Por Ignacio Prados
Hay una tendencia que impera en los últimos años en el sector audiovisual. Parece que los guionistas han decidido no buscar nuevas ideas sino que reciclan las antiguas para adaptarlas a nuestros días y así reformular viejas historias. Es algo evidente con el cine de superhéroes, que no hace otra cosa que romper la taquilla continuamente a base de reinventar los cómics con un gran despliegue de efectos especiales, pero otra moda de los últimos tiempos es la de adaptar antiguos cuentos a la gran pantalla. Caperucita Roja ya tuvo su recorrido el año pasado con una película protagonizada por Amanda Seyfried, pero parece que ahora le toca a Blancanieves, con tres adaptaciones en muy corto espacio de tiempo. Por un lado la de Mirror, mirror, enfocada desde un punto de vista cómico con Julia Roberts como madrastra y Lily Collins como la joven princesa, por el otro tenemos Blancanieves y la leyenda del cazador, más épica, más guerrera y más violenta, con Kristen Stewart, Chris Hemsworth y Charlize Theron en cartel. Y no sólo ocurre en el cine de Hollywood, ya que también está pendiente de estreno una adaptación española dirigida por Pablo Berger y protagonizada por Maribel Verdú y Macarena García, y que cuenta con la peculiaridad de ser en blanco y negro, muda y ambientada en la España de los 20.
La televisión, aunque hermana pobre del cine, no ha quedado al margen de esta ola revisionista, y ha estrenado un par de series con esta temática, Grimm y Once Upon a Time. Esta última se ha llevado el premio de serie más vista de los domingos esta temporada en Estados Unidos además de conseguir una base de fans que la convierten en una de las ficciones en boga del momento. Ambientada en Storybrooke (Maine), un pueblo donde viven encerrados sin saberlo los personajes de todos los cuentos que conocemos debido a una maldición, Once Upon a Time nos presenta a Emma Swan (Jennifer Morrison), una joven cazarrecompensas, que a sus 28 años es visitada en Boston por el hijo que había dado en adopción de adolescente, Henry, un niño empeñado en que su madre adoptiva y alcaldesa de Storybrooke es la Reina Malvada que lanzó la maldición para acabar con la felicidad de Blancanieves y de todos los habitantes del mundo de los cuentos. Emma no le cree, pero movida por algo que no es capaz de describir, acaba mudándose a Storybrooke para así estar cerca de él, ganándose la enemistad de la madre adoptiva, Regina Mills (Lana Parrilla). En Storybrooke Emma conocerá a Mary Margaret/Blancanieves (Ginnifer Goodwin), la profesora de Henry que le ayudará a mejorar la relación con él, así como a Archie Hopper/Pepito Grillo (Raphael Sbarge), el psicoanalista del pueblo, el Sheriff Graham/El Cazador (Jamie Dornan) o el enigmático y multimillonario Mr. Gold/Rumpelstiltskin (Robert Carlyle).
Con el paso de los capítulos vamos conociendo más detalles sobre las verdaderas identidades de los habitantes del pueblo así como su pasado en ese mundo mágico del que han sido expulsados. De esta manera conocemos a los enanitos y las hadas, a Geppetto y a los hermanos Hansel y Grettel, mientras que la maldición se va debilitando poco a poco. Henry acierta en cada una de sus predicciones, y como él había afirmado sin que nadie le creyera, Emma es la hija de Blancanieves y el Príncipe Encantador, la única capaz de salvar a sus padres y al resto de personajes encerrados en nuestro mundo del conjuro, y de esto se dará cuenta también la malvada Regina, que hará todo lo posible por evitar que la salvadora cumpla su función
El gran atractivo de esta serie es sin duda el plantel de personajes que pasean por el pueblo y que relacionamos inmediatamente con nuestra infancia. Desde personajes de Alicia en el País de las Maravillas hasta Bella pasando por Pinocho o el Pepito Grillo, todos ellos son reconocibles con facilidad por el espectador que disfruta de esta especie de juego de ¿Quién es quién? Así reconocemos enseguida a Caperucita y a su abuelita, así como tenemos dudas con algunos personajes que tardamos en colocar.
