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Lo que ha sucedido el pasado 9 de mayo en el Teatro Alameda de Sevilla, quizás no ha tenido la repercusión que merece. Lo digo porque se han representado una serie de piezas cortas de danza, interpretadas por unos profesionales de la PAD (Asociación Andaluza de Profesionales de la Danza) con personas involucradas con los proyectos en desarrollo, de la compañía andaluza Danza Mobile. Todo ello en el contexto de la decimocuarta edición del Festival Escena Mobile, el cual nos ha ofrecido una programación, llena de varias actividades culturales la semana pasada en Sevilla.

A dónde quiero llegar, es que lo que se vio en escena fue fruto de articular a personas implicadas con la danza en un marco común. Un marco que ha dado unos resultados extraordinarios en posibilidades, y más aún si esta iniciativa se lleva a más allá. Desde luego las piezas que disfrutamos los que hemos integrado el público, todas deberían ser movidas por más teatros. Tan sólo he de incluir que nosotros los espectadores, nos pusimos todos en pie para aplaudir durante el saludo final.

Y que conste que se programaron unas piezas muy diferentes entre sí, hasta el punto que nos llevaban de una emoción a otra. Eso sí, en cada una de ellas se notaba el estilo y los temas propios de Danza Mobile, esto es: es maravilloso como han hecho que sea compatible ese lenguaje tan distinguible de esta compañía de danza, con los respectivos toques personales de los profesionales de la PAD. A todos los intérpretes se les veía cómodos, y ello me da la certeza, que ellos sentían como suyas las piezas que interpretaron ¡Es un lujo ser testigo de eso!

A continuación voy a exponer sobre las cosas que creo que merecen especial mención, al respecto de las piezas a las que he hecho referencia. Sinceramente, me debato sobre qué ha de tener más protagonismo en este texto: lo que significó este evento, o las piezas que le permitieron ser lo que fue.

 

Compañía Cromo 21 ¡Parto al agua!

Compañía Cromo 21 ¡Parto al agua!

 

La pieza Parto al agua de la compañía Cromo 21: Es un trabajo hecho con mucho sentido del humor, y una vocación totalmente pedagógica. Y lo mejor de todo, es que lo que expusieron de una forma gráfica, es decir: nos permitía a nosotros los espectadores,  entender mejor los diferentes retos a los que se enfrentan unos padres que traerán al mundo, a un niño que posteriormente se le diagnosticará Síndrome de Down. Supongo que una noticia así agarra a cualquiera por sorpresa, pero quien sepa sacar de ello una oportunidad para ampliar sus capacidades de compresión sobre la gran diversidad que habita en la humanidad, siendo guiados por el amor incondicional a un hijo; sólo quedará andar mientras se va aprendiendo en cada parada, que se encontrará en el camino.

No obstante, les hablo de una pieza fresca y que emana mucha ternura, donde  la creatividad y la precisión en la ejecución de cada una de las cosas que nos llevaban a escena, la hicieron algo súper rico, que incluso me animaría a decir, que de aquí se puede sacar el germen para hacer una obra de una hora entera.

Laura Morales Soy todo el mundo

Laura Morales Soy todo el mundo

 

En De otro lado de Laura Morales y José Manuel Muñoz, es una pieza muy dura de ver, muy cruda, y no menos bizarra. Lo último supongo que nos ayudaba a nosotros los espectadores, a que nos resulte algo más digerible (y no lo digo porque no haya sido un trabajo que de indagar más, podría salir un trabajo magistral y premiable). Sino lo que quiero decir, es que la creatividad que han derrochado en el montaje de la pieza, nos llevó a un plano diferente al propio del tema que trató, o sea, como las personas que son percibidas como diferentes de la norma (siempre tan limitada y limitante) se les deshumaniza, se les señala con una serie de calificativos que parece que todo lo que hagan, está condicionado por una cosa de todas las que los compone.

