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Indomable e infantil, con esa voz que explica sus canciones al presentarlas, y caprichoso y tenaz en la defensa de sus derechos de autor, pero impredecible y genial, Robe Iniesta nos volvió a deleitar con su música, que embelesa a seguidores de un asombroso rango de edades: desde chavales recién hechizados por su música a veteranos fans cincuentañeros, todos coreando sus canciones, todos extasiados por el poder de este extremeño universal que se reinventa en cada disco, sin perder su identidad, dueño del secreto de la emoción inmediata.

El Cielo cambió de forma, Destrozares-2016, nos dice en su primer tema, mejorando enormemente el tema de estudio con una endiablada dinámica ascendente que abre la guitarra de Robe, dando paso al excelente violinista, Carlitos Pérez, al que sustenta el no menos excelso percusionista, Alber Fuentes, en modo épico, y el increíblemente versátil bajista y vocalista (lo mismo se entona en flamenco que en heavy metal), Lorenzo González, cortando al unísono en un estratégico silencio, tras el que Robe canta:  

Doy la vida sin pensar,

no tengo a donde ir,

el cielo no es igual,

cambió de forma.

Sencillo, inapelable, con un pesimismo consecuente en la presentación de este Destrozares, canciones para el final de los tiempos, de unos tiempos que según Robe se han terminado, a tenor de cómo se encuentra el mundo, de cómo se ha diluido una determinada forma de vivir, ensimismados en redes sociales y operaciones triunfo.

Pero para eso, entre otras cosas, tenemos a Robe, para que nos recuerde que en la sencillez de un buen tema con cuatro acordes quinta se encuentra el secreto de la música, en este nuevo trabajo en el que la impotencia y la tristeza se hacen protagonistas, quitando etiquetas a su estilo, como una catarsis ruidosa de auténtico sonido Robe.

Y el resto de la banda… Que pedazo de banda nos trae: a los ya citados Alber y Carlitos, lo completan David Lerman, clarinetista y saxofonista, que, no contento con dominar a la perfección ambos instrumentos, también domina el bajo eléctrico, que alterna con Lorenzo, dependiendo del tema; y Álvaro Rodríguez Barroso, pianista y acordeonista, también con un tremendo nivel a los teclados.

Destrozares – 2016 y Lo que aletea en nuestras cabezas – 2015, sus dos discos en solitario, ambos grabados con la misma banda y sin la mano de Iñaki Antón Uojo (que tanto se nota en sus discos de Extremoduro) forman su repertorio (más alguna sorpresa). Pero dice que su voz está regular y si empeora que cantemos nosotros; pero, a su bobdylaniana forma, lo borda y está afinadísimo con su rota voz maltratada.

Y así, con mimo, con un más que notable espectáculo de luces y con un set-list muy bien pensado van pasando sobre cada tema como si llevaran 20 años juntos, como una confabulación de músicos magos que viene a hipnotizarnos y lo logra, alargando los temas, innovando en los comienzos o con solos sublimes de Carlitos, David y Álvaro.

Ofrecen los dos discos casi al completo, incluida la intro de Extramaydura en la excelente Cartas desde Gaia, y el guiño, más que a Extremoduro, se lo hacen a lo que significó esa canción: Si te vas de Material Defectuoso – 2011, una especie de preámbulo a su nueva etapa, que adereza con la misma excelencia de los últimos años de Extremoduro (desde La Ley Innata – 2008, su irrepetible obra maestra), pero con un nuevo mundo de sonidos y posibilidades que sólo Robe supo ver, para seguir demostrándonos que es uno de los mejores músicos y creadores del rock español.

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