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Los estudiantes empiezan a ser subidos en las patrullas, sería bueno describir la forma en la que los suben y qué maniobras hicieron los policías, al lugar arriban dos patrullas federales en donde uno de los agentes de la Policía Federal preguntan: 

“Qué pasa con los Chavos?”.

Uno de los tres municipales contestó:

“Allá atrás chingaron a un compañero. Se los van a llevar a Huitzuco. Allá que el Patrón decida qué va a hacer con ellos”.  

 El mismo Policía Federal dijo: “Ah, ok, ok. Está bien” 55.

Página 74, Informe Ayotzinapa II.

 

Iguala 18°20′41″N 99°32′23″O

Las coordenadas son números que nos dan la ubicación de un punto en el espacio que se habita. El tiempo es una magnitud física que sirve para ordenar los hechos de forma consecutiva. Juntos espacio y tiempo crean el registro de todo lo ocurre en el mundo. Dos cosas no pueden estar en el mismo lugar al mismo tiempo, esa imposibilidad hace que cada cosa tenga su espacio y tiempo. Es posible, por otro lado, que existan diversas realidades, universos paralelos que no podemos observar pero que están ahí; al menos la física no rechaza de forma tajante esta idea. Algunas sugerencias proponen que ciertas realidades se crean a partir de un suceso clave que hace cambiar el curso de la historia. Si ese “suceso” no ocurre, nada se altera y todo sigue igual en apariencia.

Ahora, después de leer el segundo informe sobre los 43 desaparecidos de Ayotzinapa es justo hacer un ejercicio temporal y espacial para intentar reconstruir un suceso clave que cambia el curso de la historia en México. No se puede jugar a la ficción porque la realidad, al menos en las coordenadas descritas en el informe, sobrepasa lo que se pueda contar en un libro o ver en un filme de esos que abundan intentando retratar la complejidad del espacio-tiempo mexicano.

***

La noche del 26 de Septiembre en Iguala fue todo menos serena, en varios escenarios con coordenadas 18°21’26.8″N 99°32’10.1″W y 18°19’49.0″N 99°30’24.5″W cerca de las 21.30 y 23:40 respectivamente el tiempo se condensó y se puso en marcha la construcción de una realidad infame que tuvo como origen la desaparición de 43 estudiantes de la escuela Normal Isidro Burgos y el asesinato de personas inocentes entre ellos niños y mujeres. Los hechos y los testimonios que recrean el suceso clave son de carácter pornográfico, sí por la violencia pero más por la omisión, la complicidad, la falta de humanidad y la saña desmedida de los autores intelectuales y los perpetradores. Hábilmente coordinados y de escasos horizontes en el control. Un Big Bang que dejó ruido de fondo y múltiples interpretaciones de su origen, pero solo una verdad oculta que cambia conforme se sabe más de ella.

La narrativa oficial, la del Estado, es básica: Los estudiantes tomaron a la brava algunos autobuses con los que pensaban ir a la ciudad de México para marchar como cada año por el aniversario del 2 de Octubre. Fueron confundidos con narcos rivales, el brazo policial de los Guerreros Unidos se los lleva al Patrón para después ser ejecutados y calcinados en un basurero en Cocula. Fin de la ficción oficial que pretenden imponer las autoridades mexicanas.

 

“Mientras estaba acostado en la cajuela de la patrulla ‘con los ojos borrosos del gas pimienta, me echaba agua del arroyo que se hizo en el acotamiento derivado de la lluvia, la cual era un leve chipi chipi, como pude me enjuagué los ojos,

desde la patrulla pude observar cómo iban bajando poco a poco a los estudiantes y los estaban golpeando brutalmente con unos palos en la cabeza,

y los que podían caminar los subían a la patrulla y los que no podían caminar entre dos policías los arrastraban y los aventaban a las patrullas,

uno de los policías le dijo a otro, que ya no caben en la patrulla’ y el otro dijo ‘No importa, ahorita vienen los de Huitzuco’. En ese momento llegaron varias patrullas de color azul con blanco y subieron los demás estudiantes” 38. 

Declaración chófer estrella de oro 1531.

