Por Marisol Gándara
No te pediré nada pues mis sueños,
como un microcosmos
se alimentan a sí mismos
o en su defecto
me paralizan y me encogen las vísceras,
en una abulia de actividad me instalan.
Estamos en recesión de la vida misma.
Pero no pediremos nada
todavía podemos masturbarnos hasta molestar a los vecinos
o ayunar de la propia piel,
hacer de la necesidad virtud
y rescatarnos de una bacanal de excesos,
desayunar un tacto que se creía olvidado,
nuestro propio tacto
y triste silencio nos sonrojaremos
de nuestros ecos jadeando.
Pero no pediré que vuelvas y guíes mis manos,
que marques las reglas del juego,
que me ordenes posturas
para que todas las acrobacias horizontales
las llames tus milagros.
Busco realidad en todos los contactos.
Así que no te pediré que vuelvas
porque eso lo hice ya
y mis palabras están pagando todavía plazos
por aquel orgasmo
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