Todos los espectáculos que he visto de esta profesional vasca afincada en la ciudad de Sevilla se han caracterizado, entre otras cosas, por ser trabajos que están calculados desde un rigor, que ayuda a que sus intérpretes sean quienes irrumpan en un espacio que previamente estaba vacío, para otorgarle contenido a través de los volúmenes y colores que se generan con los movimientos de los mismos. Lo cual hace que una pieza como Minimal Singular sean un despliegue que van cogiendo un aspecto u otro siguiendo una suerte de esquema formal, que justifica que haya frases que retomen de otra manera, o incluso, que cobren otro sentido al ser planteadas después de lo que hasta aquél momento se haya llegado.
Lo anterior, no es más que uno de los síntomas de que Manuela Nogales es una creadora que hace profundas “investigaciones de mesa”, en las que seguro habrá consultado una gran variedad de fuentes para enriquecer el cómo comunicar lo que quiere transmitir a nosotros los espectadores. Ahora bien, percibí que en Minimal Singular nos da testimonio de que Manuela Nogales aprovechó todo su amplio bagaje para abordar el complejo reto de que una misma pieza “escave” dentro de sí. La cuestión está en que entrasen en diálogo la interpretación de Lucía Vázquez, Leticia Gude y María Moguer; con las proyecciones que se situaron en el fondo del escenario; la selección musical; la iluminación y el vestuario, bajo la finalidad de que éstos se vayan fundiendo de un modo u otro, según en qué punto de la pieza se esté.
Más que nada porque Minimal Singular pone en cuestión la aparente paradoja de que habitando en un espacio delimitado uno no puede viajar por todo el universo, en especial si lo que se está haciendo es una representación extraída tras haber hecho metafísica. Esto es: Trabajar en el interior de una escala formal nos proporciona la posibilidad de dejar entre paréntesis (o ir un más allá, según sea el caso) las limitaciones de aquello que está “sujeto” al campo de lo empírico. Lo que da paso, a que podría llevar consigo concretizarlo para que esto adopte una serie de atributos que conseguirían su traducción, por ejemplo, en una pieza de danza contemporánea.
¿Acaso no tenemos suficientes vestigios a lo largo del desarrollo de nuestra cultura occidental, de que la figura geométrica del círculo, sigue siendo asociada con la idea de “lo infinito”? ¿Acaso sólo hay una manera de materializar manifestaciones inspiradas en dicha idea de “lo infinito”? Sí es que Minimal Singular nos va guiando por “paisajes” que sólo se les puede dar lugar a través de su representación. Por lo tanto, es algo que haya sido diseñado bajo otra finalidad que su mera puesta en escena para que sea visto ante un público. Dado que en lo que una de las especialidades de Manuela Nogales, es trasmitir lo que sucede dentro y fuera de sí, valiéndose de sus composiciones escénicas.
Lo cual se enlaza con que esta pieza haya sido dotada de numerosas formas en cómo plantear unas pocas premisas, que fundamenten y sostengan al marco conceptual de Minimal Singular. Y como no es de extrañar, la interpretación de Manuela Nogales de un tema universalizable (en tanto que se desenvuelve en la escala de lo formal), ha adoptado una forma que responde a su modo de comunicarlo. Ello se pone en común con cómo su equipo ha interpretado su interpretación, para ponerse al servicio de que, nosotros los espectadores, recojamos de esta creación lo que haya estado a nuestro acceso. Lo que he acabado de enumerar, no es que sea novedoso ni de lejos, pero considero que ayuda a ilustrar el por qué las creaciones escénicas contemporáneas son tan distintas, a pesar de que en ocasiones nos encontremos con temas similares.
La sinopsis de Minimal Singular nos invita a detenernos en lo que asociamos con “lo singular”, para que todos los que estemos involucrados con esta pieza durante su representación (Manuela Nogales y su equipo, aquellos responsables de programar esta pieza en el Teatro TNT aprovechando el contexto de la presente edición del Festival FEST, y el público), hagamos un ejercicio de intersubjetividad a la hora de reevaluar qué se ha de entender por “singular”, sin caer, necesariamente, en dinámicas propias de académicos de la filología. Lo que me lleva a reafirmarme en la idea, de que el mero acto de representar una pieza escénica conlleva hacer política y filosofía (sea cual sea el frente desde el que se esté operando), por más “abstractos” que resulten ser sus contenidos y medios de los que uno se haga uso, para su correspondiente reproducción.
En definitiva, lo que principalmente me ha llegado de Minimal Singular , es que acogerse a conceptos como la idea de “lo singular” para emprender un proyecto escénico, atravesando un sendero de otros tantos que tenemos disponibles, con la idea de que nos reencontremos en tanto seres humanos. Facilita que el grado de profundización al que se haya alcanzado con una pieza en juego, vaya articulando los límites entre un tema u otro, y entre los roles que desempeñan cada de los agentes antes mencionados. Una vez más, cabe sugerir que esta pieza nos hizo viajar por todo el universo.