 

Ayotzinapa 17°33′13″N 99°24′37″O

Al finalizar de leer el segundo Informe sobre Ayotzinapa la conclusión que dejan las poco más de 600 páginas es la de una épica donde se juntan y caben todas las infamias que hacen ser al México presente. No dan ganas más que escribir desde la rabia violenta que nace al leer un compendio estructurado de aberraciones sistemáticas para encubrir la que no se puede y no se debe tapar. El segundo informe sobre Ayotzinapa bien podría ser una novela moderna poblada de personajes redondos, tramas adictivas y giros inesperados con los contrastes entre el agente extranjero y el nativo que se rehúsa a cambiar su destino. Declaraciones con detalles impecables que después se matizan y dan nuevos giros. La aparición de un quinto autobús. Informes médicos con dibujos esperpénticos que se clavan en la retina. Tablas precisas con las coordenadas de las antenas que se activaron por el uso de algunos teléfonos de los desaparecidos horas y días después de su supuesta ejecución. Observaciones en tiempo real para mejorar la investigación pero que no se han tomado en cuenta. Por momentos los personajes parecieran inventados, pero no, son reales y nos dicen que formamos parte de todo el horror.

Ayotzinapa es una palabra que se ha convertido en el nuevo símbolo que refleja la putrefacción del Estado Mexicano. Ayotzinapa es el nuevo 2 de Octubre, pero también es Acteal, Aguas blancas, Tlatlaya; es un significante que de alguna forma llegan a mi entendimiento en la forma de un trozo de poesía:

Lleno de mí, sitiado en mi epidermis

por un dios inasible que me ahoga,

mentido acaso

por su radiante atmósfera de luces

 que oculta mi conciencia derramada,

mis alas rotas en esquirlas de aire,

mi torpe andar a tientas por el lodo;

lleno de mí -ahíto- me descubro

en la imagen atónita del agua…

Muerte sin fin. José Gorostiza.  

 

Todas las masacres se descubren a sí mismas en diferentes tiempos como reflejos infinitos que cayeron del olvido al no me acuerdo dentro de una sociedad cada vez más tolerante a las barbaries diarias. Una sociedad EXTRAVIADA;  cómodamente quejosa y que lincha detrás de su smartphone vía redes sociales. Sociedad que ve en la tecnología la heroicidad que no encuentra en la realidad, o al menos el amparo de una evidencia ante la arbitrariedad de la justicia. Pero esta tecnología también esconde una trampa que hace más fácil fragmentar y dispersar el pensamiento para  dirigirlo al olvido.

 

México 19°25′10″N 99°08′44″O

Este siglo son todos los siglos, decía Paz. Todos los tiempos son este tiempo. Así todo lo que ha pasado en la historia de nuestro país y como hayan ocurrido los sucesos históricos hasta nuestros días nos conforman. Desde el siglo pasado y en especial desde su segunda mitad todos hemos sido cómplices del México de hoy. Nuestro carácter pasivo y violento a la vez. Nuestra autocomplacencia con una identidad mexicana que agoniza y se transforma no en lo bueno que tenemos sino en lo peor de nosotros. Pasiva o activamente hemos sido copartícipes de la realidad sangrante que vivimos día a día. A lo largo de nuestra historia hemos permitido fraudes innumerables, tantos que nos hemos defraudado a nosotros mismos. No hicimos nada en 1988 cuando el sistema se cayó y el ingeniero Cárdenas perdió frente a Salinas de Gortari lo que acabó por sumirnos en un punto de no retorno histórico. Por no saber exigir una alternancia democrática después de Fox. Por permitir otro fraude más con Calderón y más aún, solapar su guerra contra el narco, que decididamente no fue su idea, se nota cuando le aplaudieron en el congreso de Estados Unidos, le aplaudieron a un discípulo que hizo su parte para seguirle allanando el camino al todopoderoso y decadente vecino del norte. Por los pactos desde los tiempos de Carranza con los nacientes sindicatos de trabajadores que más tarde se convertirían en mafias leales al Gobierno a cambio de privilegios. Los casos de la SNTE y la CNTE no son actuales, son un problema de raíces profundas y complicidad que se originan desde el siglo pasado. Todo está conectado: educación, corrupción, política. Cada pequeña acción que omitimos para hacer algo correcto se ha convertido en la omnipresente corrupción: fuerza de gravedad que hace caer a la mayoría y a la que pocos pueden resistir su terrible presión. Fueron nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros; todos con nuestros olvidos y autocomplacencias construimos el hoy que detestamos pero en el que cómodamente vivimos.

