Pacto de Fuga, Laika y seis videodanzas del proyecto Bailar Mi Barrio, formaron parte de una programación especial que cierra un ciclo, que se lleva desarrollando a través del Ayuntamiento de Sevilla en colaboración con Transforma Producción Cultural. Proyecto que a lo largo de su historia ha sabido buscar las mil y una maneras, para que la promoción de la danza se vea alineada con crear espacios de encuentro entre los vecinos y los profesionales de la danza residentes en Sevilla.
Bailar Mi Barrio es uno de esos proyectos que a veces pasan por desapercibidos, incluso para los espectadores que han sido más habituales de las artes escénicas de Sevilla. Siendo que uno de los pilares del mismo, es dejar entre paréntesis el resultado para hacer incidencia en los procesos de cómo los vecinos de cada barrio periférico al centro de Sevilla, se reapropian de sus calles, plazas, parques. Espacios por lo que transitan cada día pero se resinifican en el instante que se plantea que en dicho lugares, se grabará un videodanza. Dando paso a un tiempo de auténtica inmersión y convivencia entorno a la celebración que supone bailar un barrio. De esta manera, los vecinos han sido guiados por profesionales de la danza que residen en Sevilla, para un montaje que entre otras cosas, supone una reinterpretación de cómo habitar esos espacios a través del lenguaje extracotidiano contenido en la danza.
Y por más que las coreografías y dinámicas reflejadas en dichos videodanzas, no parezcan especialmente “difíciles”, el caso es que lo que se ve en los mismos es efectividad y entrega por un proyecto que al menos por unos días, ha removido la cotidianidad de los vecinos del barrio en cuestión. Una experiencia que para muchos de sus participantes es inédita. Esto es: no sólo me refiero que haya vecinos de estos barrios que quizás no han tenido una experiencia con la danza y sus cuerpos de este tipo; sino que además, que el equipo de profesionales que pusieron los medios (los del ICAS –Instituto de la Cultura y de las Artes de Sevilla- los de producción, realización y profesionales de la danza) se exponen a contextos en los que se pone en juego sus formas de operar, y el sentido del qué se hace cuando se van materializando proyectos de esta naturaleza.
El 23 de octubre en la Plaza del Olivo y el 24 de octubre en los Jardines de la Buhaira (ambas ubicaciones pertenecen a la ciudad de Sevilla), quedó claro que dichas videodanzas no sólo dinamizaron durante sus ediciones estos barrios de Sevilla, sino que además, la inmensa mayoría de los mismos formaron parte de la producción de una pieza de danza profesional, coreografiada y ocasiones también interpretada, por los bailarines que guiaron dichos procesos con los vecinos. Así los vecinos tuvieron la oportunidad de ser conscientes de que lo que se hizo con ellos, no es un inocente acercamiento a la danza para promocionar el ejercicio físico y la cultura ¡Nada de eso! Sino que estos videodanzas están íntimamente articulados con estas creaciones, a tales puntos de que las mismas, cobran más consistencia si se las exhibe acompañadas del videodanza que les corresponden. He allí el acierto de que se haya programado el visionado de estos videoanzas (que tendrán disponibles en la página web de Bailar Mi Barrio) con las piezas Laika y Pacto de Fuga.
Con lo anterior procuro invitar a que se piense que los que se ha estado haciendo con este proyecto, han mostrado que la capital de Andalucía puede ser habitada y entendida más allá de lo turístico y rutinario. Hasta el punto de que se visibiliza que hay sitios en esta ciudad que tienen una historia que merece ser pronunciada por más que se suela hablar más de la Catedral, la Plaza España, el barrio de Santa Cruz, etc… Bailar Mi Barrio ha finalizado con este evento, y la incidencia de estas experiencias en sus participantes y los que hemos visionado los videodanzas, quedará en nuestras manos.
Es hora de pasar a comentarles lo que he considerado más importante, de lo que he visto de las piezas Pacto de Fuga y Laika:
Cía. Dos proposiciones Danza Teatro con Pacto de Fuga
Creación y dirección: Raquel Madrid. Intérpretes: Raquel Madrid, Anna Paris y Sandra Ortega.
Es un hecho que en los últimos años se ha acentuado la necesidad y el afán de visibilizar el papel que ha tenido el tema de la mujer en nuestra sociedad occidental, y en consecuencia, se percibe en la calle que el mismo cada vez es más natural de abordar en nuestro cotidiano, como también, que se ha ido generando una suerte de “sentido común compartido” entorno a qué límites nunca se debieron haber rebasado en el trato con las mujeres (sea por parte de cualquier persona, incluidas las propias mujeres, hacia ellas mismas). Entonces emerge Pacto de Fuga, una pieza que ha sabido tener la madurez suficiente para no aprovecharse del antes mencionado contexto, para hacer una suerte de propaganda amarillista; inclinándose hacia presentarnos una antología sobre cuál ha sido nuestra recepción en la actualidad, asimismo, del rol que ha interpretado la mujer a lo largo del desarrollo de nuestra civilización occidental.
