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Hace unos meses el Colectivo Danza Málaga lanzó una convocatoria con la idea  de recoger diversas actividades para ser programadas a lo largo del mes de abril del presente año. Muchas de ellas fueron apoyadas por dicha plataforma, otras, digamos, ésta fue el catalizador necesario para que un grupo de profesionales de la danza ofreciesen clases abiertas, intervenciones en espacios no convencionales, etc. En este marco, es donde se ha hecho un hueco al taller El Cuerpo Infinito de María Cantero.

 

María Cantero lleva unos cuantos meses movilizando esta actividad en ciudades como Madrid y Granada, con el afán de compartir y promocionar una suerte de articulación de recursos que ha recaudado a lo largo de su trayectoria como actriz y bailarina profesional. El caso es que más que impartir contenidos “innovadores”, ella proporcionó a los que fueron sus alumnos durante una mañana, una serie de fórmulas, recursos y conceptos que facilitaban el ejercicio de partnering y la danza contact improvisation. Una parte importante de dichos alumnos tenían poca experiencia con la danza, lo cual dio lugar a María Cantero a que les demostrase que sus cuerpos son inteligentes a la hora de resolver distintos recorridos que, de ningún modo, afrontan en su cotidiano.

Desde luego, el perfeccionamiento de una técnica en danza contemporánea nos dota de una mayor amalgama de recursos para reconducir cualquier circunstancia, incluyendo los caminos que nos previenen de posibles lesiones. No obstante, lo primero que hay que hacer, entre otras cosas, es perder el miedo a caerse o dejar el tabú de tocarse con el otro, entre paréntesis. Para sí permitirse disfrutar del bailar, y darse cuenta de que muchos de nuestros movimientos no serían posibles si no son compartidos con un compañero de baile, o impulsados por el otro.

 

Para aquellos que todavía no han tenido la oportunidad de experimentar semejantes contextos, quien facilita este tipo de formación le  resulta de lo más mágico que unas personas que hasta ahora no habían dado muestras de conocimientos en danza, hayan “entrado en el juego” con tal predisposición, que es cuestión de tiempo para que sus cuerpos vayan dejando por un rato, las tensiones donde no son necesarias activar, o por qué no decirlo, las resistencias mentales que hacen que el aprendizaje de cualquier cosa un laberinto por resolver. Por tanto, María Cantero dinamizó una mañana de celebración al Día Internacional de la Danza en la que cada ejercicio combinaba el juego con el desafío. Ejercicios que pusieron al límite en todos los sentidos, a lo que llevaba consigo cada uno de los participantes.

Ahora queda esperar el cómo se manifestará esa “pequeña semilla” que ha dejado María Cantero en el interior de cada uno de los participantes. Uno de tantos precedentes a los que nos podemos acoger para seguir revalorizando a la danza, más allá de algo que forma parte de nuestro patrimonio cultural.

 

 

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