Por Carmen Socías | Fotos @clubsmedia
Mirar al futuro puede provocarnos desasosiego, incertidumbre, esperanza, pero ¿mirar al pasado? Que llame a tu puerta el pasado para reencontrarse contigo, o para lo que sea que venga, puede no solo tambalear el presente que has construido, sino algo mucho peor, venir a cuestionártelo. Algo así le sucede a Kira (Nathalie Poza) en la función A cielo abierto de David Hare.
Estrenada en mayo de 1995 en el Teatro Nacional de Londres, y convertida en un éxito rotundo hasta hoy, esta obra llega al Teatro Español de la mano de un maestro: José María Pou, qué decir de un grande incuestionable en nuestro teatro, un hombre que ha vivido y vive dedicado a la escena, y en este caso encargándose de la traducción, la dirección y la interpretación del conservador y adinerado Tom, un hombre rondando los sesenta y con una segunda oportunidad rondando en su cabeza. No es la primera vez que se enfrenta Pou a esta función, y esta vez lo hace con una solidez difícil de comparar.
A cielo abierto nos plantea el reto de preguntarnos ¿pueden los capitalistas vivir realmente con los idealistas sociales? ¿Podemos perdonar el pasado? Y todavía más ¿podemos perdonarnos a nosotros mismos? Las respuestas las hallamos en un loft de la periferia de Londres cuando Tom (José María Pou), hombre cercano a los sesenta y propietario de prósperos restaurantes, se reencuentra con su antigua camarera, niñera, y amante. La presencia del recuerdo, de la culpa, de una esposa muerta de cáncer un año atrás, desenreda una red de reproches que parecen no tener fin, y que se convierte en un doloroso juicio para los dos protagonistas.
Tanto José María Pou como Nathalie Poza dan una lección de interpretación, con muchos actores presentes en el patio de butacas, demuestran en escena cómo la fuerza de un guión que lo coloca todo en su lugar puede elevar al actor hasta donde él quiera llegar, y en este caso suben A Cielo Abierto.
En esta obra no chocan dos personajes, lo hacen dos mundos, dos maneras completamente opuestas de verlo, de vivirlo, y parece que hasta de respirarlo. Esta función nos habla de lo que está pasando, aquí y ahora. Kyra y Tom son dos personajes que se hablan desde sus creencias más profundas, desde sus anhelos, y también desde la rabia, el desencanto y la, a veces, dolorosa verdad. Porque esta función desborda verdad, la verdad que provoca la risa y la empatía con un hombre que habla sin filtro, y la de una mujer que habla con el corazón y que está convencida de no haber nacido para ser una víctima. Nathalie Poza tiene varios monólogos en los que dan ganas de ponerse de pie y aplaudir, por lo que dice, el texto se ha hecho más real en tiempo como estos, y por cómo lo dice, la entrega está en todo su cuerpo, esperemos que le lleguen muchos más papeles grandes como este porque es un auténtico lujo ver trabajar a una actriz como ella lo hace. Si a eso sumamos la soberbia maestría de uno de los actores más grandes de nuestro país el resultado es una obra excepcional como es A cielo abierto.
La cuidada escenografía no hace más que hacernos acogedor un lugar que no lo es para todos y se encarga de helarnos cuando debe hacerlo. Hasta nos deja oler lo que los protagonistas pretenden cenar, verdad por todos lados.
Esta obra nos hace replantearnos la fuerza de nuestras convicciones, de nuestros ideales, y la posibilidad de descubrir que pueden variar o colocarnos en conflicto, y será ahí cuando nos veamos obligados a revisarlos. A cielo abierto nos angustia y reconforta, y para definir lo que se vivió en el patio de butacas reproduciré la conversación que escuché nada más bajarse el telón de una pareja de sabios jubilados amantes de la escena:
Él: ¡Esto sí es teatro!
Ella: (Suspirando) ¡Menos mal!
Él: Una cosa te digo, yo hoy me he vuelto a enamorar del teatro.
Yo todavía no me he desenamorado, pero si ese día llega buscaré incansablemente una función como A Cielo Abierto para enamorarme de nuevo.
Título | “A Cielo Abierto” de David Hare |
Lugar | Teatro Español. Madrid |
Fecha | Hasta el 7 de abril |
Reparto | José María Pou, Nathalie Poza y Sergi Torrecilla |
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