Claro que la mujer ha sido tratada como un ser humano de segunda, claro que ha sido instrumentalizada para que el imaginario del mundo cisheteropartriarcal se consuma de la manera más efectiva. No obstante ya la filosofa estadounidense Nancy Fraser, planteó que las mujeres no dejarán de ser mujeres, si las seguimos tratando como mujeres. Por tanto, la cuestión transciende a reivindicar el cumplimiento de los derechos humanos y civiles de las mujeres, para poner el foco en cuestionar la estructura que le da sentido a que hablemos de que hemos estado sometidos, a un sociedad regida por la lógica binaria de géneros. O dicha de otra manera: centrarnos en que la condición de la mujer mejore y sea dignificado a nivel discursivo y material, desde luego ha traído una serie de reformas imprescindibles, pero ello no garantiza que los problemas de raíz se hayan erradicado por completo.
He allí que vea en Pacto de Fuga, un trabajo que aunque no nos provea de todas las soluciones a este complejo tema que nos atraviesa a todos en tanto seres humanos, el caso es que nos lo expone sin victimizar a las mujeres: si tratarlas como seres que han estado indefensos. Sino más bien, como individuos que a día de hoy tienen los recursos suficientes para leer sus historias y reformularlas. No basta usar dichos recursos para reclamar derechos, se precisa reconstituir el imaginario que nos conduce hacernos las preguntas de un modo en vez de otro. Desde luego Dos proposiciones Danza Teatro, se embarcó con esta pieza a explorar en todos los ámbitos, el cómo cada una de sus integrantes ha afrontado este contexto, y el hecho de hacer una coreografía de estas características las ha situado en un camino más largo, pero no exento de fecundas reflexiones.
Los estado corporales por los que pasan, las imágenes que nos presentan que merecerían horas de estudio. Son varios de los elementos que hacen de esta obra un “álbum fotográfico”. Quizás nos conduce a tomarnos en serio la tarea de alcanzar afirmaciones que contribuyan a superar dialécticamente, una realidad que de no estar atentos y coordinados todos nosotros los seres humanos de este mundo, seguiremos confrontándonos por facciones que se disputan la hegemonía discursiva y cultural.
En fin, Pacto de Fuga es una pieza que podría utilizarse como herramienta pedagógica para afrontar los complejos temas que aborda, sin que ello haya opacado, la intachable ejecución técnica de cada uno de los movimientos de sus intérpretes, y la creatividad y sentido del humor, que aportó distintos grados de energía y plasticidad a la misma ¡Maravilloso!
Isabel Vázquez con Laika
Creación y dirección: Isabel Vázquez Intérpretes: Deivid Barrera, Lucía Bocanegra, Paloma Calderón y Baldo Ruiz
¡Vaya fiesta se montaron en escena! Y les aseguro que de principio a fin quería sumarme a ellos, aunque no tuviera lo que hacía falta para estar en el cuerpo de baile. No obstante, esa “fiesta” que celebraba el mero hecho de bailar y las interacciones que se generaban entre sus personajes, nos situaba a nosotros los espectadores, en una situación similar al astronauta (interpretado por Lucía Bocanegra), porque ¿cómo no quedarse desorientados y algo ensimismados, ante tal derroche de energía que desplegaron en escena el resto del elenco? Lo cual me hace afirmar, que al poner al público ante tal situación, ayudó a que se hiciese un juego de espejos entre nosotros los espectadores y el astronauta, que en un principio, prometía que sólo iba a formar parte de la escenografía. Sin embargo, el mismo llegó intervenir dando algunos pocos pasos y cantando, como modo de cómo un ser humano puede responder sintiéndose fuera del grupo y lo que a ellos los hacía una “comunidad”, a pesar de que se supone que sea de la misma “especie”.
Así es como el personaje del astronauta en Laika, es lo que sustenta el sentido y el significado de la pieza, pues sin éste, cada una de las escenas que se representaron pudieron haber estado en cualquier otra pieza, o en ejercicios avanzados para trabajar técnica de danza contemporánea. He allí que me decante por subrayar, que ha habido una exhaustiva reflexión a la hora de ensamblar su dramaturgia, y lo que se quería transmitir con la misma.
Cuando he visto piezas en las que hay bailarines que demuestran que tienen recursos técnicos y repertorio suficiente para hacer cosas geniales, pero sin embargo, ellos están representado un trabajo que carece de un trasfondo elaborado: son algunos de los momentos en los que dichos intérpretes, me pierden como espectador. Es más, me da hasta rabia que se haya llegado a esas instancias, porque desde mi punto de vista, se ha perdido la oportunidad de comunicar algo que le dé sentido a que la danza sea un arte escénica, que aborda a la condición humana y lo que la rodea. Es decir: si se quiere hacer algo abstracto uno debe asumirlo hasta las últimas consecuencias, pero si se tratan cosas que nos interpelan a nosotros los espectadores como seres humanos, se ha de ser lo suficientemente responsables para tratarnos, a nosotros los espectadores, como seres inteligentes y maduros.
He allí que considere que Laika es un trabajo ejemplar, digno de estudio para cualquiera que se quiera iniciar como coreógrafo, siendo que nos expuso una estructura aparentemente sencilla (aunque sus enlaces y cómo fueron dirigidos sus intérpretes, son unos indicios de qué tan amplia es la trayectoria profesional de Isabel Vásquez). Ha sido un privilegio ver Laika,y lo curioso de todo esto, es que me llegó la noticia de que los involucrados en este montaje, han tenido varios imprevistos y obstáculos para sacarla adelante, y aún con todo, me han dejado totalmente seducido. Lo cual denota que sus integrantes sean unos profesionales extraordinarios.





