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Por Pablo L. Orosa | Fotos Cabalar

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Antón Reixa (Vigo, 1957) está acostumbrado a los grandes retos. Le va la marcha. Ya en los 80, como líder de Los Resentidos, se puso al frente de lo que hoy conocemos como “La Movida” viguesa.  Los que la vivieron, como Reixa, ni siquiera se molestaron en ponerle nombre. Eran tiempos vertiginosos, de crear por el mero hecho de crear. Siniestro Total, Aerolíneas Federales…una efervescencia creativa que exportó la música gallega más allá del “telón de grelos”. Han pasado tres décadas desde entonces y faltan algunos caídos. Reixa, ya casi sin pelo y con la piel curtida por los arañazos de los años, observa la situación actual con la perspectiva del que ya la ha vivido. No es el joven impetuoso que quería comerse el mundo. Ahora tiene un cargo de responsabilidad: es el presidente de la Sociedad General de Autores (SGAE), quizá en el peor momento de su historia. Desprestigiada por los escándalos de corrupción, Reixa  lleva desde mayo al frente y en este tiempo cree haber iniciado el camino para la “reconciliación”, primero con los propios autores y más tarde con la sociedad. Ahora su máxima preocupación es la salud de la industria cultural, históricamente maltrecha, ante las consecuencias que pueda tener en el sector la subida del IVA en septiembre.

«La subida del IVA puede ser un golpe definitivo para la cultura. Es terrible porque además es un recorte ideológico”. Reixa habla desde la experiencia del que lleva varias décadas como empresario cultural, un requisito básico para ejercer con independencia su trabajo en la SGAE. Reixa atiende a ACHTUNG! durante los ensayos de su nuevo espectáculo, “Galicia Canibal”, un musical inspirado en la movida de los 80 que presenta estos días en el teatro Colón de A Coruña ante de llegar a Madrid.

Revista ACHTUNG!: 25 años después volvemos a hablar de la Movida. Es cuestión de recordar lo que fuimos o de contárselo a los jóvenes?

Antón Reixa: Pocas veces en la historia de la creación musical se dio la circunstancia de que fuese tan enraizada en Galicia y tan admirada fuera. Ojalá se repitiese siempre este paradigma en la historia cultural gallega: una autoestima interior importante y una proyección exterior relevante. Ésta es una buena ocasión para volver a mirar los 80, mirarlos con nostalgia autocrítica y un poco amarga. Los 80 fueron una época de una gran crisis pero la gran diferencia con la crisis actual es que nunca en los 80 se renunció a la creatividad colectiva ni a la conquista popular del ocio. Lo peor de esta crisis actual es que está anulando la esperanza y las ganas de divertirse. Puede que el fatalismo imaginativo de los 80 era “las cosas están tan mal que no lo vamos a pasar nosotros también mal”. Éstas son las grandes diferencias entre dos décadas separadas por 30 años.

Se supone que ahora la juventud está más preparada, también en el terreno artístico, sin embargo no hemos sido capaces de generar un movimiento parecido al de aquellos 80. A qué crees que se debe?

Estamos constatando que esto que intentó implantar el pensamiento único que el capitalismo y la economía de mercado son lo único posible, pues puede ser que sea lo único posible pero se está revelando como una auténtica chapuza. Una chapuza que además es cíclica. Es como tener un coche malo de segunda mano que cada vez lo vas cuidando vemos porque ves que no tiene solución. Supongo que la reiteración de la crisis y esos movimientos cíclicos son los que van asentando esta desesperanza que habría superar. Una de las conclusiones buenas de Galicia Canibal es que a través de la música transmitimos optimismo, diversión y los espectadores terminan cantando y bailando.

Decías antes que la Movida generó una autoestima interior y una relevancia exterior. Todo eso se ha perdido?

Se perdió de forma generalizada. El propio hecho de que desde la periferia se presentase una propuesta musical tan energética suscitaba una atención que al principio era morbosa  pero cuando se conocía de cerca generaba un gran respeto. Ahora estamos con una industria cultural en crisis. Estos 30 años tampoco sirvieron para asentar los parámetros de una industria musical propia. Se rozó esa posibilidad en los 90 con el auge del folk, pero si tuviésemos que señalar algo negativo de los 80 es que no fuimos capaces de asentar esa industria musical propia. Piensa que por ejemplo Los Resentidos o Siniestro estuvimos siempre en compañías fuera de Galicia. No se generó una estructura que diese cobertura a todo esto porque lo cierto es que hoy se hace más y mejor música de la que hacíamos nosotros.

Qué podemos hacer ahora?

Enfadarse.

Pero la gente se ha vuelto más conservadora. Ese miedo burgués del que hablaba Valle-Inclán

Habría que enfadarse un poco y habría que asumir que las cosas están tan mal que no pueden estar peor. Cualquier cosa, por pequeña que sea,  será un avance. Eso es lo que tenemos que lograr que no se anule en nuestra conciencia.

