Por Pablo L. Orosa
El paso del tiempo es un tema recurrente en el imaginario de los artistas. Una herencia del modernismo (La siesta del trópico. El lobo se aduerme /Ya todo lo envuelve la gama del gris/ Parece que un suave y enorme esfumino/ del curvo horizonte borrara el confín. Ruben Darío, en Prosas profanas) que agotó a la generación del 98. Un siglo después la obsesión por el paso del tiempo ha calado en nuestra forma de vida. Son los tiempos de la obsolescencia tecnológica. Daniel Canogar (Madrid, 1964) reflexiona sobre esta realidad en su última exposición, «Quadratura» que permanecerá en el Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa (MAC) de A Coruña hasta el próximo 12 de mayo.
La exposición, cuyo titulo alude al recurso renacentista del trampantojo, una técnica pictórica para crear efectos tridimensionales sobre superficies planas, es una selección de nueve instalaciones creadas por Canogar en los últimos tres años: Scanner, Pneumas, Frecuencia, Tracks, Sikka 3, Flicker, Single Spin (Horses); Single Spin (Fight) y Circadian Rhytms.
Todas ellas han sido construidas a partir de material electrónico recuperado de basureros, vertederos y centros de reciclaje: cables telefónicos, informáticos y eléctricos de múltiples colores, miles de bombillas fundidas, metros de cintas de vídeo o viejas máquinas tragaperras dan vida a la muestra. «Son materiales con los que me identifico mucho. El tener fecha de caducidad los hace más humanos», afirma Canogar, uno de los artistas españoles con más presencia internacional en el panorama de las artes plásticas cuyos trabajos han sido expuestos en el Museo Reina Sofía, el American Museum of Natural History de Nueva York, el Borusan Contemporary Museum de Estambul o el Hamburger Banhof de Berlín.
La metáfora de la bombilla
Al adentrarse en «Quadratura» el espectador se encuentra con Circadian Rhythms, una vídeo proyección de puntos luminosos que genera un ciclo de vida imaginario a partir de 4.500 bombillas fundidas. «Cada una de estas piezas son autorretratos», explica Canogar. Esta afirmación esconde el trasfondo de la Circadian Rhythms, la vida entendida como una sucesión de tiempos. Encendido, brillo y apagado. La metáfora de la bombilla.
La siguiente pieza de la exposición es Flicker, una vídeo instalación realizada con cientos de metros de tiras de película cinematográfica de 35mm sobre la que se proyectan escenas de diversas películas. Un encuentro entre lo analógico y lo digital. El Triología del Cine, en la que el artista recupera material audiovisual obsoleto, lo completan Tracks, una sala enrejada a partir de cinta de vídeo en formato VHS, y Spin, dos instalaciones en las que las imágenes del cine se recrean sobre la superficie de un DVD.
La mortalidad tecnológica encuentra su máxima expresión en Pneumas una retrato de secretos colectivos atrapados en materiales electrónicos de desecho. Los cables de teléfono, recuperados de un contenedor próximo a la vivienda del artista, se convierten en símbolo de la feroz obsolescencia de la era de la información.
Este anacronismo crónico de la post-modernidad nos conduce a Frecuencia un «pacthwork» realizado con retales de 33 pantallas analógicas que pese a ser bombardeadas con rayos catódicos son incapaces de descifrar un código cuyo mensaje, tal vez, se haya perdido para siempre.
A lo largo de la exposición, Canogar repasa los debates de nuestra era, tan proclive a cultivar la imagen como garantía de acceso a un mundo mejor. Sikka, una vídeo instalación escultórica construida a partir de 140 DVD usados, ahonda en el significado de la imagen y su exposición al infatigable ciclo vital.
El recorrido de Quadratura concluye con Scanner un gran nudo de cables eléctricos, telefónicos e informáticos que dan forma a una gran telaraña. Una metáfora final sobre nuestro tiempo, el de la obsolescencia.
Título | Quadratura |
Autor | Daniel Canogar |
Fechas | Del 12 de diciembre de 2012 a 12 de mayo de 2013 |
Sede | Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural (MAC) de A Coruña |
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