Por Marcos Rodríguez Velo
Que Crystal Fighters eran un grupo alejado de los esquemas más mainstream de la música era algo sabido desde el lanzamiento de su álbum de debut, el más que interesante Star of Love. Pero la presentación de éste, su segundo trabajo, nos hace pensar que hay un punto de locura rondando en las cabezas de los miembros de la banda. Bueno, quizás locura sea un término un poco exagerado, pero el artwork diseñado por Paul Laffoley para Cave Rave nos lleva a un fantástico punto de encuentro entre espiritualidad, ciencia, psicología y religión.
Producido por Justin Meldal-Johnsen en Los Angeles, Cave Rave ha sido compuesto y escrito casi en su totalidad en tierras del País Vasco y hereda de su predecesor ese espíritu folk-tradicional que forma parte del grupo desde sus inicios.
Y lo cierto es que Crystal Fighters han sabido mantener las influencias y raíces más tradicionalistas, con una tendencia mucho menor al recurso electro, que había convertido canciones como I Love London o la explosiva Xtatic Truth en himnos de casi todos los clubs en los últimos años. No hay que buscar muy lejos: el enérgico folk de You & I te hace bailar casi sin querer y tiene el potencial para aparecer incluso en las radiofórmulas más generalistas, siempre que haya la voluntad de darle una oportunidad, claro. Toneladas y toneladas de energía incluso en esa montaña rusa pop que es Wave y en la mezcla hechizante de elementos que arrancan en paisajes bucólicos y te arrastran hasta el centro de la pista de baile, elementos que caracterizan todas y cada una de las diez pistas que componen el disco.
Podríamos decir que Star of Love sonaba más genuino, pero Cave Rave es un disco accesible desde más puntos de vista y que, en su constante espontaneidad, funciona en todas sus facetas. Lo hace en los temas más inteligentes como No Man, en la VampireWeekendesca L.A. Calling (con unos coros digno de banda llena estadios), en los contagiosos ritmos afro de Separator e incluso en las inesperadas baladas Bridge of Bones y Everywhere, la primera con unos arreglos y toques corales con un tono clerical que tienen que haber sido compuestos así a propósito. Lo que sorprende es la asombrosa concentración de la que Crystal Fighters hacen gala, mayor que la exhibida por sus amigos Is Tropical en su último trabajo por ejemplo, convirtiendo, deliberadamente o no, todas las canciones del disco en hits potenciales. Es un disco que consigue su objetivo casi sin que nos demos cuenta.
El verano, si nada lo impide, está casi a las puertas y es una época en la que todo está permitido, incluyendo por supuesto el dejarse llevar por los ritmos juveniles y pegadizos de Crystal Fighters. La diversión está asegurada.
música cine libros series discos entrevistas | Achtung! Revista | reportajes cultura viajes tendencias arte opinión