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#Cine en Achtung! | Por Débora García

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Habría que empezar este texto haciendo acto de contrición y culpándonos a nosotros mismos de lo que va camino de ser una nueva decepción del cine «timburtiano». Y es que nos hemos malacostumbrado a generar demasiadas expectativas cada vez que el «frikigenio» de Burbank se mete en faena. Claro que, teniendo en cuenta que de esa enmarañada cabeza han salido obras como Sleepy hollow, Bitelchús o Ed Wood es lógico que se espere con curiosidad e impaciencia cada uno de sus estrenos. Precisamente, en las cintas antes mencionadas podría estar inspirada la última creación de Burton que, a la postre, aborda un género que el director tenía pendiente: el vampírico. Qué menos que frontarnos las manos pensando que el creador de Eduardo Manostijeras se hubiese metido en faena con un chupasangre, encarnado además en la figura de Johnny Depp! Pero, ay, ingenuos de nosotros, la citada mezcla no siempre es garantía de éxito. Y precisamente de eso, de mezclar en exceso, es de lo que adolece Dark shadows.

La última de Burton promete en sus inicios ofrecernos una trama de terror gótico muy al estilo de Sleepy hollow, pero pronto se revela como una comedia con algunos momentos disparatados, en la línea de Bitelchús. La cuestión es que el baile de géneros no termina de cuajar y acaba desconcertando al espectador que reza por sacar alguna mueca de más a un encorsetado Depp que, no obstante, plantea su «no muerto» con mucha solvencia y con guiños a Bela Lugosi y Nosferatu. Da la casualidad de que el eternamente joven actor se convirtió en el auténtico impulsor del proyecto de Dark shadows, tras hacerse con los derechos de una serie televisiva del mismo nombre que tuvo mucho éxito en Estados Unidos en los años 60.

Se nos antoja pues, que el imaginario de Burton estuviese un tanto «maniatado» con la idea de realizar algo similar a un remake por encargo. De hecho, no es la primera que le pasa y para muestra están los chascos de El planeta de los simios, Charlie y la fábrica de chocolate o Alicia en el país de las maravillas. Aunque, en su defensa, hemos de decir que la película tiene una cuidadísima estética (marca de la casa) y alcanza algunos momentos de cierta chispa, especialmente en lo que concierne a la integración de un vampiro del siglo XVIII en la posmodernidad hippie.

Lo cierto es que Burton apostó fuerte, con un interesante reparto en el que figuran Michelle Pfeiffer (más que correcta), Johnny Lee Miller (más bien figurante que actor…), Helena Bonham-Carter (la señora de Burton brinda algunos momentos cómicos) o Chloë Grace Moretz (el papel más rocambolesco del film del que no se pueden dar más detalles por riesgo de spoiler). Mención aparte merece la que, a juicio de muchos, es la auténtica protagonista de Dark Shadows, una malvada y sensual bruja en la piel de Eva Green que no duda en sacar partido a su «porcelana fina» para ganarse la atención del vampiro Depp y, de paso, la de los espectadores. De los encuentros-enfrentamientos de ambos personajes nace lo mejorcito de la película, ya que consigue rebajar el tedio de otras secuencias y concentra un despliegue de efectos visuales mayor.

Otra mención especial merece el cameo de Christopher Lee (Drácula o Saruman, según quien lo vea), que confirma la veneración de Burton por las cintas de serie B de la productora Hammer.

En definitiva, la última del señor de las gafas azules entretiene, pero no engancha. Da escalofríos, pero no aterroriza. Arranca sonrisas, pero no carcajadas. Entre la brillantez y las sombras tenebrosas, Tim se ha quedado un pelín desentonado…

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