Seleccionar página

 

revista_achtung-viajes-montreal-canada-cartasdesde

Por Laura Varela | Montreal

Sentada en uno de los bancos de la place Bonaventure, en Montreal. Escribo mientras escucho en directo una versión de Luna Negra.

Desconozco si son los políticos quienes introducen en nuestro día a día conceptos como libre mercado o globalización. Quizá sea alguno de esos librepensadores que, en la sombra, determinan sobre qué y cómo debemos reflexionar. Entre todas estas nuevas -y en su mayoría vacuas- aportaciones la que más me ha llamado la atención últimamente es el significado de multiculturalidad. Políticos de uno y otro signo esconden tras este subterfugio ideas -que no ideologías- tan flexibles que permiten defender una cosa y la contraria. Sirva como ejemplo el espectáculo del pasado mes de mayo, en plena primavera árabe, cuando la llegada masiva de inmigrantes norteafricanos, principalmente procedentes de Túnez, a las costas de Lampedusa (Italia), llevó Alemania y Francia a proponer la reforma del tratado de Schengen -el cual regula la libre circulación de ciudadanos en la Unión Europea- y reinstaurar temporalmente los controles en las fronteras entre países en caso de que Europa se enfrente a un flujo masivo de refugiados. Eso sí, que nadie dude del compromiso de Merkel y Sarkozy con los pueblos árabes. Pese a su utilización efectista, el concepto de multiculturalidad sí ha estado presente a lo largo de la historia en la creación de la identidad de los pueblos. A lo largo del siglo XX Norteamérica acogió gustosa a millones de inmigrantes. Fast food de cómida árabe.

La prosperidad lograda con este modelo ha sido sustituida por los postulados de superviviencia económica. A día de hoy instalarse en Canadá es prácticamente imposible. Las exigencias para conseguir un visado convierten a los inmigrantes en expatriados condenados a trabajos sin futuro que cierran el círculo del éxito. El resultado es la creación de pequeñas ciudades-estado dentro del propio Montreal. Chinatown, entre el Old Montreal y la Place d´Armes o Little Italy, e escasos metros del Mont Royal son ya pequeños guetos como los de Varsovia durante el delirio hitleriano o la propia París del siglo XXI. En unos años los Estados Unidos serán ya viejos y los no-ciudadanos comenzarán a quemar coches y robar supermecados. Entonces nos daremos cuenta de lo que hemos perdido.

Achtung | Revista independiente cultural e irreverente | literatura, música, cine, series, cultura, viajes, tendencias, arte, opinión, pintura, escultura, gastronomía, arquitectura, street art, discos, libros, película

Comparte este contenido