Por Marisol Gándara
Llama a la fortaleza de tus pulmones
ahora que te estás ahogando
y la mano o la bota,
una letra o un cuerpo
desafían el metabolismo de tus células.
Pon alerta todos los bastones del ojo
para poder ver en la oscuridad
y que el corazón,
en este trance,
aprenda a un latido nuevo.
Clama por la extensión del músculo,
que no ceda la porosidad del hueso
y que en el laberinto,
de tu oído,
se pierdan definitivamente los gritos.
Que no ceda el cuerpo.
Pídele a cada corpúsculo de Krause
que no sienta el frío
que tu estómago, contraído,
y las vísceras secretoras
aprendan a deglutir ficción.
Ruega porque no se indigesten los sueños
y si te aman o te gobiernan
con violencia
ruega por que el masoquismo
sea religión o ideología
para poder sentir placer de nuevo,
que esto que nos pasa
sea un gobierno del cuerpo
o la sociedad como un organismo
casi vivo
porque no hay señales de que estemos
ni callados
ni muertos
ni gozando
este momento.
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