#Cine en Achtung! | Por Javier Vayá
La carrera de Kevin Smith parecía haber caído en una espiral muy peligrosa que lo conducía de manera (casi) irreversible a pertenecer al club de directores en progresiva pérdida de talento. Tras ser aclamado como icono de toda una generación con su estupenda Ópera prima Clerks, fue descendiendo a los infiernos con una serie de películas cada vez más mediocres, tocando verdadero fondo con Cops Out (Vaya par de polis) editada en España directamente en DVD/Blueray.
Sin embargo a veces no hay nada mejor que tocar fondo para levantarse con más fuerza y ánimo renovado. Eso es precisamente lo que Smith hace con Red State, levantarse, reinventarse y de paso ajustar cuentas con sus detractores demostrando no sólo que todavía existe mucho talento en el fumado chico de Jersey, sino que además es capaz de cambiar de registro con sorprendente buen pulso.
Cambio de registro tan necesario para el director como para sus ya pocos fans hartos de comedias insustanciales, pero que nadie se equivoque, Red State contiene todos los signos de identidad del director de Clerks, eso sí, con evidente mala baba y ganas de callar bocas. Con todo, la controversia también ha acompañado a esta película que ha dividido a la crítica y convencido a la mayoría del público.
En primer lugar cabe decir que nos encontramos ante una muy buena película, de hecho como reza el cartel publicitario esta película la habrían podido firmar tanto Quentin Tarantino como los hermanos Coen de su época más gamberra. A buen seguro que de haber sido alguno de ellos los directores se habría elogiado lo mismo que se critica en esta contundente denuncia en clave de violenta y sarcástica opereta.
Precisamente algo que la mayoría de sus detractores no parecen haber entendido es la vocación de caricatura que Kevin Smith ha querido otorgar a sus personajes en clara tradición del esperpento como vehículo de denuncia de un tema tan complejo que de haber sido tomado más en serio podría haber caído en lo dogmático, es decir, convertirse en lo mismo que se pretende denunciar.
Un claro ejemplo es la escena del sermón de ese predicador interpretado de manera magistral por Michael Parks, que algunos han tachado de repetitiva o interminable y que yo considero un gran acierto a la hora de transmitir al espectador la asfixiante atmósfera que reina en esa familia de fanáticos religiosos.
Kevin Smith juega de manera consciente con el espectador, mezclando géneros y cambiando de rumbo constantemente, consiguiendo mantener en vilo a este y demostrando un sorprendente dominio de la acción y el suspense con algunos posicionamientos de cámara realmente espléndidos. Pero Smith no parece querer conformarse y cuándo todo parece acabado y comenzamos a digerir lo acontecido en pantalla nos brinda una Coda final sublime que termina de poner la guinda al pastel y posiciona la cinta en lo más alto.
Ayudado por unos magníficos actores como John Goodman o Melissa Leo, aparte del mencionado Michael Parks o un hilarante Kevin Pollak, Smith deja tantos títeres sin cabeza como sus personajes en el brutal tiroteo que centra la acción. Pero por el camino aprovecha para plantear cuestiones morales tan incómodas como necesarias. La fuerza visual de la película así como un exquisito sentido del ritmo nos muestran a un Kevin Smith director mucho más solvente y profesional de lo que muchos creían, pero es en el redondo guión donde realmente brilla con luz propia.
El terror en Red State
Se ha etiquetado a Red State como una cinta de terror psicológico, algo que aunque en alguna escena no deja de ser cierto, no hace justicia con todo lo que contiene la película. Sin embargo el terror que expone Red State va mucho más allá de una película, el terror invade el cuerpo de quien termina de ver esta cinta al darse cuenta de que lo que cuenta Smith (a pesar de cómo lo cuenta) es verdadero. De hecho la familia fanático-religiosa que protagoniza Red State está claramente inspirada en la real y mucho más terrorífica familia Phelps.
Siendo Kevin Smith un declarado cristiano es de agradecer la valentía al denunciar el fanatismo religioso que se extiende entre toda clase de religiones. Smith sabe que la realidad es mucho peor que la ficción y por eso utiliza la caricatura que antes señalaba, si la familia Phelps no fuese conocida y el director se hubiera atrevido a retratarla fielmente seguro que se le habría tachado de exagerado y tremendista.
Pero Kevin Smith no sólo denuncia el fanatismo religioso sino también a una sociedad tan podrida como hipócrita que consiente y en cierto modo retroalimenta a esas sectas cada vez más numerosas.
Smith anunció que se retiraría del cine tras Red State, visto el magnífico resultado de la que puede ser su última cinta esperamos que el director se lo piense detenidamente y cambie de opinión. Por el bien del cine y de una sociedad que necesita de esta clase de endiablados Pepitos Grillo que nos cante unas cuantas verdades a la cara y además lo haga entreteniéndonos salvajemente.
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Compañero, me has convencido para verla con tu crónica ya que si me hablas de Tarantino, de mis idolatrados Cohen y encima en la peli aparece el p….amo de «Big» John Goodman…para que quiero más.
Gran trabajo, Javier.