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Una vez más el Parque Grande José Antonio Labordeta se convierte en un espacio en el que emergen todas las posibilidades, que lo hacen ser un lugar público al servicio de las necesidades e iniciativas que se dan en la ciudad de Zaragoza.

 

Por ello entre otras cosas, el Festival Trayectos está haciendo una labor indispensable para la capital de Aragón.

 

 

 

Foto: Marta Aschenbecher MIMÖI

Foto: Marta Aschenbecher MIMÖI

 

“TRÄD” de COLECTIVO LAMAJARA. (Cataluña). 

Coreógrafa: Paloma Hurtado. Intérpretes: Paloma Hurtado, Daniel Morales, Daniel Rosado.

Basta acercarse a textos como Las Troyanas de Eurípides, o  los grabados de Francisco de Goya que reflejaban los desastres de la guerra de los españoles contra franceses a principios del siglo XIX. Para caer en la cuenta de que dichos ejemplos no son más que un grupo de vestigios que nos ha ido dejado la historia de la humanidad, para dilucidar que el tema de las atrocidades que suceden en zonas en conflicto, suscitan un crisol de reacciones que sin ellas difícilmente hubiésemos alcanzado un serie de valores compartidos que de un modo u otro, están expuestos en la Carta de los Derechos Humanos.

No obstante, el que se hayan reconocido dichos derechos de manera formal ello no significa que no vayan a seguir aconteciendo hechos de esta naturaleza. Es más, una de las formas de poner en contexto a TRÄD es precisamente señalar que la barbarie no ha cesado de llevarse a vidas por delante, que las dinámicas entre víctimas y sus verdugos tan sólo han cambiado de modos de manifestarse. He allí que lo primero que pensé al leer la sinopsis de esta pieza, es que los integrantes del Colectivo Lamajara se habían embarcado en el reto de hacer que TRÄD no fuese un trabajo de tantos que se han hecho sobre el tema de la violencia que se ejercen en ambientes de guerra: contextos que llevan al exilio a personas de todo tipo de sus lugares de origen y demás cosas por el estilo.

Ahora bien, los integrantes del Colectivo Lamajara nos desplegaron una serie de escenas en las que se podían reconocer imágenes de dolor, abuso y desesperación. la cuales procuraban plantearnos dichos temas desde lo extra cotidiano, intentando quitarle cualquier atisbo de amarillismo o melodrama. Al tiempo mismo cabe mencionar, que no se mantuvieron al margen de lo que contaban, ya que el producto de la labor de estilización que llevaron a cabo para el montaje de  TRÄD, les condujo a entrelazar escenas en las que tampoco se privaban de mostrar dichas atrocidades con crudeza. Es más, yo diría que ello les permitió ser lo suficientemente minuciosos para que esta pieza no nos termine insultando a nuestra inteligencia. Cosa que agradezco muchísimo, porque no siempre una pieza ha de tener una vocación pedagógica, siendo que es absolutamente legítimo hacer una devolución a la realidad que nos ha inducido a tener la necesidad de abordar un tema u otro, y responder en consecuencia ¿Acaso hacer trabajos de tipo artístico no nace, entre otras cosas, de la necesidad de emprender un proceso de investigación intelectual y de ejecución técnica, para poder ir más allá de las premisas que le habrán dado lugar?

Sea como fuere, los integrantes de esta compañía catalana nos ofrecieron con suma generosidad todo lo que disponían en aquél momento, a través de una pieza que ameritaba invertir mucha energía para que la misma se sostenga. Piénsese lo complejo que les habrá resultado a estos profesionales, el estar manteniendo ese nivel de energía para que lo que estaban representando no se quedase en una buena idea; sino que encima, alcanzar el grado de intensidad necesario en cada momento. Así es  cómo consiguieron que las cosas no  se nos terminen pasando por desapercibidas a nosotros los espectadores, de tal modo que cuando llegamos a nuestras habitaciones antes de dormir aún tendríamos algunas de esas imágenes grabadas en nuestras mentes.

 

Foto: Marta Aschenbecher MIMÖI

Foto: Marta Aschenbecher MIMÖI

 

“PROFITER DU TEMPS” de NATALIA MEDINA, COMPAÑÍA DE DANZA (Islas Canarias). 

