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En la tercera jornada de la vigésimo primera edición del Festival Danza Trayectos se programó: Aguas Efímeras de I Punto Danza, Dérive de Riart Company, Embolada de Alba Olmedo & Raquel Marín, Bailaban las Perolas de Laura López & Pablo Pérez, IOCARI de Compañía X y la Verbena: un espacio de esparcimiento y diversión para que, nosotros los espectadores, tomemos la pista de baile, siendo guiados por las pautas de Yeinner Chicas y la música de la DJ Violeta.

 

 

 

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Aguas Efímeras – I PUNTO DANZA

Práctica artística del Conservatorio Municipal Profesional de Danza de Zaragoza (especialidad danza contemporánea).

Intérpretes: Luna García y Ana Belén Casanova

 

Luna García y Ana Belén Casanova montaron Aguas Efímeras siendo conscientes de que ésta será representada en la presente edición del Festival Danza Trayectos, lo cual, inevitablemente, contrastará con las demás obras que fueron hechas por profesionales. Este ejercicio no sólo será un hito en la formación de estas estudiantes, sino que además, pondrá a los espectadores ante una “foto” de uno de los estadios por los que han tenido que pasar los profesionales de danza, es decir: esa fase en la que aunque a uno le planteen una serie de correcciones o sugerencias de lo que ha hecho en calidad de estudiante, ello no será asimilado del todo hasta que se haya tenido un cierto bagaje.

Por tanto, hemos de aprender a identificar cuál es el significado de que dos estudiantes de un conservatorio profesional hayan actuado con la misma naturalidad que en sus fines de cursos y demás actividades programadas a lo largo de su formación. O dicho de otra manera, creo que quienes han de adaptarse a la situación de estas estudiantes son: los organizadores de este festival, los docentes responsables y nosotros los espectadores. Por ejemplo: cuando estas bailarinas resolvieron varias de las transiciones de un movimiento a otro o de una escena a otra con movimientos propios de una clase de técnica de danza contemporánea, ello nos debería hacer reflexionar si la formación que están recibiendo está destinada a que ellas monten e interpreten creaciones en escena a corto y medio plazo, o a ser buenas ejecutoras de lo que se les marca en clase. Y no es que ello no pueda estar justificado a nivel coreográfico, el problema empieza cuando dichos enlaces ocupan más espacio que lo que se supone que representa al tema que le dio pie a la pieza.

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Luna García y Ana Belén Casanova han defendido con dignidad y soltura a Aguas Efímeras. Muestra de que hace tiempo han tomado las riendas de su formación, puesto que han entendido que lo mínimo lo han de delimitar los docentes y el máximo se lo marca cada uno en tanto estudiante. El caso es que ellas han llegado hasta este punto, y ahora lo que toca es determinar lo que realmente ha pasado en escena, y el qué podemos hacer con todo ello.

 

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Dérive – RIART COMPANY

Intérpretes y coreógrafos: Rafa Arenas e Idoia Rodríguez

 

Personalmente, cuando estoy analizando un trabajo en el que hay un continúo uso de portés y acrobacias, lo primero que me pregunto es, hasta qué punto son necesarios cada uno de ellos para expresar lo que quisieron expresar los profesionales involucrados. Aún así, estoy al tanto de que este tipo de trabajos están en boga y tienen su razón de ser a nivel estético y formal.

Una de las cosas que le da consistencia a Dérive es que estos profesionales han sido fieles a un ritmo escénico, en el que varios de esos portés y acrobacias hacen de las veces de suspensiones para no cortar el movimiento, como también, valen para que la pieza “tome aire” de cara a lo siguiente. Si no fuera por esas “suspensiones” y la emocionalidad de las interpretaciones de Rafa Arenas e Idoia RodríguezDérive hubiese quedado como una rutina de ejercicios para preservar y mejorar una serie de habilidades. Tómese en cuenta que estamos hablando de un trabajo de gran exigencia física, en el que todo debe estar calculado al milímetro, asegurando que lo que estaría por venir, no quedará desdibujado y fuera de lugar a lo largo de la actuación.

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Dicho lo anterior y, tras haber visto a esta pieza hace dos semanas en el marco del Festival Cádiz en Danza, he llegado a la conclusión de que a estos profesionales les vendría bien que un “ojo externo” les ayude a afianzar los recursos de los que se valen, pensando en no ensombrecer al contenido que subyace en Dérive. De tal manera que, si alguien no conecta con la pieza que sea por falta de afinidad, no tanto porque no se ha terminado de ajustar cada uno de sus partes para comunicar lo que se ha querido comunicar.

