La sala ZM de Sevilla nos introdujo a un proyecto, Mi Bandera, que lleva todo el año cocinándose a fuego lento. Que ni la irrupción de la pandemia que padecemos, y otros contratiempos; han interrumpido un proceso creativo, que emerge con fuerza y juventud, pero no menos maduro: es toda una declaración de intenciones.
Anexo a Mi bandera ha sido de las presentaciones de un proyecto más inteligentes, más divertidas y más trabajadas, que he visto hasta ahora. Dado que en esta conferencia performática (así llamaron a este evento), irradiaban toda esa fuerza creativa que nos ha hecho a los asistentes mantener nuestra atención a lo que sea que ha hecho en el escenario (lo digo por ser algo inclasificable, por si que alguna duda), lo cual demuestra que Carlota Berzal, Lorena Ávila y Ro Menéndez, son unas profesionales que han venido a tomar el turno de palabra, para hacerse un hueco entre los más consagrados: es cuestión de tiempo y persistencia, para que lo consigan.
La puesta en escena, el cómo representaban lo que representaban, nos mantenía en la duda si lo que sucedía en el escenario estaba previsto en el guion, o bien iban incorporando ciertos “accidentes”, con tal ingenio, que no soy capaz de decir cuál porcentaje de esta presentación era improvisado. Y esto ha sido posible, porque llevarán tantas horas de trabajo juntas, de creación colectiva…, que han incorporado dentro de sí, no sólo los personajes que interpretarán cuando estarán en escena; sino que nos ha regalado, el cómo se han desenvuelto los roles que han desempeñado en este proceso hasta ahora. Es cierto que Carlota Berzal se presentó a sí misma como la directora de este proyecto, sin embargo, entre ellas se han formado una serie de dinámicas cómplices, que los roles se van diluyendo según en qué momento que se encontraban; y no porque las personalidades de cada una de ellas no sean suficientemente definidas, sino porque lo que se ve en escena es a tres amigas, trabajando muy en serio sobre algo que les toca a lo personal.
Se están acompañando en un viaje común, en el cual sus repercusiones se empezarán a palpar hasta que se estrene Mi Bandera, en enero de 2021 en el Teatro la Fundición (Sevilla). Claro que Carlota Berzal nos contaba que ella inició este proyecto con un solo de 15 minutos, que se representó a principios de este año en La Bicicletería (Sevilla). No obstante, ello no fue más que el reflejo de un germen, para que estas tres intérpretes fueran configurando todo un imaginario entorno a la resignificación de lo que podemos extraer de la idea contenida, en Mi Bandera, esto es: ellas se han estado documentando de una cantidad ingente de material audiovisual, de testimonios suyos y de personas cercanas, y quizás alguna que otra elucubración nocturna, que recogieron para la siguiente sesión de trabajo que han tenido a lo largo de todo este año 2020. Ello es síntoma de que quisieron abordar a la idea de Mi Bandera, desde todos los frentes que a ellas se les ha ocurrido, ya que se nota que han descartado cosas, ha recuperado otras, puede que haya algún cambio de última hora…, les estoy hablando de que este proyecto está vivo, y es un “animal salvaje” indomable. Así que es mejor aprender a quererlo, tal y cómo se nos presenta.
Es fantástico y esperanzador, que ellas tres sean capaces de mantener esa determinación “embadurnada” de un sentido del humor, que ayuda a que todo lo que se nos plantee, nos llegue sin apenas darnos cuenta. Y no por ello les estoy transmitiendo que han hecho un trabajo “ligero” de digerir, porque si nos paramos por un momento a indagar sobre las implicaciones de sus contenidos, nos topamos con el fruto de la elaboración de una ontología que alcanza, para que la forma de identificarnos con lo que fuere que nos identificamos, nuestras “propias banderas”, cobren otro sentido en nuestras vidas, o al menos, seremos más consciente de en qué lugares nos hemos desenvuelto hasta ahora.
Estas intérpretes nos introducen a preguntas como ¿Sólo somos lo que hemos sido hasta ahora? ¿Nuestro lugar de nacimiento, el género que nos han asignado…, nos hacen “ciudadanos” de un país, o hace falta sentirse identificados con ellos, para ser un “auténtico patriota”? ¿Escogemos nuestras “propias banderas” cuando acogemos ciertos idearios políticos, y la gente con la que nos juntamos; o tal vez, ambos tienen que ver con seguir ciertas inercias que nos hacen creer, que tenemos suficiente margen de maniobra a la hora de discriminar y lucir, nuestras “propias banderas” con orgullo? Puede que en algunas de estas preguntas nos lleven algo de ventaja (dado el exhaustivo trabajo que llevan en sus espaldas); sin embargo, la actitud en escena de cada una nos confirma, que este proceso requiere de un diálogo con el público para ganar sentido: a saber qué cosas se hablarán cuando hagan una evaluación general, de todos los pasos que han consumado.
Lo anterior, lo van reproduciendo con distintos códigos, lenguajes…, que hacen de este trabajo algo multidisciplinar, en el que se asumió que ha de ser encausado de manera multifocal. He allí, que recurriesen a la performance, a la danza, al teatro o al juego con las nuevas tecnologías, como recursos escénicos. Si es que estas intérpretes, nos están dando todo lo que tienen con generosidad y compromiso, para transmitirnos un mensaje que consideran urgente.
En definitiva, tal sólo me queda insistirles que vayan a ver el estreno de Mi Bandera, porque al menos yo, me he quedado con ganas de más. Y encima, se nos avisó que muchas de las cosas que vimos en este Anexo a Mi Bandera, no estarán en Mi Bandera. Porque según parece, únicamente nos han facilitado unas pistas.