Somos como el hombre que quiere cambiar pero no hace nada y detesta el producto de su desidia; se violenta y se adormece hasta que la ira lo hace estallar. Es el deber de cada uno cambiar nuestro carácter y forjar en el de las nuevas generaciones uno más amplio y completo donde el diálogo y el pensamiento honesto sean las bases del desarrollo. Dejar como última -sino improbable- opción la violencia.

 

Telefonía de Julio César López Patolzin

El teléfono de JCLP, estudiante del primer año de la escuela normal Raúl Isidro Burgos y desaparecido el día 26 de septiembre de 2014, a las 22:21:22 activa la antena ubicada en las coordenadas 18°19’44”N, 99°30’26”W que se identifica como ANTENA MARGARITAS PALACIO DE JUSTICIA, enviándose un mensaje de dos vías.

A esta hora posiblemente trataba de comunicarse con alguien que les apoyara, debido a que se encontraba en pleno ataque de la policía frente al Palacio de Justicia.

Posteriormente, a las 23.47:28, es decir 1:26:06 después de la última activación del teléfono, se le envía un mensaje dos vías58, esta comunicación se emite desde las coordenadas 18°17’52”N, 99°20’5”W, ubicación que corresponde a la antena de la calle Pinos, Colonia 28 de Febrero, en Huitzuco.

La antena se localiza cerca de la carretera Huitzuco-Atenango. Por el tipo de comunicación no es posible determinar la ubicación del receptor, es decir de JCLP.

Páginas 223 – 224 del Informe Ayotzinapa II.

 

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Ayotzinapa será un tiempo y espacio a recordar en el que tuvimos una oportunidad como sociedad de cambiarlo todo o al menos iniciar un rumbo al cambio, pero desde el gobierno hasta la sociedad no hemos sabido hacerlo. Cada mujer muerta en coordenadas desconocidas también es una oportunidad de decir basta. Cada golpe de codicia para devorar nuestra naturaleza también es una oportunidad. Cada inocente muerto y cada desaparecido son oportunidades que despreciamos para empezar a decir ya no más.

Afirmar que después de dos años de la noche entre el 26 y 27 de Septiembre en Iguala no ha pasado nada, sería obviar el estado de las cosas en México y caer en un error al mismo tiempo. La detención del matrimonio Abarca como presuntos autores intelectuales. Policías y narcos detenidos. Sumarios infinitos. Declaraciones exhaustas, y en algunos casos con sus respectivas ampliaciones. Marchas. Protestas. Documentales. Verdades históricas echadas abajo por el GIEI que pone el foco en la corrupción y la falta de protocolos (cuando los hay porque al parecer la PGR no sabe que existen los protocolos de Estambul o de Minnesota) transparentes para este tipo de casos. También ha habido intentos de conectar a los padres de los desaparecidos con narcos; vieja estrategia de criminalización de las víctimas por parte del Estado. Premios a los dirigentes policiales del caso Ayotzinapa después de su destitución. El aumento de violencia a niveles sombríos. Cinismo salvaje por parte del Estado.

Han pasado tantas cosas en ese universo  en sus diferentes espacios y tiempos, lo que no ha aparecido son las coordenadas exactas donde están los cuerpos de los 43 estudiantes del colegio Raúl Isidro Burgos. Necesitamos el espacio, el tiempo llegará. No hay secretos que duren para siempre. La naturaleza del secreto es buscar su liberación. Y cuándo el tiempo llegué y el espacio sea ubicado, la realidad estallará una vez más en la cara no solo del Estado sino de la sociedad y quizá sea una coordenada temporal única que no perdamos para crear un suceso clave que cambie la realidad.

¿Qué haremos para que esto no pase nunca más?

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