillermo Weickert. Se trata de uno de esos acontecimientos que merecen ser celebrados, sólo por el simple hecho que se va a llevar cabo.

 

Tras haberme sumergido en la preparación de la entrevista que le hice recién a Guillermo Weickert a través de este medio, como también, en el durante, creo que lo más conveniente es ir a ver Luz sobre las cosas con la mente en blanco, sin que ello vaya en detrimento de “bajar la guardia”, es decir: un tener una “excursión” en el que el surrealismo que nos introdujo Go with the Flow o en Días pasan cosas; el repensar cuál es el lugar del intérprete/creador y el del público durante el acto escénico, tal y como quedó planteado en Materialinflamable o en Parece nada; o qué decir de su capacidad hermenéutica demostrada en Lirio entre espinas y sus exhaustivas lecturas de José Ángel Valente…

A dónde quiero llegar, es que por más que uno se haya más o menos familiarizado con la trayectoria de este profesional andaluz, siempre cabrá la posibilidad de que él en el proceso de creación, haya localizado un nueva “fisura” en la que se vuelva a desvelar que apenas nos hemos aproximado a las implicaciones que llevan consigo el acto escénico. Para mí, Guillermo Weickert es un de esos filósofos que no escriben, no “predican en plazas encima de una caja”…, sólo se limita a exponer su pensamiento y forma de estar en el mundo a través de las disciplinas que se ha debido: las artes escénicas.

 

 

Para la creación de Luz sobre las cosas se ha rodeado de un equipo de profesionales muy potente, que hará las delicias de quien sea que le haya concedido un voto de confianza a esta nueva creación, esto es: el diseño de iluminación es de Benito Jiménez, el espacio sonoro y música en vivo de Miguel Marín Pavón o que el elenco esté compuesto de Luna Sánchez, Alberto Lucena y el propio Guillermo Weickert. Sin más que añadir, les doy paso a la sinopsis de Luz sobre las cosas:

 

En luz sobre las cosas no hay mapa ni hilo argumentar al cual asirnos de lo que se nos convoca. Nos sumergimos en la oscuridad escénica como niños que bajan a un sótano tenebroso, precisamente, porque no sabemos qué vamos a encontrar en búsqueda de aventuras desconocidas.

 

Con ese mismo placer infantil y expuestos a recorrer tanteantes y desorientados una habitación familiar a la que privamos de luz, para convertirla en el territorio más extraordinario y alucinante. Asistimos así, al ritual de la creación y todos los artistas que lo oficien y nos acompañen, lo que pueden hacer es crear el vacío, la oscuridad y el silencio para que algo nuevo llegue a manifestarse. Entonces, cada uno decidirá si postrarse a lo que se le aparece o no.

 

En Luz sobre las cosas se celebra un teatro cercano y querido, como un lugar de transformación constante, del diálogo de la luz, el sonido, el trabajo de los intérpretes con el espacio podrían surgir esas atmósferas escénicas que nos envuelven y trasportan, revelándonos otros sentidos de nuestra imaginación que nos revelan otros sentidos de nosotros mismos, que no se pueden contener en las palabras.

 

Un lugar en el que, finalmente, poder estar, y dejar de ir corriendo de un lugar a otro buscando la salida. Una casa encantada en la que más de uno, sin darnos cuenta, se nos ha pasado una vida entera. Así, los intérpretes serán los guías que te acompañan (a modo de la película “Stalker” de Tarkovski) y también se pierden. Quienes también tienen derecho a perderse, y ya no hay guía.

 

 

Guillermo Weickert y el público compartieron un “sueño lúdico” en el estreno de Luz sobre las cosas

 

 

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