El estreno de Merak de RaulDuran Cía. me ha dejado con ganas de conocer todo el repertorio de este joven profesional. Por tanto, no me queda más que señalar el gran acierto que ha tenido la organización del Festival Danza Málaga, la cual finalizará a finales del mes de diciembre del presente año.
Raúl Durán ha contado con la interpretación de María Moguer y María José Casado para el montaje y representación de Merak, con quienes ha compartido numerosas veces escenario y otras aventuras relacionadas con esta profesión. Les hablo de tres profesionales que pertenecen a una generación, que a los que mejor les va, están en varios montajes a la vez (y en la inmensa mayoría de las ocasiones, éstos se llevan a cabo y representan en ciudades diferentes). No obstante, ello no les desmoviliza (a pesar de que demasiadas veces, han de invertir demasiado en salud) para demostrarnos que ellos también tienen el derecho y la necesidad de “tomar el turno de palabra”, más allá de interpretar en proyectos fantásticos de otros creadores. El caso es que si este profesional andaluz no hubiese tenido este tipo de iniciativas, se hubiera enraizado en el papel de mero “ejecutante” (algo dignísimo, por si queda alguna duda), lo cual hubiera limitado a su completo desarrollo como intérprete, creador, y si me apuráis, como ser humano que se dedica a las artes escénicas.
Lo anterior, se vio reflejado en el estreno de Merak. Esto es: esta pieza está compuesta de escenas que aunque sean independientes entre sí, todas responden a una misma temática desde sus respectivos puntos de vista. Ello de un modo u otro, es síntoma de cómo varios de los elementos que conforman el contexto en el que estos profesionales se desenvolvieron, confluyen para propiciar una creación que aunque haya sido condicionada por diversas dificultades, ellos supieron sacarle el máximo partido a los recursos con los que disponen. Por un lado, está que las transiciones de una escena a la otra se resolvieron a partir de ejercicios netamente formales. Por eso hay que destacar el eficaz diseño de luces de Aitor Palomo, o las envolventes composiciones musicales del autor de algunas de las canciones de esta pieza, Miguel Marín Pavón/Arbol.
La dramaturgia de Raúl Durán fue hecha con inteligencia al exponerla de tal forma, que las escenas pudieron haber sido organizadas de otra manera, sin que ello signifique perjudicar la transmisión de lo que se quería comunicar. Ofreciendo, a nosotros los espectadores, la idea de que el concepto de “merak” (proviene del serbio y se refiere al sentimiento de unidad con el universo que se llega a alcanzar a través de los placeres más simples -tal y como queda plasmado en la sinopsis de esta pieza-) se puede remitir desde un solo, un dúo, todos intérpretes interactuando a la vez recogidos entre sí, cambios radicales de vestuario, interpretación a modo de un karaoke de Falta de querer de Mon Laferte, etc. Asimismo, desde movimientos grandes que se proyectan hacia el infinito; como también, se aplicaría en aquellos cuyo “tamaño” les adentró en un mundo que sólo ellos podían habitar, y el público ver el cómo ellos responden al mismo.
Tómese en cuenta que ellos más que “personajes”, interpretaban roles diferentes cuya relación contribuía a que se consumarán de forma efectiva, lo que se estaba gestando en cada escena. Algo así como si todos fuesen miembros indispensables de algo que ya se desencadenó, y nosotros los espectadores, estaremos presentes cuando se escenifique el momento álgido del fenómeno en cuestión. Ello conectaría con que nuestra relación con el universo se manifiesta en el cómo afrontamos a la Naturaleza/la Totalidad, y por extensión, a los seres de nuestra misma especie. En esta línea, había escenas en las que la interacción de estos profesionales no era “civilizada”, dada la carencia de un soporte que se traduzca a través de las ciencias sociales.
Ello supone, entre otras cosas, la ardua investigación y ejercicio de madurez por el que ha pasado Raúl Durán para la composición de esta pieza. Ya que la danza que se desplegó durante la representación de la misma, no era más que una sugerencia permanente de interpretación que ha hecho Raúl Durán del concepto de “merak” ¡Eso es lo que hay que hacer cuando se monta algo, que no se vale de una estructura narrativa!
Aún con todo, Merak nos está dando testimonio de que es de sus primeros trabajos. A la par, tengo la convicción de que lo anterior implica que es inimaginable lo lejos que llegará de aquí a unos años si sigue con esa entrega y seriedad para con su profesión. Les hablo de esas piezas que cuantas más oportunidades se les de de ser representada, más crecen. Y no me refiero sólo a algo que se limite a una mejora en la ejecución de movimiento o mayor cohesión de sus elementos; sino a lo que quiero llegar, es que Merak es un “órgano vivo” que continúa con su desarrollo en cuanto vuelve a ser representada. Por tanto, diría que lo preciso es calificar a sus respectivas representaciones ante un público, como una “invocación” más que una “reproducción”.