El personaje de Laura Morales fue manipulado y zarandeado de un lugar a otro, como si éste no tuviera nada que decir al respecto del trato que se les daba. Este personaje se le enseñaba cuál era el lugar que se le ha asignado, y todo lo que se salga de allí, cuanto menos, era impensable. Desde luego no nos ofrecieron un final con soluciones (ni falta que hacía en este caso), pero nos mostraron a nosotros los espectadores, lo lejos que se puede llegar en los discursos y las prácticas con las que convivimos cada día.

Natalia Jiménez Trinus

Natalia Jiménez Trinus

 

El caso de Trinus de Natalia Jiménez Gallardo y Sara Gómez Barker, es algo extremadamente exquisito, elegante y delicado. Desde luego Natalia Jiménez Gallardo nos tiene acostumbrado a trabajos corporales muy minuciosos, y temas que a cada ser humano nos atraviesa en lo personal (desde lo más transcendente, a lo más cotidiano), y en este caso, lo que nos llevaron a escena nos invitaba a percibir como algo bello y poético, el cómo nuestros cuerpos se van desenvolviendo pasando de un estado a otro.

Es más, ver a intérpretes con cuerpos y estadios vitales diferentes, dotaba de una riqueza a esta pieza que pocas veces he visto tan claro en escena. Por ejemplo, bastaba fijarse en cómo se desplazaban los pies de ambas intérpretes en la primera parte, donde ellas estaban totalmente sincronizadas. Sin embargo, el cómo ejecutaron cada una la misma pauta, desvelaba que había en escena  convivencia y diversidad, lo cual debería ser utilizado este ejemplo como una  referencia ineludible. Para comprender que un trabajo de calidad no necesariamente debe asociarse, con que un intérprete en juego, ha de hacer un mismo movimiento coreografiado de la misma manera que el resto de sus compañeros de escena (a menos que la dramaturgia así lo exija).

Lo cual me lleva a animar a ambas intérpretes, a que sigan trabajando juntas, porque estoy convencido de que Trinus puede ser una degustación de lo lejos que pueden llegar. Sin olvidar, que esta es la tercera vez que veo en escena a la bailarina Sara Gómez Barker, y con cada una que se sucede, me quedo con más ganas de ver cómo va evolucionando esta interprete con tantas posibilidades. Estaré atento para seguirle la pista en su carrera profesional.

Alberto José Lucena e Iván Pedrote

Alberto José Lucena e Iván Pedrote

 

Por otro lado, está lo que nos presentaron Alberto José Lucena e Iván Pedrote, esto es: es un trabajo sencillo, sin ninguna pretensión…, pero está tan bien hecho, que hasta su puesta en escena me dejó impresionado. Esta pieza es un buen ejemplo de cómo con inteligencia y sabiduría, se puede sacar adelante un trabajo que no tenía ningún movimiento acrobático, y que encima, ambos intérpretes nos contaron una historia a partir de seguir un juego de niños.

Eso, parecían dos niños jugando, desde la complicidad y una hermandad que hasta conmovía. No obstante, ello se mezclaba con gestos de ambos intérpretes, que te hacía irresistible reírte, e incluso irrumpir a escena para jugar con ellos. Es que esta pieza, me cambió totalmente el humor que tenía antes de entrar el teatro ¡Cuánta generosidad!

Tan sólo me queda añadir, que cuantas más piezas veo que han sido auspiciadas de algún modo u otro por Danza Mobile, me reafirmo en la idea de que por más que aborden temas similares, ello no diferencia a sus creaciones de las de otros coreógrafos. Porque al fin al cabo, todos y cada uno, tratan temáticas similares, tienen un lenguaje concreto que van desarrollando a lo largo de sus respectivas  trayectorias, etc… Por tanto, me resulta cuanto menos una impertinencia, oír a quienes se han referido a esta veterana compañía, como “los que hacen danza con personas con Síndrome de Down”. Dicho planteamiento, los mantiene a los que componen a esta compañía en una posición de excepcionalidad, de ser vistos como algo que no termina de estar a la misma altura de otras compañías. Es inaceptable, porque sus trabajos tienen calidad, y no necesitan ser llamados con el “apellido” de inclusivos porque hacen danza y ya.

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