De vez en cuando las artes escénicas contemporáneas acuden a textos clásicos, sea para actualizarlos, plantearlos desde un punto de vista diferente al original, etc. El caso es que ello no supone, necesariamente, que cuando vemos una de estas “relecturas” hemos de afanarnos en comparar o identificar su grado de “fidelidad” en relación a otras versiones. Tan sólo cerciorarnos de si lo que se está reflejando sobre el escenario es consecuente con la gramática, la morfología con la que se presenta desde su sinopsis, pasando por las primeras escenas…
Nanas de Espinas de Salvador Távora/ La Cuadra de Sevilla transcendió lo que he hecho mención. Esto es: Si bien es cierto que se perciben ecos de Bodas de Sangre de Federico García Lorca, en ningún caso hemos de buscar una «reposición» de dicha obra en este trabajo de este andaluz ilustre, pues al poco tiempo, se nota que hay un ir y venir, un aparece y desaparece… No sé si Salvador Távora nos estaba mostrando una suerte de reproducción de un sueño que tuvo tras su inmersión en Bodas de Sangre, o bien Nanas de Espinas, es el producto de su diálogo con el contenido y las implicaciones antropológicas de dicho texto de Federico García Lorca. Lo que si tengo por seguro, es que una clase magistral del cómo gestionar nuestro legado cultural. Lo cual cobra más entidad, si estamos ante un reestreno de una pieza de 1982 bajo la dirección de Concha Távora.
Recuérdese que toda obra artística o vestigio de una época concreta, ha de ser tomado como un testimonio de cómo se vivía en el contexto en juego. Y si encima Nanas de Espinas aún puede ser considerada una obra rabiosamente contemporánea por su lenguaje dramático, la composición de su dramaturgia, su estética y demás cosas por el estilo. No es de extrañar que siga impactando, a pesar de que sea un trabajo que se ha de cuidar celosamente como si de una escultura de museo se tratase. Quizás hemos de remitirnos a casos como el de Tanztheater Wupertal de Pina Bausch (compañía que, entre otras cosas, se dedica a seguir representando las obras de la que fuera su directora y coreógrafa, para conservar dignamente su legado ), para equiparar lo que vimos en el Teatro Távora en estos dos días en donde la emoción de haberse cumplido cuatro años del fallecimiento de Salvador Távora, se adueñó de la sala (el día 8 de febrero se representó para familiares de Salvador Távora, personas que han sido cercanas o han formado parte de su compañía, y otros invitados de tipo protocolario). A dónde quiero llegar, es a animar a los que estén al frente de La Cuadra de Sevilla y, por extensión, al Teatro Távora a recoger ejemplo de esta compañía alemana, para que la figura de Salvador Távora sea reconocida al mismo nivel de los grandes del teatro de la historia de España.
Cierto que desde el año 2017 se ha representado numerosas veces Quejío de Salvador Távora / La Cuadra de Sevilla en este teatro ubicado en el polígono industrial de Hytasa, pero si estos profesionales están por la labor (que de primeras, no tengo razones para dudarlo), se han de facilitar los medios necesarios con la finalidad de que las obras de Salvador Távora las puedan disfrutar y estudiar las personas de las actuales generaciones, más allá de lo que tenemos disponible en los archivos de CIRAE (Centro de Investigación y Recursos de las Artes Escénicas de Andalucía). Tal y como se conserva la Alhambra de Granada o la Mezquita-Catedral de Córdoba, como un orgullo y un activo de la cultura andaluza. En esto todos podemos dar de nuestra parte (incluyendo como no, las Instituciones Públicas responsables de esta materia), por lo pronto el Teatro Távora tiene programado mantener en cartel una vez al mes Quejío, y ahora Nanas de Espinas, como mínimo de aquí al final de la presente temporada.
Volviendo a lo que se representó en Nanas de Espinas, he de añadir que es una obra que a menos de que uno no esté muy familiarizado con el lenguaje de Federico García Lorca y el del mismo Salvador Távora, no merece la pena esforzarse en entender racionalmente cada una de sus emisiones. Siendo que ya la obra del poeta y dramaturgo granadino era críptica de por sí (es decir, se precisa leer muchas veces sus textos con el apoyo de una pautas de personas versadas, para seguirle el hilo), o que el lenguaje de Salvador Távora es tan singular, que es común para lo más profanos, que parezca que no se puede soltar el aire a lo largo de las puestas en escenas de sus obras ( y que conste que Nanas de Espinas no es la más “intensa”, en Carmen, Ópera Flamenca de Cornetas y Tambores “no hay margen a parpadear”). Por si queda alguna duda esto no lo digo como algo negativo, mi planteamiento es destacar aspectos de las respectivas idiosincrasias de estos dos autores, sacando a relucir la idea de que si uno no conecta con sus trabajos, no es tanto porque carezcan de calidad; sino más bien, porque o a uno no le gusta, o hay cuestiones de los mismos que uno lo haría desde otro lugar.
En esta línea, me dejé hacer ante lo que nos estaban interpretando sus profesionales: Los Intérpretes que se dejaron la piel para que todo lo que estaba en sus manos, honrase un evento de tal significado histórico. Por tanto, en Nanas de Espinas disfruté de un recital en el que las pasiones humanas son llevadas a una dimensión pre globalista. Muestra de una manera de entender y afrontar un mundo, que de no ponernos dentro de un “espacio seguro” como lo es ser público de un obra de artes escénicas, es difícil de que no la asociemos con episodios puntuales de nuestras correspondientes biografías, en vez de algo que forma parte de la condición humana. Eso sí, desde un punto de vista muy mediterráneo, en el que sólo el estar vivo duele y desencadena expresiones artísticas de gran calado ¿Por qué no dignificarlas sobre un escenario? ¿Por qué no dar uso a las diversas técnicas albergadas en las artes escénicas, para crear y compartir una realidad que nos define, por más que haya quien procure reconducirla a través de usos y costumbres que se venden como más “decorosas”? Eso, entre otras cosas, está contenido en la monumental y extraordinaria obra que nos ha dejado Salvador Távora.