 

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Embolada ALBA OLMEDO & RAQUEL MARÍN

Práctica artística del Conservatorio Municipal Profesional de Danza (especialidad danza contemporánea).

 

La selección musical o el tipo de movimientos que han escogido Alba Olmedo y Raquel Marín para sacar adelante a Embolada (en especial, los de la primera parte de esta pieza), son sólo unos ejemplos de que cada generación responde a los referentes de su época y al cómo ha evolucionado la recepción de lo de otras generaciones. Lo cual nos ilustra a la hora de caer en consciencia de que lo que se está gestando, como también, de que es posible que nos estamos aferrando en demasía a los lenguajes de la generación de cada uno.  Así, muchos calificativos podrían pasar por algo que desvirtuaría el espíritu y la razón de ser de lo que se han puesto en escena.

Yo parto de la base, de que cualquier otro intérprete y creador se hubiese decantado por subrayar otro tipo de cuestiones que las han hecho ser lo que es Embolada, esto es: recuérdese que Embolada representa el cómo es estar en una relación tóxica desde dentro y cómo se ve ello desde fuera. En paralelo, el uso en la sinopsis del  calificativo “relaciones tóxicas” nos advierte de que estamos ante algo que ponen en lo alto a cuestiones como la salud mental; el peso que le damos a las personas con las que construimos un vínculo fuerte, en una época en la que se confunde lo que hacemos en nuestras redes sociales con las que hacemos cara a cara; etc.…

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

He ahí el valor de este trabajo, sobre todo, si ha sido montado con tanta verdad y entrega. Es más, si nos fijamos en las pequeñas diferencias que hubo entre las interpretaciones de estas dos bailarinas, nos daremos cuenta que quizás esta pieza no podría ser interpretada por otras personas, puesto que ellas estaban encarnando lo que han vivido desde sus respectivas circunstancias. Posicionando a sus testimonios en un lugar en donde los detalles son cuestiones personales, casi contingentes…, sin embargo, el contenido de los mismo merece ser universalizable.

En definitiva, Embolada me parece una pieza muy emocionante y que nos da pistas de lo que está por venir, si seguimos cada uno desde nuestros respectivos sitios, cuidando y desarrollando a nuestro patrimonio cultural.

 

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Bailaban las perolas – LAURA LÓPEZ & PABLO PÉREZ

Las ruinas tienen algo que nos hacen sentir “seres anecdóticos”: individuos que pudimos haber pasado por allí o no.  Sin embargo, a poco que uno haya construido dentro de sí un vínculo que nos arraiga con su historia, entonces estaríamos ante un reflejo de cómo una parte de nosotros se está cayendo a pedazos. Somos conscientes que el estado de aquellas ruinas responde a razones que se escapan a nuestra compresión y marco de actuación. De todas formas, permanece latente lo que nos inclina a custodiarlas de alguna forma, signo de que todavía se está en una fase de duelo.

Lo anterior, en mayor o menor medida, formó parte de la atmósfera que envuelve a Bailaban las perolas, esto es: ya en su sinopsis se nos indica que esta pieza proviene de un indagar en torno a los antepasados y tradiciones de la tierra de estos profesionales, Aragón. Región que, a poco que se hable con varios de sus habitantes, se oyen cosas como: es un “lugar de paso”; “tiene lo que tiene porque está entre Madrid, Cataluña, la Comunidad Valenciana, Navarra, etc…”; “Aragón es tan desconocida porque no ha hecho valer su cultura, a diferencia de lo que ha pasado con las culturas vasca o gallega”… En fin, cuestiones que dibujan una tensión en la que lidian los que no se hallan en su identidad en tanto aragoneses, o bien proveniente de personas que tratan de conservar un legado que explicaría mucho de lo que le ha condicionado hasta nuestros días.

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Así, esta pieza inicia con el personaje que interpreta Pablo Pérez balanceándose en un silla ensimismado y taciturno. Y a pesar de que el personaje de Laura López busca la forma de reencausar los ánimos y pensamientos de su compañero, él no está dispuesto a pasar de largo a lo que le mantiene aferrado a aquella silla. A partir de aquí, se suceden una serie de intercambios de miradas y demás gestos que exponen el nivel de intimidad que han compartido.

