Artificios y Leopardos se representó en el Teatro TNT (Sevilla), de la mano de Mercedes Pedroche. Obra que cerró la decimotercera edición del certamen CENIT, que nos trajo un año más piezas de varios investigadores escénicos contemporáneos, que están afincados en distintas localidades de España.
Artificios y Leopardos es una pieza en la que interseccionan varios vectores a la vez, de tal manera que Mercedes Pedroche, hace lo posible por fugarse de la lógica espiral que la tiene aparentemente atrapada. Sí aparentemente, porque aunque de algún modo u otro ella se construyó en la dramaturgia una trampa en el interior de su propia “madriguera” (si se me permite la expresión), el caso es que esta profesional madrileña, se las ingenia para recortar lo máximo posible el camino para volver a la nada.
Ya el monólogo nos ofrece algunas pistas de qué detonó la necesidad de crear esta pieza, el cual nos orienta a nosotros los espectadores, del porqué Mercedes Pedroche se percibe como un ser “arrojado” en medio de un laberinto, y para salir del mismo ella primero ha de descodificar la lógica interna que ella misma se ha marcado. No obstante, ella es un ser humano y el estar dentro de dicha lógica espiral, es común que en ese proceso uno pase por varias fases, que de algún modo u otro, le ayudan a despojarse de una serie de cargas que no le permiten mayor agilidad en el recorrido que ella habita en escena con esta obra.
Nosotros los espectadores no somos más que los habitantes de la pequeña localidad en la que se desarrollan los hechos, personas que más que ayudarle le ofrecemos el “calor humano” con el que recarga el combustible que la mantiene en pie, para superar dialécticamente dicha lógica espiral. Esto es: en cuanto Mercedes Pedroche reacciona al “mundo” en el que está “arrojada”, hace el correspondiente diagnóstico mientras es arrastrada por la vorágine de la lógica espiral…; entonces se acoge a lo primero que tiene a mano, nosotros los espectadores, quienes presenciamos desde otro plano el cómo un ser humano primero precisa superar las propias barreras que se marca a sí mismo, antes de saber el cómo confrontar de la forma más eficiente el reto en el que está enmarcado.
Con lo anterior no quiero dar a entender que Mercedes Pedroche en Artificios y Leopardos, está necesariamente encarcelada bajo un condena inhabitable, más bien lo he leído como que ella descifra el porqué estar dentro de esa lógica espiral no significa estar atrapada en un laberinto, o quizás ella morirá ontológicamente mientras ella recorre un camino que en todas las direcciones no hay más que vacío. Lo cual me invita a pensar que como ella plantea en el monólogo, que el todo es un sin sentido que nos hace creer que nosotros los seres humanos, formamos parte de una súper estructura que funciona como una suerte de reloj suizo, en el que cada engranaje ha de hacer su tarea para que todo funcione.
He allí que yo me decante por interpretar que más que fugarse de esa lógica espiral, le sigue el “juego” sabiendo que ésta es un holograma que basta atravesarlo, para cerciorarse que no hay nada y nunca ha habido nada. Por tanto, sucumbir a las normas a las cuales se nos adjudican a nosotros los “engranajes”, es similar a atarnos las manos a pesar de que dicha lógica nos hace creer que tenernos una black berry encajada en una de nuestras piernas, obstaculizando nuestras capacidades de movimiento.
Este tipo de formulaciones más que parecerme fatalista, me conducen a pensar en una serie de dinámicas que hemos de superar. Tales como el miedo a estar en el vacío, el miedo a que nada tenga sentido… Me pregunto el porqué es tan importante que todo tenga sentido para poder tener la cabeza en orden en vida, quizás el sentido hemos de configurarlo en nuestro interior mientras se va desarrollando el diálogo con el exterior (lo cual por otra parte, es inevitable por el mero de estar vivos en tanto seres pensantes). O dicho manera: constituirse como sujeto que aspira a estar emancipado, entre otras cosas, supone practicar de forma performativa lo propio del mundo que nos hemos representado.
Por si queda alguna duda, no les estoy hablando ni de relativismo ni siquiera de seres solipsistas, siendo que calificar a un individuo que ha superado todo lo que ha recorrido Mercedes Pedroche en Artificios y Leopardos, como una persona relativista y demás, es signo de alguien que le evaluaría siguiendo los preceptos de una lógica que Mercedes Pedroche dejó atrás en la escena de la silla, para luego irse del escenario durante unos minutos. Lo cual dio paso a que esta bailarina con el resto de la pieza, expusiese al público con su interpretación cuál es el camino para salir de esta lógica espiral, por si alguno de nosotros los espectadores creemos que estamos dentro de algo similar a la misma.
He ahí que concluya que esta pieza es un trabajo que lleva consigo un mensaje rabiosamente político, siendo que a través de las abstracciones que dirige Mercedes Pedroche al público, señala que nosotros los seres humanos nos hemos constituido un artificio para organizarnos y convivir los unos con los otros. Más no ello se traduce en que tales sistemas no se puedan reformular, para así dejar de actuar como si nuestros modelos políticos son cosas que incumban a las ciencias naturales, en vez de ser cosas propias de las ciencias sociales (con todo lo que ello implica).
Cambiando de tema, habría que decir que Artificios y Leopardos es de esos trabajos que de ser hechos por un coreógrafo e intérprete poco experimentado, éste se hubiera quedado a mitad del camino que el que ha alcanzado esta profesional. Siendo que aunque este coreógrafo e intérprete hubiese tenido una idea similar a la que ha tenido Mercedes Pedroche, el caso es que la forma en cómo lo ha materializado muestra inteligencia y madurez. Dado que es frecuente que en las piezas de las artes escénicas contemporáneas, es muy difícil dar con la clave para que el marco conceptual en que se maneja el director y los intérpretes, no supedite a la mejor ejecución escénica posible, por más que el mismo esté muy elaborado y sea una maravilla en todos los sentidos.
Por ello defiendo que esta pieza es un trabajo muy equilibrado y que cada cosa fue calculada hasta la obsesión, porque aunque parezca en el primer tercio de Artificios y Leopardos (por decir alguna orientación temporal) que la misma se “atraganta” con una idea muy atrevida, pero complicada de llevar a cabo (dado que es sencillo que sea percibida por el público como un trabajo tedioso y caprichoso). El caso es que Mercedes Pedroche lo fue resolviendo de una forma en la que la idea queda totalmente clara. A nosotros los espectadores se nos hace pasar por el agotamiento mental y emocional de estar dentro de la lógica espiral, sin que se abuse de nuestra predisposición de ir a ver algo al teatro.
En definitiva lo que se representó el 7 de noviembre en el Teatro TNT, podría ser usado como material audiovisual para explicar unas cuantas cosas en una facultad de filosofía, y ello sería más operativo que explicar un montón autores sin una estrategia concreta que responda a un proyecto pedagógico, más allá del interés que puede merecer aproximarse a cada uno de ellos que configuran la historia del pensamiento. En esta línea cabe decir, que si Mercedes Pedroche no hubiese sido precisa en cada una de sus acciones, insisto, la idea de este trabajo se hubiese quedado en un proyecto muy bien intencionado, pero a la vez inalcanzable por más que todos tengamos capacidad de fantasear.