Acciones como la del diputado autonómico de IU y alcalde de Marinaleda (Sevilla), Juan Manuel Sánchez Gordillo, van esta línea de actuación más parecida a la de los 80?

Los 80 fue un movimiento muy heterogéneo pero todos teníamos dos constantes. Por una parte lo que hacíamos lo hacíamos porque nos lo pedía el cuerpo; y por otro teníamos un objetivo fundamental: la conquista popular del ocio. Hacer que, por delicada que sea la situación, el ocio siempre sea lo más creativo e imaginativo posible. En esa línea habría muchas cosas que recuperar. En los 80 había una crisis y yo recuerdo una frase de un fotógrafo de la época en Vigo, Víctor de las Heras, que decía: Por el día manifestación y por la noche copas. Era una forma de vivir.

En último informe de la SGAE hablabais de una importante caída de las industrias culturales en este año y pronosticabais un futuro peor, tan mal está la cosa?

Está realmente complicado. Cuando presentábamos el anuario de SGAE fue justo cuando el Gobierno tomó la fatal decisión de subir el IVA de los espectáculos del 8 al 21%. Esto puede ser un golpe definitivo para la cultura. Es terrible porque además es un recorte ideológico. En términos cuantitativos frente al presunto déficit fiscal que quiere recuperar Europa no va a significar una gran suma y sin embargo a efectos sectoriales va a tener un impacto en el empleo muy grande. La industria cultural forma parte del PIB, produce puestos de trabajo y mucha riqueza indirecta. La pérdida puede ser grandísima. El recorte en la cultura es como cuando se recorta en las pagas de 400 euros o las pensiones, hay una parte ideológica en cómo se ejecutan los recortes. Estoy convencido de que esto forma parte de un esquema ideológico que pretende -decir- que la cultura es algo ornamental y accesorio.

La alternativa del mecenazgo que plantea el Gobierno, es un paso atrás?

El mecenazgo puede servir para mantener la red pública de infraestructuras culturales, esto es, para mantener museos o proteger el patrimonio arquitectónico pero no va a generar una industria cultural. Ésta necesita incentivos fiscales entendidos como una inversión productiva. Somos un sector productivo que generamos riqueza. En todo el mundo existen resortes que facilitan la inversión en la producción cultural.

Entiendo por tanto que  España está peor que otros países también en esta materia

España está peor que Francia, aunque aquí la comparación no es lo más relevante. Lo importante es darnos cuenta de lo que hay y de lo que necesitamos. Por eso digo que el mecenazgo es dudoso incluso que se pueda asentar en el tejido social en España.

En mayo de este año fuiste elegido como presidente de la SGAE. Cómo van estos primeros meses de gestión? Has percibido el desgaste de la institución?

El desgaste era evidente, anterior incluso a la operación judicial de 2011. Lo que hemos hecho es una renovación absoluta. El primer paso ha sido reconciliar a los autores consigo mismo. Se dio un gran paso en cuanto a compromiso colectivo y participación en las elecciones y cada mes la participación interna aumenta. Estamos logrando recomponer también las relaciones internacionales con otras entidades de derechos de autor en todo el mundo. Estamos empezando a poner las bases para lo más importante: reconciliarnos con la ciudadanía española. Partimos de la base que la protección del derecho de autor es un bien civil y ese es un discurso defendible, más allá de legal, es algo justo y legítimo. Precisamente en unos tiempos de crisis en los que las ayudas públicas a la creación van a bajar y el consumo cultural de pago también se va a restringir la mejor forma de autofinanciación es el derecho de autor.

Qué va a hacer Antón Reixa cuando termine “Galicia Caníbal”. Tienes algún proyecto en mente o te vas a centrar en la gestión de la SGAE?

“Galicia Caníbal” durará bastantes meses. En septiembre iniciará su camino en Madrid y después volverá a Galicia. Lo fundamental para mí como empresario cultural es seguir trabajando en la producción audiovisual tanto de cine como de televisión. El compromiso con SGAE es un compromiso firme pero precisamente para evitar situaciones como las del pasado en las que los directivos de SAGE se vieron convertidos en profesionales del derecho de autor es muy importante que nuestra dedicación no sea en régimen exclusivo. Somos autores antes de acceder a la junta directiva y debemos seguir siéndolo tras nuestro paso. En ese camino estoy.

Antón Reixa se despide de nosotros apresurado, le están esperando para comentarle algún aspecto del montaje. Mientras el teléfono no para de sonar. En la vorágine que supone la preparación de un espectáculo como «Galicia Caníbal» sorprende el pose relajado de Reixa. Los tiempos efervescentes ya han pasado.

@Pablo_L_Orosa

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