Llegados a este punto, cabe “invitar a bailar” al otro, independientemente, de que su resistencia responda a un “dejarse caer”. De allí surgirá una “danza” en la que sale a relucir lo que ha estado contenido en ellos, incluido lo que todavía no se ha manifestado al exterior. Nosotros espectadores percibimos pasos, caracteres y demás cosas por el estilo de danza contemporánea, siendo enlazados con lenguajes que asociamos a lo “folklórico”, por más que la mayoría de ellos no seamos capaces de reconocerles con un nombre.

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Es maravilloso como estos profesionales han dotado de tanto contenido a unos pasos que parecen diseñados para las fiestas populares o momentos de esparcimiento. He allí la importancia de que se dirija siguiendo un ritmo escénico en el que, aunque las acciones que se ejecuten en escena sean extra cotidianas, se consigue que lo que está pasando entre los personajes en juego sea creíble, dando lugar a que muchos espectadores se puedan sentir identificados con los mismos.

Desde luego que no es viable lo anterior si no se ha caldeado y contextualizado al público, puesto que sería muy difícil seguir el hilo de una historia entre dos personas que se quieren, y buscan la manera de comprenderse el uno al otro. Por tanto, intuyo que en Bailando las perolas la danza es y no es una metáfora de cómo se va desarrollando una relación interpersonal que tiende hacía el infinito.  Eso sí, hoy el “escenario” son aquellas ruinas y lo que les suscitan a estos personajes.

En lo que a mí respecta, esta creación me conmovió de principio a fin, en especial, porque todo lo que se nos planteó fue hecho con franqueza y elegancia. Perfilando al rigor técnico que demostraron (por ejemplo, en su timing o los enlaces de un movimiento a otro), como vehículos de expresión artística.

 

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Iocari – COMPAÑÍA X

 Intérpretes: Ada Continente, Saray Garzia y Nadia Yagoubi

 

El tono desenfadado y travieso que predomina en la mayor parte de IOCARI, a uno le induce a pensar que esta pieza es una suerte pretexto para cumplir una “fantasía” o llevar a cabo un “experimento”. Sin embargo, en cuanto se empiezan a repetir en la ruleta las mismas casillas en las que reproducen dinámicas/ escenas con, digamos, menos entusiasmo, entonces sale a relucir la profundidad de sus personajes.

Unos personajes que, queriéndolo o no, han diseñado un juego que les ha asegurado unas cuantas horas de diversión y un marco para afianzar vínculos entre ellos, pero se torna insuficiente en cuanto queda claro que ellas todavía están en el vacío. De todas formas, ellas son conscientes de que el “show debe continuar”, así que sus “dudas existenciales” no deben de apropiarse de un momento que, necesariamente, ha de ser de alegría y diversión para todos.

IOCARI es de esas piezas en las que la ingenuidad y vulnerabilidad de sus personajes es lo que le dota de contenido, ya que no es imprescindible emitir monólogos que busquen ser “legendarios” o miradas que se “atoran” en el horizonte para comunicar, por ejemplo, algo que nos remita a la compleja relación que tenemos nosotros, los seres humanos, con el paso del tiempo. En esta línea, las rutinas, el construir algo desde el principio o el disfrutar de un tiempo de ocio en buena compañía son varias de las cosas que hacen alusión las integrantes de la Compañía X, para demostrar que detrás de las personas con un “espíritu festivo”, puede estar en disputa algo tan decisivo como lo es encontrar un sentido a nuestras vidas.

 

Foto: Mimöi – Marta Aschenbecher y Concha Braojos

 

Por otra parte, su estética kitsch potencia lo creíble que es esta creación, pues, a mí no se me ocurre un lenguaje más acorde a algo que es ácido y extravagante al mismo tiempo. Personalmente, esta pieza me mantuvo “atrapado” de principio a fin, porque sentía que me estaban contando un “chiste malo” en un ambiente en el que su subtexto se veía reforzado. Y en parte, de eso se trata hacer artes escénicas, ya que no es lo mismo resumir en un párrafo el marco conceptual de la pieza en juego, que representarlo en escena.

En definitiva, Ada Continente, Saray Garzia y Nadia Yagoubi tiene entre sus manos un trabajo maravilloso, divertido y muy loco, que ojalá le conduzca a montar una versión de más de cuarenta cinco minutos, en donde se vaya más allá de lo que se quedó adecuadamente sugerido en IOCARI.

 

 

La última jornada de la edición del 2024 del Festival Danza Trayectos siguió ampliando los testimonios recogidos en «El rastro de la danza tras de sí»

 

 

 

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