De orígenes humildes en unos tiempos difíciles, David, como muchos niños y jóvenes de su época que llegaron a ser estrellas, lograba escuchar los singles que venían de más allá del Atlántico en forma de Tsunami de rock and roll. Eranlos sonidos increíbles de, “la voz de Dios” en Little Richard, Elvis Presley, Chuck Berry y el jazz de manos de su hermano Terry. En 1962 durante una pelea con su amigo George Underwood casi pierde un ojo, quedando su pupila paralizada, dándole un color cambiante dependiendo de por donde pase la luz. David estaba destinado a no pasar desapercibido.
The Konrads, The King Bees, The Mannish Boys, The Riot Squad fueron sus primeros grupos. Con el último llegó a grabar una versión de “Waiting For The Man” de The Velvet Underground. Cuando muchos músicos se conforman y vanaglorian de haberlo comprado cuando salió, David Bowie ya había hecho una versión incluso antes de que los neoyorquinos lo publicaran. Del rock and roll con tintes pop, pasó de un parpadeo a una especie de music-hall pop con su primer álbum homónimo. David Bowie (1967) es un álbum extraño incluso para hoy en día, combinando música dentro de unos patrones conocidos pero con temas tabú y nada usuales. Inocente a veces, pícaro otras, este trabajo no tendría (de nuevo) que ver con el siguiente, que le llevó a la fama. Su segundo álbum homónimo, con otra discográfica y con un nuevo sonido de Bob Dylan psicodélico, llevaría su primera canción de las que marcan historia. La punta del iceberg se llamó“Space Oddity”, metáfora de la alienación, uno de los grandes temas del rock, aun siendo un tema casi acústico y con un regusto a canción francesa, aderezada de la síncopa de Bo Diddley. Cambiar y cambiar, a cualquier ritmo y a cualquier precio; en The Man Who Sold the World(1970)yHunky Dory (1971)David se va electrificando, rodeándose cada vez más de músicos selectos, hasta llegar aThe Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972), obra pseudoconceptual acerca de un extraterrestre que llega a la tierra. Así logró reinventar el glam-rock y convertirlo en glam-pop, logrando un directo explosivo con una puesta en escena con un look que combinaba el teatro Kabuki japonés y La Naranja Mecánica.Con tal éxito de crítica y público¿a quién sino a él se le ocurriría acabar con Ziggy? Aladdin Sane y Pin-Ups (ambos de 1973) son un breve adiós a Ziggy y sus arañas, dejando clásicos y rindiendo tributo a clásicos de otros, respectivamente. Un año para un fenómeno y una obra que marcó momento en la música, y que sigue marcándolo. Por si fuera poco, en esta época, ayudó a la vuelta de Lou Reed al mundo produciendo su obra maestra (dicen mucho entendidos, aunque nos duela) que es Transformer (1972).
Con Diamond Dogs (1974), la pesadilla de 1984 de Orwell casi hecha música,explora nuevos territorios del rock a la vez que nos deja temas que aún puedes escuchar en las discotecas, como “The Jean Genie”. ¿Seguir la misma línea? No. El siguiente cambio es más radical aún; Bowie graba en Nueva York y Philadelphia Young Americans (1975), ni más ni menos que un álbum de funk y soul. El resultado es majestuoso, con un Bowie abriendo las puertas a músicos y cantantes a que fueran más allá de su raza blanca. ¿Y ahora una segunda parte de Young Americans? En absoluto. Stationtostation (1976) combina su nueva sensibilidad vocal con los sonidos que llegaban de Alemania, ninguneados por los ingleses bajo la etiqueta krautrock (rock de paletos). Con su nuevo aspecto, frío, elegante, desalmado, como un Scott Walker en blanco y negro haciendo versiones de Kraftwerk, decía adiós a la música negra y empezaba un largo recibimiento a la electrónica. Conocer a Brian Eno, exmiembro de Roxy Music, el señor que afirma que “el arte es el único lugar en el que puedes estrellar tu avión y salir sano a salvo” consolidó la ruta sin dirección de la carrera de Bowie. Desde este momento, el fallo, el azar, el juego, (paradójicamente) todo llevado en serio y bien pulido y las estrategias oblicuasformarían parte del arsenal creativo de Bowie. Tres álbumes con Brian Eno, y Bowie perfila el techno-pop; Joy Division, The Soft Cell, Depeche Mode o Talking Heads son deudores de los temas y la música de Low, “Heroes” (ambos de 1977) y Lodger (1979). Tres discos que cerraban una década, pasando de música comercial a experimental. De paso, dominaría a la bestia de Detroit, Iggy Pop mientras paseaban por Berlín, produciendo y escribiendo para The Idiot y Lust For Life (1977).
