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Por Marcos Mosquera

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Copenhague presume de Strøget, la calle peatonal más larga del mundo

Un gran bulevar y cuatro calles dibujan una T irregular, de trazos torcidos y cur- vas, en el callejero de Copenhague (www. visitcopenhagen.com). Los coches domi- nan el amplio Hans Christian Andersens Boulevar, con el antiguo parque de atracciones Tivoli (www.tivoli.dk) a un lado y el edificio del Ayuntamiento al otro, y los peatones, el serpenteo de Frederiksberggade, Nygade, Vimmelskaftet y Østergde. Estas cuatro calles se suceden unas a otras entre dos de las principales plazas de la ciudad, Kongens Nytorv (la plaza Nueva del Rey) y Radhuspladsen (la del Ayuntamiento), y componen Strøget, algo más que el bullicioso corazón comercial de Copenhague. La capital presume, orgullosa, de estos 1,1 kilómetros de longitud como “la calle peatonal más larga del mundo”, aunque, en realidad, más que una sean cuatro.

Sin pruebas, ni cinta métrica, para refutar semejante presunción, Strøget, un apodo que le viene desde el siglo XIX, anima el centro de Copenhague con tiendas de todo tipo, aunque dominan las franquicias de marcas internacionales. Su latido bombea movimiento a las múltiples calles y plazas que se entrecruzan en el centro histórico de la capital danesa. Desde primera hora, este sendero rebosa de gente que busca una chocolatina en 7-Eleven; un kebab en algún puesto de comidas; una pieza de fruta en el mercado al aire libre de Nytorv; una camiseta en cadenas de ropa internaciona- les o en pequeñas tiendas de diseñadores daneses; una porcelana en la famosa Royal Copenhaguen; una actuación callejera de músicos, titiriteros o magos; o, sencillamente, descubrir el corazón de la ciudad. Strøget constituye el pasadizo perfecto para conocer una ciudad famosa por una escultura, la de la Sirenita, pero con mucho más que esta figura, a la que se llega desde el centro tras una larga caminata al borde del mar. A un paso de él se encuentran los grandes atractivos turísticos de Copenhague, perfecto ejemplo de ciudad escandina- va, ordenada, limpia, tranquila, acogedora y llena de bicicletas que fluyen por todos lados (multitud de negocios las alquilan u ofrecen rutas guiadas pedaleando).

Si tomamos como punto de partida la Radhuspladsen, desde lo alto de la torre del Ayuntamiento (www.kk.dk) uno descubre la fisonomía de una ciudad con edificios de pocas alturas, salvo alguna construcción reciente, entre los que sobresalen emblemas de Copenhague como las atracciones del Tivoli, la Torre Redonda (www.runde- taarn.dk), el Palacio Christiansborg (www.christiansborgslot.dk) y el Castillo Rosenborg (www.rosenborgslot.dk). En días claros, incluso se llega a divisar el puente de Oresund (www.oresunds-bron.com), un ingenio que, desde el 1 de julio de 2000, conecta Dinamarca, desde Copenhague, con Suecia, en Malmo, sobre el mar Báltico. Cruzarlo es toda una experiencia. Pero, cuidado, el tren circula bajo la plataforma para automóviles y las vistas son limitadas. Mejor pasarlo en coche o autobús.

viajes-guias-copenhague-revista-achtungLa Torre Redonda, además de un reclamo turístico (3,36 euros adultos; 0,66 euros niños de 5 a 15 años), sobrevive como el ob- servatorio en funcionamiento más antiguo de Europa. Desde 1642, se observan las estrellas desde ella y, en la actualidad, en los meses de invierno, cualquiera puede subir con su telescopio para disfrutar del espacio. A la terraza se accede a través de una rampa interior única en Europa. Nada de escaleras. 209 metros de rampa que dan siete vueltas y media alrededor del núcleo de la torre. Con un ancho suficiente para subir a caballo, como cuenta la leyenda que hicieron Christian IV el día de la inauguración o Pedro el Grande, zar de Rusia, en 1716. Dicen que su esposa, la zarina Catalina II, le siguió en un coche tirado por seis equinos. El Christiansborg Slot (9,41 euros adultos; 4,70 de 7 a 15 años), usado en eventos especiales por la Casa Real danesa y en una de cuyas alas se encuentra el Parlamento, y el Rosenborg Slot (10,75 adultos, 6,72 estudiantes, gratis menores de 18 años), convertido en un sombrío museo repleto de miles de piezas, algunas de ellas minúsculas, conforman dos posibles vértices de un imaginario triángulo monárquico en Copenhague, con Strøget en su inte- rior. El tercero es el Amalienborg Slot, residencia de la Reina y palacio con cuatro edificios idénticos de los que solo dos están abiertos al público. Si la bandera danesa ondea en lo más alto, Su Majestad está en casa. Al final de Strøget, la amplia y circular Kongens Nytorv ,con alguno de los edificios más señoriales de la ciudad, como el histórico Hotel d’Angleterre, conduce a otra de las postales por excelencia de Copenhague: Nyhavn. Pequeñas casas con estrechas fachadas de madera flanquean este canal de agua que se mete en la ciudad desde 1673. Sus edificios, con llamativos frentes de múltiples colores, daban cobijo a burdeles a los que acudían, sobre todo, marineros al tomar tierra. Hoy en día, cafeterías y restaurantes sustituyen a los burdeles, y Nyhavn se ha transformado en una coqueta sala de estar desde la que dejar pasar el tiempo.

Dónde dormir

Los encantos de Copenhague no ocultan que resulta una de las ciudades más caras para el turista. El alojamiento consume buena parte del gasto en el viaje y los albergues suponen una opción económica y segura. La red oficial (www. danhostel.dk) dispone de cuatro alojamientos en Copenhague. El de mayor tamaño, el Copenhaguen City (www.danhostelcopenhagencity.dk), en Hans Christian Andersens, 50, quizás se exceda al presentarse como el “albergue de cinco estrellas más grande de Europa”, pero es limpio, tranquilo y con diseño moderno, aunque austero, como todos los alojamientos de esta clase. Con capacidad para 1.020 huéspedes, ofrece camas en habitaciones compartidas por entre 18,15 y 24,87 euros y habitaciones para un máximo de cuatro personas por entre 80,68 y 96,61 (el precio es el mismo independientemente de si se reserva para uno, dos, tres o cuatro huéspedes). El desayuno cuesta 9,95 euros por persona.

Dónde comer

El smørrebrød es a Dinamarca lo que el té de las cinco a Inglaterra. Quizás a simple vista no parezca más que un sándwich sin tapa. Técnicamente puede que sea así, pero el smørrebrød es diferente. E Ida Davidsen (www. idadavidsen.dk) lo hace aún más diferente. En el 70 de Store Kongensgade, esta institución de Copenhague, un restaurante abierto desde 1888 con un miembro de la familia Davidsen siempre a la cabeza, prepara 250 variedades de uno de los platos nacionales daneses. Casi cualquier combinación en la que se piense se puede encontrar aquí, con algunas de las recetas expuestas tras una vitrina. Otra opción es Riz Raz (www.rizraz.dk), con dos locales, cada uno a un lado de Strøget, en Kompagnistræde, 20, y en St. Kannikestræde, 19. Su bufé de mediodía, a base de comida étnica y platos vegetarianos, es económico.

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