Internacional en Achtung! | Por Javier Muniain
De cuando en cuando, dentro del schedule de representaciones oficiales de la monarquía británica por el mundo, uno que otro miembro cae por Brasil. Nada que ver con los planes de unas vacaciones exóticas o de relax. Las visitas son puntuales y no esconden intereses variados de Inglaterra hacia Brasil.
Oficialmente, el motivo de la visita de representación son las celebraciones del jubileo de la reina Elizabeth II, amém de las olimpíadas que se realizarán en Londres (2012) y Río (2016), consecutivamente. No obstante, no faltó el toque business al evento. Puesto que Brasil ha superado en riquezas a Inglaterra, reforzar las relaciones bilaterales se ha convertido en prioridad para la política económica británica.
De hecho, la noticia misma de que el colosal país tropical ha alcanzado el puesto sexto de las diez naciones más ricas del mundo todavía les suena a un precioso cuento de hadas en el que viven los brasileños y del cual prefieren no despertarse. No muy distinta les resulta la historia de un monarca europeo interesado en promocionar su país a ellos. ¿El mundo al revés?
En 1808, escoltados por la marina inglesa, otra realeza desembarcó en Río de Janeiro, la portuguesa. Estupefactos, los cariocas no podían creer en lo que veían: un vuelco en el mapa político del imperio lusitano, en el cual elevaba a Río de Janeiro a nueva metrópoli europea de la noche al día. No es la primera vez que Brasil entra en la ruta de salvación de Europa.
Un tema parece haber sido evitado a toda costa por los periodistas de ambas naciones: La disputa por las islas Malvinas, al este de Argentina. Extrañamente, el asunto brilló por la ausencia durante la visita del príncipe en Brasil, aunque es sabido que el gobierno de Dilma Rousseff, junto a otros países latinoamericanos, respaldó la campaña de Cristina Kirchner en contra de la militarización británica en las islas. Estas posturas en bloque han resultado en semanas particularmente tensas entre Inglaterra y Argentina, pero nada de eso pareció importar a la prensa de ambos lados. Ahora bien, ello no impidió que sucedieran protestas plantándole cara al príncipe.
Por otro lado, Brasil recibió la visita de otro embajador de la cultura británica, el cantante Morrissey. Tanto Harry como el ex-Smiths coincidieron en Río de Janeiro, sin embargo no llegaron a verse. Desde los escenarios, Morrissey no dudó en advertirles a los cariocas acerca de las reales intenciones del monarca en el país. “Él quiere vuestro dinero. Por favor, no se lo den”.
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