Coreografía e interpretación: Vanessa Medina y Jacob Hernández

PROFITER DU TEMPS es de esas piezas en las que todo fluye con ligereza, que terminas dejándote llevar con despreocupación: Facilitando a que el contenido de la misma,  inunde el interior de cada una las personas que integramos el público. Sin olvidar, que el que este trabajo lo hayan interpretado dos bailarines de media edad, dotaba de mayor credibilidad y consistencia, a un tema que considero que cobra más peso cuando se ha rebasado cierta edad. O dicho de otra manera: cuando uno es muy joven da la sensación que siempre se va a ganar más competencias y experiencias que nos harán seres más íntegros; en paralelo, se llega a un punto en el que el paso del tiempo nos hace caer en consciencia de que la manera de seguir progresando en la vida, es a través de un saber gestionar los recursos que cada vez o son más escasos, o bien más sofisticados a la hora de manipular a los mismos.

Desde luego la gestión del tiempo es un gran ejemplo de lo que comento, pues, cuando uno se hace más mayor los problemas cada vez son más grandes. Es decir: los grados de responsabilidad a las que uno se encomienda adquieren tal calibre, que en ocasiones parece que se está a punto de desbaratar a aquello que a uno lo mantiene en pie en el día a día.  Lo cual implica asumir que cada uno de los ámbitos de nuestras vidas no se conservarán por sí solos, a menos claro que entreguemos el tiempo que disponemos para que al menos parezca que seguimos persistiendo por la obtención de lo que nos mueve.

Invito contemplar el paso del tiempo con naturalidad y sosiego, siendo que en el camino seguiremos recibiendo los estímulos necesarios para reconducir nuestras vidas para que ellos recobren el sentido y el significado que han quedado en entre dicho, cuando hemos dejado atrás la vigorosidad de nuestros cuerpos y la alegría por el simple hecho de que todo está por ser vivido. Y si tenemos la fortuna de estar rodeados de gente que hagan de las veces de “refugio” para que los unos y otros nos acompañemos durante este tránsito, saldrán a relucir sutilezas que “condimentaran” el proceso de aceptar de que estamos en permanente evolución.

Lo anterior y unas cuantas cosa más, son las que fui leyendo a lo largo de la representación de  PROFITER DU TEMPS: Una pieza que nos reconcilia con nuestra contingencia, con lo efímero que es estar habitando en todo momento en el presente. No obstante, el que se haya puesto en escena al acceso de todos, un reloj de arena y fragmentos de grabaciones de algún discurso del ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica, en relación a lo antes expuesto. Me hizo pensar en qué lugar hemos de dejar las fuentes y demás recursos que nos han ayudado a ir conformando el montaje en juego. Siendo que aunque a los creadores y a los intérpretes dichos recursos les habrán mantenido dentro del marco conceptual, el hecho es que en este caso me resultaba innecesaria su presencia en escena. Ya que a poco que se profundice más en la búsqueda que provendría del ejercicio de sintetizar todo lo recogido para materializar la pieza en cuestión, este ejercicio conduce a uno a diluirlo todo en movimientos, en gestos propios de la interpretación, en cómo se estructurarían los elementos que constituirían la pieza, etc.…

En definitiva, este trabajo no será el más espectacular en su puesta en escena, o en el tipo de movimientos que Natalia Medina se decantó por incorporar en este montaje. Pero si he de afirmar que consiguieron algo que no muchos  coreógrafos e intérpretes consiguen, que es que nos llegue un mensaje que coge mayor profundidad en el interior de cada uno de sus espectadores, en cuanto éstos se permiten dedicarle unas cuantas de sus reflexiones.

 

Foto: Marta Aschenbecher MIMÖI

Foto: Marta Aschenbecher MIMÖI

 

 “LA MEDIDA QUE NOS HA DE DIVIDIR” de Qabalum (NAVARRA-ARAGÓN).

Coreografía e interpretación: Diego Pazó y Lucía Burguete

Todo encajaba tan bien, todo estaba tan bien medido en la representación de esta pieza que Diego Pazó y lucía Burguete consiguieron meternos, a nosotros los espectadores, en un plano paralelo al nuestro, en el  que estos dos profesionales eran sus únicos habitantes. No obstante, era sumamente sencillo sentirse reflejado en varias de sus acciones, porque al fin al cabo supieron dar con la tecla que hacía que emergiesen imágenes de carácter universal. En tanto y cuanto que reflejaban a nuestra condición humana en el proceso del encuentro con el otro. Sí aquél que nos excede y a la vez nos define como sujetos, y en consecuencia, éste nos enmarca en dinámicas en la que nuestras formas de estar en el mundo se politizan.