En cuanto a los protagonistas, y como suele suceder en muchas ocasiones, los malvados dan mil vueltas a los buenos. Como también pasa en las dos adaptaciones al cine que se han hecho de Blancanieves en Hollywood, la Reina Malvada supera en prácticamente todo a la pobre Blancanieves, sobre todo en belleza, que es supuestamente el principal punto de fricción entre madrastra y princesa. Parece obvio que Julia Roberts es más guapa que Lily Collins, pero es que el hecho de que alguien se crea que Kristen Stewart es más guapa que Charlize Theron clama al cielo. En Once Upon a Time aunque no es tan escandoloso sí que es verdad que Lana Parrilla interpretando a Regina hechiza por completo la pantalla cada vez que sale y la pobre Blancanieves queda un poco deslucida en las escenas que comparten, aunque el trabajo de Ginnifer Goodwin es más que loable. El otro gran malvado de la serie, Rumpelstiltskin, interpretado por Robert Carlyle, va ganando enteros a lo largo de la temporada y se acaba convirtiendo en un digno contrincante de Regina. Sobre todo cuanto más al final de la temporada, las escenas compartidas por estos dos son de las más tensas y las más esperadas, y ya hay quien afirma que Lana Parrilla y Robert Carlyle podrían recibir alguna nominación por sus interpretaciones. Otro de los grandes aciertos de la serie es la humanización de estos villanos, dejando de lado el maniqueísmo tan propio de los cuentos de hadas, en los cuales los malos son malos porque no tienen otra razón de ser. Al principio en Regina sólo somos capaces de ver un ser despiadado que busca la desgracia a toda costa de Blancanieves para acabar viendo a una madre desesperada que busca venganza. Rumpelstiltskin, mientras, demuestra que todo lo oscuro tiene un punto de luz y uno nunca sabe si fiarse de él o directamente pensar lo peor.
Otro aspecto a destacar es la gran cantidad de personajes femeninos fuertes que hay. Al contrario que en los cuentos donde las princesas siempre están indefensas, en este caso ellas son las que salvan en muchas ocasiones a ellos, dándole un giro considerado feminista por críticos estadounidense a los cuentos clásicos, sin olvidarse de Emma Swan, un personaje femenino duro, que dispara y pelea, pero que al mismo tiempo no prescinde de ejercer de madre.
Once Upon a Time es emitido por la ABC, una cadena propiedad de Disney, pero no todo sigue los estándares de la compañía de Mickey. Blancanieves pelea, igual que los enanitos o las hadas, Caperucita Roja no es tan ingenua como en los cuentos (sino todo lo contrario), y el amor no es tan fácil de conseguir como nos hicieron creer de pequeños, aquí nadie cena perdices. Si la serie sigue este camino podrá conseguir una mitología propia que le permita distanciarse de esa imagen familiar, casi infantil, que tiene.
Con el final de su primera temporada se han descubierto muchas cosas, los personajes han evolucionado y se enfrentan a nuevas situaciones desconocidas. Los guionistas no lo tienen nada fácil, estos primeros 22 capítulos han tenido un objetivo muy claro y una vez conseguido se abren múltiples posibilidades. Todo depende de cómo lo enfoquen, pero tienen el riesgo de caer en la repetición, de volvernos a mostrar un mundo por descubrir cuando tanto nosotros como la protagonista lo hemos descubierto y volvernos a embarcar en una aventura de hacer creer al incrédulo. Tienen muy fácil defraudar a las masas de fans, pero no lo tienen tan difícil para irse creciendo poco a poco hasta convertirse en una serie fantástica, con misterios y personajes los suficientemente bien construidos que te mantengan atento a la pantalla. Tan atentos como estábamos de niños pendientes de si finalmente Caperucita se salvaba de las garras del lobo o no.
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