El 31 de marzo se representó en el Teatro La Fundición (Sevilla), Conquistadores, de la mano de Cía. Proyecto Cultura. Una pieza que nos hace retomar episodios de nuestra historia de una manera irónica y ácida, con el fin de desmitificarlo.
La valentía, el desparpajo y la determinación de los que integran Cía. Proyecto Cultura han de ser aplaudidas ante todo, hasta el punto en el que llega a ser secundario si el resultado final de esta pieza, es del todo satisfactorio para la totalidad de los espectadores. Porque seamos sinceros, los que integran a esta compañía extremeña, consiguieron mantener a los miembros del público enganchados a sus asientos, lo cual nos ha de invitar a la reflexión. Esto es: Me sigue resultando complejo de resolver eso de que si una pieza consigue seducir al público, ya es razón suficiente para poner en un segundo plano la calidad de una trabajo. Se ha de mantener por delante, que uno de los principales fundamentos para hacer artes escénicas es que ello va dirigido a un público, y si buena parte de los que lo integran quedaron encantados, nos ha de conducir a pensar sobre el número de variables que están en juego.
Por ejemplo, los intérpretes estuvieron totalmente entregados al público y a lo establecido en el guion de Conquistadores. Sin embargo ¿Ello es garantía de que sus esfuerzos estuvieron bien dirigidos? ¿Ello es garantía de que la totalidad de los espectadores pasaron por alto cosas, que de ser planteadas de otra manera, pudieron haber sacado mucho más partido a una idea tan buena que fue capaz de tenerlos atentos de principio a fin? ¿Realmente compensa poner en escena todas y cada de las posibilidades de los registros de interpretación de sus intérpretes, como garantía de que pase de lo que pase, esta obra brillará?…
Siendo claros, con piezas como Conquistadores me pregunto cuál ha de ser mi papel como crítico de artes escénicas. Es decir: Por un lado, defiendo que uno tiene en sus manos la responsabilidad de promocionar a estas disciplinas, para que no sólo haya más público haciendo que la sociedad en su conjunto terminé de identificar la función social que tienen estas disciplinas, y demás cosas por el estilo, que de un modo u otro apuntan a la conservación de las artes escénicas. Como también (al menos en mi caso), poner en valor las posibilidades de hacer filosofía con todo lo que se dispone en medio del acto escénico; cosa que por otra parte, es propio del campo de la estética.
Dicho lo anterior, cabe destacar que uno como crítico tiene el derecho de dar a conocer cuáles son las tendencias artísticas que más le seducen, o bien, las que considera más enriquecedoras para el desarrollo de las mismas. Sin que ello signifique que, necesariamente, que de todo de lo que no se hable es merecedor de un menosprecio o rechazo. Es cuestión de poner al servicio de lo público cuáles son las prioridades a las que uno ha de atender, a la hora de gestionar la potencial influencia que a uno le dota escribir sobre una pieza ante los espectadores, los profesionales, los estudiantes de artes escénicas y los programadores.
Desde luego de Conquistadores se podrían decir numerosas cosas de manera detallada. Al mismo tiempo, no se ha dejar de lado el contenido y las intenciones que habrán tenido en Cía. Proyecto Cultura, para poner en pie semejante proyecto. Pues, el caso es que Conquistadores pretende hacernos pasar un buen rato mientras nos va soltando datos de de nuestra historia compartida con Latinoamérica; sin olvidar, de que siempre hay espacio para ir “colando” ciertas aspectos de la historia que, digamos, que la versión de ésta que se nos cuenta en primaria y en los primeros años de la secundaria, no se contemplan. Tales como que hubo conquistadoras como Inés Suárez, o que muchos de estos sujetos estaban en la búsqueda de la fama y la riqueza, más que por “ensanchar” los territorios gobernados por la Corona Española de la época, o a los que se podría anunciar la “buena nueva de que Cristo se sacrificó por nosotros en la cruz”.
He allí que afirme, que para hacer cosas como Conquistadores se precise creerse este proyecto, ser creativos para que una idea no se quede en una escena más o menos elaborada. Ante todo, se ha de ser consciente que sea lo que sea que se lleve a un escenario, supone asumir el riesgo de que uno se ha quedado corto por haber estado tantas horas “aislado del mundo” en la sala de ensayo montando la pieza en cuestión, o qué decir sobre que es inalcanzable ser de gusto de todos (en lo técnico, en la temática, el género de lo que se hace, etc.…). Al par, está la posibilidad de haber confeccionado un trabajo que es interpretado de tantas maneras que uno no imaginé la riqueza de lo que se está gestando, de cara al siguiente pase o incluso al próximo montaje.
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