Por Lorena G. White

Son una especie de híbrido entre mocasín y bailarina y en su versión “aterciopelada” recuerda a las zapatillas de estar por casa. Están llegando a las tiendas en cantidades desorbitadas y han salido de su originaria etiqueta de “calzado masculino”. Llevan ya algún tiempo dando guerra, pero esta temporada es cuando hay tantos modelos diferentes, de tantos colores, materiales y estilos, que es difícil decantarse por un solo par. Son los slippers y, a pesar de su forma especial y de que no siempre son fáciles de combinar, se han convertido en tendencia (hasta tal punto que hay quien los llama “las nuevas bailarinas”).

Los slippers están inspirados en la aristocracia británica, en sus orígenes se fabricaban en terciopelo y se les bordaba el escudo familiar y quienes los llevaban eran los hombres, convirtiéndolos en el calzado perfecto para un elegante esmoquin. Con el paso del tiempo ese calzado se adapta a los nuevos tiempos y se feminiza para que las mujeres también puedan llevarlos y, dejando a parte los escudos familiares y la aristocracia, se llenan de tachuelas, brillos, charoles y colores para plagar las tiendas.

Las versiones más renovadas las encontramos en Mango, en Blanco y en Zara, y son muy buena elección si se quiere un calzado plano y cómodo. Por la red se recomienda que se lleven con pantalones tobilleros, pero hay quien se atreve a usarlos (y quedan bien) con vestido y minifalda.

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