Por Javier Vayá
Recuerdo que comencé mi colaboración en Achtung! comentando mi fascinación por la película Drive, cinta que continúo considerando una obra maestra a descubrir por gran parte del público. Ahora nos llega con dos años de retraso y con pocas copias el estreno de otra película fascinante, Blue Valentine, con Ryan Gosling de protagonista, director desconocido e icónica chaqueta de por medio.Sin embargo hasta ahí llegan las comparaciones con la Cult Movie de Winding Refn, a no ser que añadamos la grata sorpresa que resultan ambas cintas y el, a la vez, desgarrador impacto que producen en el espectador. Y de, por supuesto, el magnífico trabajo una vez más de su pareja protagonista.
Blue Valentine, ópera prima de Derek Cianfrance (en la ficción ya que es un director muy curtido en el documental) es la exposición brutal y sin concesiones de una historia de amor ante el devastador paso del tiempo y la erosión que los sueños incumplidos, la rutina o el conformismo provocan lenta pero inexorablemente en sus protagonistas.
Blue Valentine no cuenta nada nuevo (como Drive) pero lo importante es cómo lo hace, Cianfrance comienza la película colocándonos en el centro justo del matrimonio formado por Gosling y Michelle Williams, poco a poco vamos descubriendo el deterioro de su relación sin saber muy bien los motivos mientras por medio de flashbacks asistimos de manera paralela al nacimiento de ese amor. Es gracias este montaje tan excelente como sobrio y desprovisto de alardes como el director consigue ir imprimiendo una emoción creciente en el espectador que va in crescendo hasta el desolador final en una maravillosa suerte de thriller de sentimientos.
Cianfrance viene del documental, y eso se nota, hizo que la pareja protagonista conviviera varios meses juntos y parece que a veces se dedique a rodar sencillamente lo que ocurre dotando así a la cinta de un realismo y una belleza inusuales. Pero si algo destaca en Blue Valentine es su absoluta falta de artilugios melodramáticos o grandilocuentes, consciente su director de que la fuerza y la crudeza de lo cotidiano son más que suficiente para producir un desgarro de dolor al más pintado.
Ryan Gosling y Michelle Williams sostienen ellos solos todo el peso interpretativo de la película en un magistral duelo de actores en el que ambos demuestran de nuevo ser posiblemente dos de los mejores actores del panorama actual. Todas las escenas en la habitación del motel son sublimes tanto a nivel interpretativo como por lo que tiene de metáfora de su relación, fría, aséptica e incluso ridícula. Sin embargo me quedo con Gosling que brilla de manera especial en todo el film y en particular en las escenas con la niña.
BlueValentine es una película incómodamente hermosa, una especie de oscuro diez años después de cualquier comedia romántica al uso. Una cinta que destaca por su honestidad brutal y que deja una desasosegante y devastadora sensación en el espectador tras su inolvidable escena final. Sin embargo, en su dureza reside su belleza, porque amar duele, pero no nos queda otra.
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