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Los que asistimos al Teatro Távora de Sevilla, a ver El Despedazamiento De Los Cerdos de Cía Teatro Pirata, tuvimos un modo ideal de celebrar el Día Internacional del Teatro del 2021. Rubén Fernández dirige una obra potente y comprometida contra las violencias machistas. Lo cual no eclipsó las sólidas interpretaciones de todo su elenco.

Foto: Sarah Castro

Foto: Sarah Castro

 

El Despedazamiento De Los Cerdos es de esas obras que te dejan como si te hubieran dado una paliza. Porque ha sido tal la intensidad con la que han actuado sus intérpretes y la del mensaje de la misma, que al menos yo necesité un rato para volver a la “realidad”. Lo cual responde a que estuvimos ante una compañía joven, emergente que tiene ganas de dedicarse a lo que se han formado sus integrantes, de hacer el mundo un lugar más amable y justo de habitar…, pero no menos importante, los componentes de CÍA Teatro Pirata, trabajan desde la convicción de que las artes escénicas son una herramienta fundamental para la transformación social.

En este caso, se trata de arremeter contra las violencias machistas, aquellas que  han conseguido expandirse en todos ámbitos de nuestras relaciones humanas. En esa línea, Cía Teatro Pirata no nos ha contado nada nuevo: todos los contenidos nos son familiares, siendo que se llevan reivindicando desde hace muchísimo tiempo. Y por más que su mayor visibilización sea algo más reciente, el caso es que las cosas que denuncian siguen pasando, lo cual es un indicio de que combatir las violencias machistas, aún es una tarea pendiente hasta que queden erradicadas. Pero ¿Qué hace especial esta pieza?

Pues que no hayan tenido ningún complejo de contar lo que contaban, siendo que no salieron al escenario a pedir permiso, o dicho de otra manera: se plantaron allí, y escenificaron la gravedad que tienen las consecuencias de las violencias machistas. En ocasiones, resultaba hasta incómodo mantener la vista en el escenario, rompiendo parte de los dispositivos que cada uno (en la medida de sus posibilidades), hemos ido confeccionando para que estás cosas no nos afecten demasiado. Ya que ante tanta barbarie que nos rodea, no nos podríamos animar a salir de nuestros hogares a seguir con nuestras respectivas rutinas.

Foto: Sarah Castro

Foto: Sarah Castro

 

He ahí donde se evidencia la importancia que tienen  las artes escénicas, las cuales nos permiten no tener porque guardar las formas, porque de eso ya tenemos mucho en nuestras normas de convivencia; y si encima estamos viendo a seres humanos padecer semejantes agresiones, o transmitiendo su dolor (por más que estén interpretando un papel), a nosotros los espectadores no nos queda más opción que tomarnos en serio, de que lo que está escena puede verse en cualquier lugar de este mundo, es decir: no es un rumor, ni una exageración de unos cuantos “ruidosos” . Por tanto, El Despedazamiento De Los Cerdos es un buen ejemplo, de cómo se puede abordar un tema con contundencia y legitimidad, para que se vean reforzadas las causas por las que militan estos intérpretes.

Es un hecho que  en escena, se está haciendo ficción llevando hasta las últimas consecuencias, una abstracción de nuestra realidad cotidiana, para hacer incidencia en un tema de interés general. Y al presentar un personaje masculino  en varias de las escenas de esta pieza (siendo superviviente de estas violencias), nos dejaba claro que esta obra no iba dirigida sólo a las personas convencidas de estas causas; sino que tuvieron la inteligencia y agilidad, de dejar en claro que iba para todo el mundo, ya que al fin al cabo, estamos hablando de que las violencias machistas atentan contra los derechos humanos de muchísimas personas.  

Se vieron escenas que remitían a violaciones, se mostró que estas violencias no respetan ni a los más inocentes, o qué decir sobre que se señalizó la impunidad, que han disfrutado estos violentos durante demasiados años…, eso sí, manteniendo el eslogan de que “hay muchos hombres buenos, pero también hay demasiados cerdos”. Consigna que puede convencer más o menos, pero para ser justos con el contenido de esta obra, conviene concentrarse en que los componentes de Cía Teatro Pirata, intervinieron desde una rabia que urgía desfogarse de una forma constructiva, esto es: muchas de las escenas que se nos presentaron venían seguidas de monólogos de las personas supervivientes de alguna de esas violencias, proporcionándonos un rostro, alguien que merece ser más que nunca humanizado, tras sufrir lo indeseable e inaceptable.  Dado que la absoluta consumación de esas violencias que han sufrido sus víctimas, viene con el silencio, o incluso, con tomárselo a la ligera.

Foto: Sarah Castro

Foto: Sarah Castro

 

Dicho lo anterior, me gustaría comentar algunas de las cosas que me han merecido mayor atención, del montaje de El Despedazamiento De Los Cerdos: Fue un total acierto que hayan apostado por el uso de un vestuario y de suelo totalmente blanco en la representación, lo cual contribuía a que todo lo que sucediese se viese de una forma más acentuada. Así los objetos que se usaban, los rostros de las actrices y actores, se veían con una nitidez que mantenían la atención del público en lo que estaba sucediendo.

Asimismo,  todos los intérpretes mostraron versatilidad, entrega y mucha verdad, en todo momento. Es  maravilloso ir al teatro y ver en escena, a profesionales que creen en lo que están haciendo. Puede que varias personas del público no les haya hecho mucha repercusión en sus vidas esta representación, pero no me queda ninguna duda que hubo lágrimas y empatía, en varias personas que estaban entre el público.

Por otra parte, esta pieza está compuesta de diversas escenas que estaban conectadas de un modo u otro, ante el hecho de que las violencias machistas manifiestan su presencia, en todos los ámbitos de nuestra sociedad. El caso es que Cía Teatro Pirata llegó a preparar tanto material para la creación de la misma, que al final desde mi punto de vista, había escenas suficientes para hacer dos obras. Con esto no quiero decir que El Despedazamiento De Los Cerdos se me hizo larga, sino que representar escenas con tanta potencia en imágenes y texto,  puede llegar a desdibujar  su contenido, es decir: yo me hubiera decantado por hacer dos obras con la misma temática (no necesariamente abocándolas, a ser una continuación de la otra), o bien, concentrar los contenidos de varias escenas que redundan en temas, para así enriquecer de más matices a una nueva selección que recompondría el “mosaico”, que es esta obra.

A dónde quiero llegar, es que el formato en el que desarrollaron este proyecto les permitía ir más allá de montar numerosas escenas, para así dejar reposar lo que hay antes de arrojarse a mostrar todo lo que se ha hecho, es decir: tener el material preparado para llevarlo a escena, no siempre es sinónimo de que todo se ha de representar sobre un escenario, de la manera en cómo se dispuso en un principio (distinguiendo qué conviene sacar a escena, de lo que es interesante conservar en el tiempo en que se reúnen la compañía para trabajar la obra).  Siendo que las piezas de artes escénicas  son un “ser orgánico” que no para de evolucionar, por eso concluyo que nada en estas disciplinas ha de ser susceptible de cerrarse. Desde luego, hubo mucha gente entre el público que se levantó de sus asientos a aplaudir tras su representación, se oyeron en la salida del teatro buenas palabras…, no obstante, mis desacuerdos en estos aspectos técnicos, para mí eran necesarios de mencionar, porque esta compañía ha ganado mi respeto, e incluso, tengo más curiosidad de ver sus próximos trabajos.  De todas formas que quede por delante, que distingo que la calidad de esta obra es más que evidente.

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