Por Paloma Torrecillas
Es mucho decir que, al descubrir una nueva banda de música por territorio internáutico y que no me deje indiferente, me siento como Rodrigo de Triana cuando gritó ¡Tierra a la vista! Después de meses y meses de travesía. Aunque confieso que me gusta pensar que así me siento, todo reducido a mi contexto de pantalla, cascos, café y sofá. Así que dejo escapar un grito de ¡ALELUYA!, muy a lo Leonard Cohen, pero sin entonar melodía alguna.
En esas estaba yo, frustrada por no encontrar nada que deleitara mis sentidos y aborreciendo a los grupos que sonaban en bucle en mi cabeza, cuando, por casualidades del Spotify di con Carrousel. PLAY. Canción: 14. Ya me había enganchado. Se trata de disco de pop-folk que cobraba sentido cuánto más lo escuchaba y empezaba a descubrir sus detalles o sus melodías contrapuestas, que te llevan de la depresión a la felicidad y de la esperanza a la derrota. Así que tras el baño de emociones, tenía que saber quién había hecho ésto y, para mi sorpresa, apenas se hablaba de ellos en Internet. Mensaje a su página de Facebook y en unos días tenía a Joel Piedt, compositor y músico del disco, conectado desde Florida. Me contó que la culpable de todo había sido una tal Michelle, su exnovia, que le había dejado con el corazón roto, la guitarra y su amigo Brad Fant. Así que se encerró en casa para componer y grabar durante el verano de 2009, pero el verano acabó por alargarse y se convirtieron en dos años y medio de composición, retoques, amigos que colaboraban, grabación del videoclip… Y se plantaron en 2012 con un disco cuidado y diferente, nuevo para ellos y para el público: 27 rue de mi’chelle.
Esta referencia a París era una fiesta de Hemingway en el nombre del largo no es casualidad, y es que Joel estuvo obsesionado con la novela, los músicos románticos franceses y la pintura impresionista durante todo el proceso de creación. De hecho, trata su disco como si de una historia con principio y final se tratase, las canciones se alimentan unas de otras y son los capítulos de su proceso de olvido. Pero, igual que él juega a dar un toque literario a su música, nosotros podemos jugar a la Rayuela con su disco, ir saltando de una pista a otra aleatoriamente. Igual encontramos un nuevo sentido a este trabajo compacto. Igual no solo hay una novela entre estas notas.
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