Las fronteras (físicas, políticas e intersubjetivas) no son más que una suerte de “traducción” de una serie de fenómenos, a los que nosotros los seres humanos, recurrimos para afrontar a los mismos de cara a terminar de poner a prueba las premisas en las que nos basamos para comportarnos tal y como nos comportamos. Dichas fronteras son un artificio que hasta ahora han tenido su funcionalidad, lo cual no quita que relacionarnos con los otros suponga confrontar contradicciones que precisan un proceso de maduración en tantos seres humanos que nos relacionamos con los otros, y con nosotros mismos.

Seamos francos,  nos la pasamos toda vida sorteando la trágica paradoja de que en los terrenos en el que nos desenvolvemos en vida son, prácticamente, los mismos. Pero con suma frecuencia nos suceden cosas que nos advierten que nunca tendremos certezas sobre quién es el otro, y por inercia, quiénes somos nosotros mismos. De tal forma, que quepa preguntarse si el yo y la idea del otro, también son artificios que nos han ayudado a estar en el mundo. Más ello no significan que se pueda afirmar con firmeza, si ambos parámetros contienen tal consistencia ontológica como para no relegarlos al campo de los postulados propios de la metafísica.

Si vamos más lejos, me visita la pregunta de si la distancia (entendida como aquello que separa y ayuda a distinguir a una entidad de otra, que están compartiendo en un mismo espacio más o menos delimitado) es otro postulado para explicar el cómo lo que estamos analizando se manifiesta tal y como se manifiesta, o quizás es un concepto que no nos permite  identificar de manera más amplia las articulaciones que están operando. O dicho de otro modo: ¿Y si probamos afrontar la realidad que vivimos con el otro y nosotros mismos, partiendo de que todos somos miembros de una única Totalidad? Si esto fuese así, entonces toca encontrar cuáles los mecanismos de los que hemos de valernos  para que se consuma en cada ámbito de nuestras existencias, el que todos somos un modo de ser de la Totalidad (les aseguro que mi estimado Baruch Spinoza no tendría problemas en secundarlo, que dicho sea de paso, es de quien me inspirado para plantearles lo último).

Si ponemos en diálogo lo anterior con La medida que nos ha de dividir, entonces el paso del tiempo que es compartido entre dos sujetos, es uno de los elementos más decisivos para que se pueda esclarecer lo que está contenido en el interior de  la relación intersubjetiva entre los sujetos en juego. Siendo que es allí donde todo estará abocado a un escenario en el que todo quedará sintetizado, para luego volver a empezar otro ciclo dialéctico en el que uno sabrá situar al otro y a uno mismo, en un lugar por seguir determinando. Y si ponemos en suspensión las implicaciones de lo antes expuesto, y nos centramos en la serie de fases en las que estuvieron embarcados los personajes que interpretaron Diego Pazó y Lucía Burguete. Ello nos conduciría a ver trazos en el espacio tendiendo hacia el infinito, porque un pieza como esta no hay manera que no finalice en puntos suspensivos.

La entrega y compromiso por este proyecto por parte de estos dos profesionales, son las cosas que favorecieron a que fuese más creíble lo que nos estaban intento transmitir (por más abstracta que haya sido la representación de esta pieza). Siendo que hasta ganaba cierta irrelevancia si una persona versada se hubiera decantado por representar a La medida que nos hace dividir por otro camino. Porque una de las cosas más hermosas de este trabajo (al menos en mi caso personal) es que aunque lo que yo estaba extrayendo era complejo me daba paz verlo expresado sin palabras, ni dando lugar a que se proclamasen sentencias que aspiran a ser inamovibles. Supongo que el carácter efímero y abstracto de la danza contemporánea, tendrá mucho que ver.

 

El C.C Salvador Allende y el Parque Torre Ramona del barrio de las Fuentes de Zaragoza, se resignifican como espacios escénicos gracias a la programación del Festival Trayectos

 

 

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