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Fluidas, abultadas, translúcidas, de bordes afilados, ondulantes y eléctricas, las últimas pinturas luminosas de la artista kazaja Aigana Gali parecen a la vez precisas y de otro mundo, místicas y tecnológicas. Como una estrella o un planeta lejano, cada composición contiene y transmite su propia energía cautivadora y misteriosa. Lux Ex Machina, es la segunda exposición individual de Gali en nuestra galería y el título de esta serie de pinturas, marca un importante punto de inflexión en su práctica y una nueva libertad artística.

 

Las cosas que suceden cuando sintonizo con la luz; vivas al tono vibracional muy específico de ese día, lo que surge son formas que expresan su carácter.

 

El título de la exposición procede del término teatral deus ex machina, que se utilizó por primera vez en los antiguos dramas romanos y griegos para indicar la oportuna aparición de un dios que desentrañaría y resolvería la trama. Aquí, deus (Dios) se convierte en lux en referencia a las diversas fuentes de luz que aparecen en los cuadros -órbitas luminosas, corrientes eléctricas pulsantes, amplios haces amarillos-, pero también al proceso de realización de la obra. Gali ha pintado desde muy joven, pero mientras sus series anteriores, como Estepa o Tengri, reflejaban estados interiores y experiencias personales, estas últimas pinturas existen fuera de la artista: son producto de la luz o quizá de un reino espiritual que está más allá de nuestra percepción ordinaria. Gali se ve a sí misma como un conducto guiado por una fuerza superior, pero entrar en este estado requiere disciplina física y mental, así como un sentido del ritual.

Debo llegar al estudio con la cabeza vacía y entregarme por completo al proceso para que la obra fluya a través de mi y evolucione en sus propios términos. Es casi como hacer fotografía, revelar imágenes en una habitación oscura donde sólo puedo ver un paso por delante.

MANAS, 2023. Óleo, acrílico sobre lienzo - 130 x 160 cm

MANAS, 2023. Óleo, acrílico sobre lienzo – 130 x 160 cm

 

Aunque Gali no se adhiere a ningún sistema de creencias espirituales específico, sus obras guardan cierto parecido con las de Hilma af Klint o Agnes Pelton, cuyas pinturas equilibraban de forma similar las formas biomórficas y geométricas y hacían gala de un uso inventivo del color. Al igual que af Klint, Gali cree que estas últimas obras son «como mensajes para la humanidad o explicaciones a ciertos procesos» que ella misma aún no es capaz de comprender del todo. En ellas encontramos formas orgánicas, que evocan espacios suaves, parecidos a úteros, junto a estructuras de aspecto mecánico con varillas y cables metálicos, que parecen conducir la luz, la electricidad o incluso las llamas. Algunas de las formas viajan entre las obras, como el disco negro que aparece en varios cuadros, que a veces parece la pupila de un ojo y otras un portal hacia o desde otro mundo. En otros lugares, una superficie membranosa, sirve de capullo o saco amniótico para formas nacientes, mientras que los símbolos planetarios (¿lunas?) de Khan Tengri y las rígidas estructuras diagramáticas parecen aludir a distintas fuentes de energía y evolución.

ONAI I (YELLOW), 2023. Acrílico, óleo sobre lienzo - 80 x 80 cm

ONAI I (YELLOW), 2023. Acrílico, óleo sobre lienzo – 80 x 80 cm

 

Para Gali, sin embargo, no se trata tanto de las formas individuales como de los patrones complejos y a menudo bilaterales que surgen de su colocación en el lienzo y lo que pueden indicar: canales de energía, fórmulas místicas o curativas, códigos biológicos, planos de nuevos mundos o formas de vida. Cada obra lleva un título kazajo como guiño a la herencia de la artista y como forma de distanciar las pinturas del lenguaje cotidiano que utiliza su público, en su mayoría europeo o anglófono, para clasificar (y confinar) el mundo que les rodea. Sin poder entender su significado, las palabras se convierten en otro tipo de código visual, una invitación a salir de lo familiar y adentrarse en lo desconocido.

KOZA, 2023. Acrílico , óleo sobre lienzo - 110 x 82 cm

KOZA, 2023. Acrílico, óleo sobre lienzo – 110 x 82 cm

 

Es esta sensación de misterio combinada con la intensidad del color y la forma lo que hace que estas obras sean tan cautivadoras. Aunque puede que no entendamos inmediatamente, o nunca del todo, los mensajes que transmiten, podemos sentir la fuerza vital que irradia de la superficie y en ella hay una sensación expansiva de posibilidad y libertad. Contemplar siquiera la idea de que hay algo más ahí fuera, más allá de nuestra percepción, es ampliar la forma en que pensamos sobre nuestros cuerpos, sociedades y naturaleza.

 

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