Quien siga diciendo que la época dorada de Bowie fue los setenta está en su derecho. No obstante después de tantos álbumes, otra vez dejó a crítica y público boquiabiertos en el primer año de la década de los ochenta con Scary Monsters (And Super Creeps), con la legendaria “Ashes To Ashes” para deleite de generaciones. Los tres siguientes Let’s Dance (1983), Tonight (1984) y Never Let Me Down (1987) son sin duda los más previsibles, los más comerciales, y los que hicieron de él un hombre de fortuna. Si en su momento era necesario estrellar el avión a lo Eno, ahora habría que hacerlo aterrizar lentamente. Dúos con Queen (“Under Pressure”), Tina Turner y Mick Jagger eran síntomas de un músico cuyas obligaciones contractuales le habían dejado más bien poco en sus arcas. Tras el aterrizaje, un experimento que no lo era tanto. Volver al rock con mayúsculas formando Tin Machine con la banda con la que grabó Iggy Pop y Bowie en Berlín, recuperar su fuerza e inventar nuevos sonidos. El tiempo le da la razón, poco a poco, a estos dos discos homónimos y a su directo. Rock duro y algo de experimentación y buenas canciones son la insignia de Tin Machine (1989), Tin Machine II (1991) y Tin Machine Live: Oy Vey, Baby (1992), que avanzan lo que sería el sonido grunge antes de que Seattle explotara. Sin embargo, aún se le echa en falta la magia del de Brixton.
Tras la banda sonora para la serie de la BBC The Buddha of Suburbia, David vuelve a la electrónica de los nuevos tiempos de manera sobre todo instrumental La vuelta del Bowie de verdad llega con Black Tie White Noise (1993), un disco que podría haber sido todo un éxito, con grandísimos temas como el que le da título o la poderosa “Jump They Say”. Adentrándose de nuevo, esta vez de lleno, en la electrónica, publica en 1995 de nuevo con Brian Eno, a la producción esta vez 1.Outside, que narraría la investigación de un asesinato artístico, llevada por un agente especializado en estos casos. Una obra llena de sombras, aterradora, al contrario que su disco de 1997, de nuevo inmerso en los sonidos de nuevas palabras y músicas como el jungle y el drum and bass. De este Earthling, “Little Wonder” es una de sus gemas, si bien el trabajo entero no tiene la fuerza del artista a lo largo de él. Al igual que un péndulo, “Hours” de 1999 nos lleva ahora a lugares más tranquilos y evocadores, con piezas de hondo calado, como “Thursday’s Child”. Heathen (2002) sigue la misma línea pero con una producción más robusta, con todo el magnetismo y el misterio de siempre, renovado, como en “Sunday”. Reality (2003), una obra más dinámica nos dejó con dos de sus mejores temas de su carrera, “New Killer Star” y “Bring Me The Disco King” confirmando a un Bowie brillante también en el siglo XXI.
La gira de Reality se truncó cuando durante esta, Bowie sufrió un ataque cardiaco. Casi diez años sin un álbum, pero… el pulso de David es marcar el momento, dejar huella, cambiar, sorprender y vuelta a empezar sin repetirse…