Dicen que AC/DC viene a Sevilla por el aforo del Estadio Olímpico, por las conexiones Cartuja-Aeropuerto y otros aspectos, pero de lo que no cabe la menor duda es de la comunión existente entre el público sevillano y la banda: una mar de roqueros, de todas las edades (hasta abuelos con hijos y nietos) inundó Sevilla para adorar a la banda, a su banda, que respondió con creces a las expectativas.
Una vez más, como en cada evento, la organización de Live Nation estuvo a la altura de las circunstancias, avisando por e-mail sobre la temprana apertura de puertas a las 18:00, gran idea que aplaudimos y que significó una entrada relativamente apacible para el mar de rokers.
Taylor Momsen calentó el ambiente con los teloneros, The Pretty Reckless, que demostraron estar en plena forma para mostrarnos su hard-rock, sin artificios, contundente, vibrante, pero el sol que aún reinaba en parte de las gradas hizo que muchos aficionados se refugiaran en las sombras de los vomitorios, refrigerándose en los ambigús con precios no precisamente populares.
En cuanto a la acústica, con referencias en pista y grada, todo estaba en su sitio: batería, bajo y rítmica perfectamente ecualizados y nivelados y Angus y Brian destacando lo suficiente para erizarnos los pelos con sus riffs y su voz imprescindibles.
Otro aspecto a destacar es la excelente coordinación para el cambio de grupo, que en un abrir y cerrar de ojos adaptaron el escenario por dejar todo apunto para el comienzo del momento esperado: el primer riff de guitarra de la noche de Angus Young, que nos ofrecía sangre y todos la recibimos entusiasmados: If You Want Blood, You’ve give it!
De ahí en adelante, todo fue in crescendo. O casi.
Stevie Young hizo bien su papel de guitarra rítmica: al igual que Malcolm, con contundencia pero sin hacerse notar, envolvió los punteo de Angus con destreza y excelente dinámica pera dejarse lucir al jefe.
Matt Laug en la batería tiene oficio de sobra para hacernos olvidar al controvertido Phil Rudd, que al parecer ha vuelto al grupo en estudio pero no ha podido girar por ciertos problemas legales.
El ex Jane’s Addiction, Chris Chaney, sustituto de Cliff Williams, que ha decidido jubilarse, funcionó como un reloj al bajo y constituyó junto a Matt una excelente sección rítmica que envolvía la poderosa guitarra de Stevie y los contundentes riffs del más grande creador de riff de la historia del ROCK (con el permiso de Keith, of course): mister Angus Young.
La primera incógnita era si Brian Johnson estaba lo suficiente en forma, tanto de voz como físicamente y se resolvió de inmediato con un If you want blood inconmensurable, y moviéndose como siempre lo ha hecho: poquito a poco, con nervio y cerrando el puño para los más agudos, que entona con la misma soltura con que modula su voz hacia otros registros para adaptarse a la edad, que ya son 76 tacos. Chapeau a Brian.
Pero Angus no estaba fino.
En el Back in Black, ese otro clásico atemporal que la banda dedicó en su día al genial Bon Scott, el punteo de Angus fue algo caótico, pues estaba basado en el original, pero simplificado y suprimidas las partes más auténticas, más de su inconfundible estilo, sustituidas por un punteo semimprovisado, seguidos por los famosos arpegio finales, que tampoco sonaron limpios.
Otra pista nos la dio ese tema que tanto gusta a los aficionados nuevos de AC/DC, Thunderstruck: el conocidísimo riff por momentos iba ligeramente desacompasado, pues de su larguísima lista de excelentes riff ese quizá sea el que más destreza y virtuosismo requiere. Pero, ciertamente, fue algo puntual.
Cuando le llegó el turno a Hell Bells fue el comienzo de la locura: ahora si, el excelente arpegio inicial de Angus y el espectáculo audio visual, enorme campana en bajada incluida, introducen a un Brian Johnson que nos dejó con la boca abierta, pues manejaba el increíble agudo del estribillo con una soltura inimaginable a su edad y sin auto-tune!
En la parte final, a partir del imprescindible Shoot to Trill, dieron paso a los viejos clásicos que todo aficionado vintage de Ac/Dc espera, con parada especial en Let There Be Rock, donde Angus tocó con soltura el muy conocido punteo original, seguido de no menos de 15 minutos de un inspirado solo al que quizá le sobraron algunos minutos.
Los consabidos bises, TNT (siempre será uno de mis temas favoritos) y For Those About to Rock, que incluyó apoteósicos cañonazos y fuegos artificiales, terminaron con un show de prácticamente dos horas de las que los aficionados disfrutamos cada segundo, pues los nuevos miembros de la banda cumplieron sobradísimente, Brian está que se sale y aunque Angus no esta fino tiene todo el merecimiento para revolcarse por el suelo en el escenario del estadio cartujano, hacer el paso del pato de Chuck Berry, y todo lo que la ciudad de Sevilla le inspire, pues ahí estaremos sus fans, expectantes a la próxima.