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Amazônia es la exposición que inaugura el fotógrafo sociodocumental Sebastião Salgado (Minas Gerais, Brasil 1944) tras siete años de travesía que le llevó a descubrir rincones remotos de la selva amazónica y a sus habitantes. Amazônia podrá visitarse en el Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa – Plaza de Colón de Madrid, hasta el 14 de enero de 2024.

La gente de los asientos más baratos, aplaudid;
el resto podéis hacer sonar vuestras joyas.

John Lennon en el Royal Gommond, 1963.

 

Estas frase socarrona del gran Lennon frente a, entre otros, la reina madre del imperio británico, ha quedado como legado de un artista sin pelos en la lengua y con pensamiento afilado para detectar y denunciar los dos ángulos desde los que los seres humanos percibimos y utilizamos el arte: denuncia y/o mero décor.

El concierto extraordinario que organizó el Auditorio Nacional de España para la exposición del fotógrafo brasilero Sebatiao Salgado fue testigo del magnetismo de un artista en estado de gracia que subió al escenario y llamó la atención sobre la responsabilidad de preservar el planeta en el que vivimos. El arte como denuncia. La Amazonia se consume arrasada por intereses agrícolas, y el anterior gobierno de Brasil, liderado por el ultraconservador Jair Bolsonario significó un doloroso fracaso en políticas medioambientales porque su ceguera, falta de civismo, incultura y obtusa visión del mundo no le dan para más.

 

El chamán yanomami conversa con los espíritus antes de la ascensión al monte Pico da Neblina. Estado de Amazonas, Brasil. 2014 . Foto: Sebastião Salgado

 

 

El pasado 14 de octubre, la Orquesta Nacional de España ofreció un concierto extraordinario en su sala sinfónica con composiciones de Philip Glass y Heitor Villa-Lobos, acompañado de la proyección de fotografías de Salgado. La brasileña Simone Menezes a la batuta y la soprano italo-brasileña Camila Provenzale brillaron junto a doscientas fotografías en blanco y negro que denuncian la insensatez del ser humano. En la gran pantalla, dignísimos y hermosos habitantes de la selva amazónica miraban directamente a la cara de los muy europeos asistentes, casi preguntando qué hacemos con su selva, su casa. Y por qué no vemos la relación entre allá y aquí. La humedad producida por el techo verde del mundo está directamente ligada al clima en Europa. Esto es un hecho, no es buenismo progre.

Así las cosas, la primera parte del programa de la noche presentó el Preludio de Bachianas Brasileiras núm. 4 (del también brasilero Villa-Lobos) y Metamorphosis I de Aguas da Amazonia de Phillip Glass. La segunda, A floresta do Amazonas de Villa-Lobos. El mensaje del arte de Salgado no puede ser más directo, sin tapujos. No es abstracción ni decoración, sino un grito por la supervivencia de la raza humana, un llamado a la acción, un acto de amor para con quienes van a heredar el basurero en que hemos convertido este planeta: hijos, sobrinas, nietos. Unas imágenes potentísimas que son poesía pura. La Amazonia vista a vuelo de cóndor, el interior de la majestuosa selva capturado desde canoas, reuniones de mujeres bellísimas posando para la cámara, hombres guerreros preparándose y nubes con forma de veleros, bombas nucleares, géiseres.

 

 

Salgado es reconocido internacionalmente por su técnica impoluta y su militancia sin complejos. En un intento de dar ejemplo, y aportar su grano de arena a la recuperación de zonas deforestadas, Sebastião y su esposa Lélia Wanick iniciaron en 1998 el proyecto Instituto Terra con el firme propósito de reforestar la Hacienda Bulcao donde el fotógrafo creció (cuenca hidrográfica del valle del río Doce, Aimorés, Minas Gerais, Brasil). Los Salgado han plantado casi tres millones de árboles que han devuelto a la zona su ecosistema original; cientos de especies de plantas y animales conviven hoy como pruebas vivientes de que todavía se puede albergar la esperanza. Otro de sus proyectos, el Bosque Zurich, tiene como finalidad plantar un millón de plantones de 120 especies endémicas a lo largo de 8 años, una superficie de 170 hectáreas que garantizará la autosuficiencia y biodiversidad del bosque durante las próximas décadas.

La exposición que os instamos a disfrutar y utilizar como catalizador de responsabilidad medioambiental está aderezada con una banda sonora única cortesía del inigualable Jean-Michel Jarré, temas que conviven con sonidos selváticos captados por el Museo de Etnografía de Ginebra. Los paisajes se alternan con retratos de algunos de los más de 300.000 indígenas que habitan esas tierras. Todo ello hace de Amazônia una experiencia en la que sumergirse a través de los sentidos.

 

Archipiélago del río Mariuá. Río Negro. Estado de Amazonas, Brasil. 2019. Foto: Sebastião Salgado

 

Sin embargo, lo irónico de la noche fue la presencia de personajes de la política y la industria made in Spain, todos ellos acérrimos defensores de partidos que niegan el cambio climático de forma sistemática, por que sí, porque se lo impone un guion, negando toda evidencia científica o denuncia artística. Protervos, necios e irresponsables, muchos y muchas de la presentes votaron en elecciones municipales a aquel que confesó frente a estudiantes de primaria que prefería salvar a Notre Dame de las llamas antes que a la amazonia (“…porque nosotros vivimos en Europa”). El representante del Movimiento Indio de América durante la Cumbre del Clima COP25, se acercó a Martínez-Almeida para recordarle que

el Amazonas es más importante que una iglesia; te lo digo de corazón.

Mario Agreda

De nada sirvió, se siguen talando árboles aquí en la capital del seco reino.

Otras gentes se maravillaron con la belleza de las fotografías y la música, pero votaron -y seguirán haciéndolo- a aquella que propuso una plantita en cada balcón de Madrid para combatir el cambio climático (su hermano habrá puesto un vivero, o algo así). La potentísima narrativa de Salgado no les va a hacer cambiar de opinión. El arte como mera decoración no logra penetrar mentes obtusas (recuérdese ese Joan Miró en aquel baño). Que los dioses nos protejan porque estos VIP people no serán quienes lo hagan.

 

 

A partir de aquí, muchos cuestionamientos, pero una necesidad imperiosa: deleitarse con la belleza, pero también cuestionar este estilo de vida nuestro que nos está matando. El arte como grito no es mudo, debe ser más militante, cada vez más vivo. La fotografía, el cine o la literatura caminan de la mano de la ciencia (artistas y científicos, esos verdaderos sacerdotes) y exigen de nosotros un compromiso real. A quien le falte un tris de motivación, muy seguramente la exposición de Salgado en el Fernán Gómez le dará mucho qué pensar, sentir, reflexionar. Una cita ineludible, a precios módicos, asequibles para todos.

Durante el confinamiento por Covid de 2020, el planeta ya nos hizo saber lo poco que nos extrañará cuando las consecuencias de nuestros actos nos asomen al abismo. El arte siempre estará ahí, como grito, para motivarnos y recordarnos lo frágiles y pequeños que somos. Es momento de actuar. De pensar antes de hablar y de votar a políticos, de exigir responsabilidades a quienes más contaminan. El maestro Salgado nos indica que el camino es a través del pensar y la acción. La selva y sus habitantes nos observan a ver qué vamos a hacer ahora.

 

 

 

 

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