¿Saben de esos conciertos donde artistas de renombre mundial, tocan durante dos horas un recorrido de su repertorio? Pues, algo por estilo me encontré en esta gran producción del Ballet Nacional de España.
Durante la representación de Afanador se fueron sucediendo imágenes que provenían de parte del trabajo del fotógrafo Ruven Afanador, a las cuales, de un modo u otro, Marcos Morau (el encargado de la dirección) le fue dando vida a través del desarrollo de interacciones entre sus “personajes”. Así, nosotros los espectadores, nos enfrentamos a una obra arrolladora, que buscó la manera de amortizar los extraordinarios recursos que disponía.
Empezando por las decenas de bailarines de primerísimo nivel, que demostraron su elegancia y versatilidad ante el reto de irse familiarizando con las “idiosincrasias” (por así llamarlo) de un director tan interdisciplinar, en el que parece que nada deja en puntos suspensivos. Por tanto, no había lugar a ningún descuido o fallo, siendo que ello hubiese desentonado al “cosmos” que nos fue desplegando. En el que se fue alternando lo más rabiosamente contemporáneo con lo costumbrista, a través de una sugestiva combinación del flamenco y la danza española con el mundo de la moda, en el que tanto se desenvolvió Ruven Afanador. Por tanto, en Afanador nos encontramos ante marcos que aludían a arduas sesiones de fotos, a las propias fotos de Ruven Afanador, a los entresijos de lo que sucede en los camerinos antes de una actuación, o cómo no, a momentos legendarios de obras de gran formato. O dicho de otra manera: Afanador se ha de ver como un monográfico sobre el universo de Ruven Afanador, más o menos equiparable con una exposición de un museo de arte contemporáneo, no tanto como una obra de artes escénicas.
De lo contrario, uno localizará inconsistencias en los enlaces de escena a escena, o se preguntaría hasta qué punto era necesario hacer alusión a tantas imágenes de obra de Ruven Afanador para homenajear a su universo. Lo cual responde, entre otras cosas, a que uno como espectador debe asumir la responsabilidad de conocer cuál es el contexto en el que se ha montado la obra en juego, antes de emitir una conclusión. Porque los profesionales involucrados no ponen en escena algo al gusto de todos (y muchos menos que vendría de un “encargo” de uno mismo), sino tratan de ser consecuentes con la lógica interior del proyecto que emprenden. Dando lugar, a que uno tenga la oportunidad de seguir ajustando su criterio, por encima de las exigencias de un “consumidor” que va un restaurante en el que ha pedido un filete de carne a medio a hacer. Aún así, es un hecho que la pieza consiguió cohesionarse con las proyecciones audiovisuales con las que se relacionaron tres de lo intérpretes. Proyecciones en las que se conseguía entender el hilo conductor de un trabajo que fue «saltando» de un «marco» a otro.
De resto, la cosa va de dejarse guiar ante una producción capaz de satisfacer a públicos ajenos al de las artes escénicas contemporánea. Esto es: con tan sólo fijarse en el papel que desempeñó el diseño de iluminación a cargo de Bernat Jansá, del vestuario a cargo de Silvia Delagneau o el de la escenografía, Max Glaenzel, para darse cuenta que la danza y lo que respecta a las fotografías de Ruven Afanador, fue aquello que dio pie a una pieza que supo transcender su punto de partida para cobrar independencia. De esta manera, quien no esté al tanto de las anteriores puede disfrutar igualmente, y en el mejor de los casos, se le habrá despertado su curiosidad por el mundo de la danza, la fotografía y el de la moda.
En esta línea, yo he quedado satisfecho por haber disfrutado de una exhibición que me ha hecho valorar desde otro lugar, disciplinas que Marcos Morau nos demostró cómo pueden confluir dentro de una creación escénica, no, necesariamente, deben estar supeditadas a las necesidades de los contenidos que se pretenden transmitir a los espectadores. Por lo pronto, esta obra girará por varias localidades de España y, seguramente, otros tantos sitios del resto de Europa, poniendo el nombre del Ballet Nacional de España en lo alto.