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Tras la representación de este work in progress en el marco del 8×5 Project, Elena Puchol me comentó que esta pieza nace a raíz del impacto cultural que le supuso haber estado un tiempo trabajando en los Estados Unidos.

 

Ahora bien, si asumimos que un creador tiene que dar con la fórmula indicada para que su idea original le llegue al público, mientras procura evitar ser predecible, literal o caer en algo que resulte críptico para la mayoría, entonces ¿Cómo hacer de una obra algo universalizable y único? ¿Cómo conseguir el equilibrio entre apoyarse en referencias que son reconocibles por todos, sin dejar de diferenciarse de lo que se ha exhibido al respecto a día de hoy? ¿Es posible separar el “compartir” algo con un público, de superar una etapa personal a través del montaje de una pieza? Estas son sólo las principales incógnitas que abrió en mí Mom, I am a rich man.

Un ejemplo de lo anterior es que Elena Puchol haya recibido diversas impresiones por parte del público a la hora de conectar la primera parte de la segunda, esto es: La primera parte, se adscribiría en códigos más performáticos, siendo que se asemeja a las “instalaciones” que encontramos en museos de arte contemporáneo y demás espacios no convencionales. Y la segunda, es algo tan conceptual e íntimo que adquirió su propia autonomía. De cualquier modo, ambas partes son consecuentes una con la otra, pero al ser un trabajo que aún está en construcción, perfectamente, esta profesional podría decantarse por hacer dos creaciones diferentes que dialoguen entre sí.

Foto: Juan Carlos Toledo

 

No obstante, ella se ha estado enfrentando con tenacidad a las incógnitas que antes les he planteado (y, seguramente, otras más), valiéndose de su sentido del humor ácido; su inteligencia a la hora de jugar con las expectativas del público, dado que era un tema del cual todos estamos familiarizados (o sea, lo que se le promete a quien perseguir el “sueño americano”, sumado a sus implicaciones en salud mental, geopolítica, etc…). Sin olvidar, que en la segunda parte interpretó una “foto” de cómo su cuerpo, su persona…, han estado asimilando desde su primer contacto directo con lo que ella leyó del “modo de vida” de los estadounidenses, a través de su magnetismo, su “creatividad enloquecida” y seriedad cuando ejecutó cada uno de sus movimientos: ¡Fue maravilloso!

Por tanto, me atrevería a afirmar que Mom, I am a rich man está en una travesía tan abierta como emocionante. Yo parto de la base de que en este contexto no cabe calificarla en su conjunto, bajo lógicas binarias e irreconciliables. Es más, corresponde que todos lo que nos hemos topado con Mom, I am a rich man vayamos más allá de la actitud de “consumidor pasivo”, aportándole recursos a Elena Puchol para que tome las decisiones que mejor estime para con el desarrollo de su creación. He allí que se debería terminar de normalizar el que se publiquen críticas de piezas que estén en fase de work in progress, y que algunos programadores y distribuidores dejen de “inquietarse” cada vez que hay profesionales que desean mover sus obras en dicha fase de montaje. Si es que una pieza escénica precisa volverse hacer una y otra vez, para que esté representada “aquí y ahora”. En paralelo, presentar un work in progress supone exponer una obra durante su proceso de incubación, favoreciendo que alcance su “mayoría de edad” antes de ser estrenada como tal. Entonces, ¿por qué no ser consecuentes con esto hasta sus últimas instancias?

 

Foto: Juan Carlos Toledo

 

¿Acaso no les frustra presenciar obras con un gran potencial, pero por no disponer del tiempo y de los recursos suficientes parece que se quedaron al borde de lo que apuntaban? ¿Acaso no les entristece ver obras que, aunque las acciones de sus intérpretes estén bien realizadas, poco se diferenciaría de un “ejercicio avanzado” de una clase de técnica de danza contemporánea, venidas, entre otras cosas, por sus carencias en la dirección y la falta de verdad del proyecto en general? ¿Por qué no fortalecer las bases de donde parten los montajes, para que todos (cada uno desde su rol) seamos partícipes de una forma de hacer la cosas que nos haga superar más estadios, no conformarnos con la subsistencia de este sector?

Sinceramente, después analizar este pase de Mom, I am a rich man me ha quedado claro de que es responsabilidad de todos dar lo que tenemos en nuestras manos, con fin de que personas como Elena Puchol, sigan persiguiendo los objetivos que les dieron lugar a que se hayan aventurado a ejercer una profesión tan imprescindible para con la preservación y ampliación del patrimonio cultural de un país, como desconocida e infravalorada. Ojalá estas palabras le sirvan a ella para mantener el aliento, porque estoy convencido de que cada vez falta menos para que nos de todas lecciones que necesitamos gracias a su buen hacer.

 

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