#Música en la revista Achtung! | Por Miguel Fernández Ibañez
Acaba de finalizar 2011 y de la mano el aniversario de la prestigiosa Sala Caracol, que ha cumplido en Madrid 20 años de servicio a la música, de aquí y de allá, más o menos estelar. Ahora, con menos focos que antaño, se apuesta por grupos jóvenes, variados en estilo, que se alejan del glamour que suponía traer a Chavela Vargas después de 20 años sin pisar un escenario español. Se puede decir que esta sala es el reflejo de dos estapas que demuestran la evolución y la influencia de los promotores, la crisis y cómo llenar con los Melendi y Dover antes de boom.
Lejos del momento actual, este espacio rectangular siempre será recordado por sus inicios ligados al flamenco en Madrid y por las grandes noches internacionales de los 90 con Andrés Calamaro, Chavela Vargas o Manu Chao. Entre 1991 y 1995, año en el que cambió de manos la sala, artistas como Cesaría Evora y Youssu N’Dour dieron sus primeros conciertos en España. Eran noticia en primera plana, como sucedía con la Noche de Reyes de 1995 en la que los hermanos Carmona llenaron el vacío de un Antonio Flores que dio plantón en el año de su adiós.
Poco a poco el flamenco y sus fusiones rumberas se diluyeron en el rock y otras alternativas: Dover, en 1997, con su disco Devil Came to Me, Joaquín Sabina, José Mercé, Albert Pla, Radiohead, Juanes, Pedro Guerra, Rosendo y The Cardigans dejaron su sello entre un sinfín de músicos. Aún eran primeras espadas las que resonaban en la céntrica calle Bernardino Obregón, tal vez por el reflejo de los brillantes años pasados, tal vez porque entonces eran mirlos.
Ya en el siglo XXI el reclamo del multiétnico Madrid empujó a este espacio a volcarse con más frenesí en los grupos jóvenes y específicos, con la comodidad que supone pagar poco e ingresar mucho sólo por ser quien es: la Sala Caracol. De aquí salieron discos en directo como el de El Canto del Loco de 2002, o los sorprendentes Vetusta Morla en 2007.
Hoy, continúan colgando el no hay billetes con grupos que cantan al amor como Los Rebujitos, o Iratxo, que celebró su quinto aniversario como cantante rumbero en esta sala. Para 2012 ya planea el África Canta con Seydina Ndiaye, un cantante que empapela los barrios de Lavapiés y Malasaña y que por lo menos suena al viandante madrileño. También están programados tributos de calidad y grupos poco conocidos para el gran montante social que aglutina la capital ¿Mejor, peor? Son otros tiempos, modernos y en crisis, sobre todo en lo que se refiere a la música y la forma de comercialización y que en la Sala Caracol han sabido gestionar para no perder ese tirón, más joven hoy en día, que siempre la ha caracterizado.
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